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Viernes, 4 de junio de 2010

CINE › SEX AND THE CITY 2, DE MICHAEL PATRICK KING

Un despropósito en Medio Oriente

 Por Horacio Bernades

3

SEX AND THE CITY 2

Dirección, guión y producción: Michael Patrick King, sobre personajes creados por Candace Bushnell.
Intérpretes: Sarah Jessica Parker, Kim Catrall, Kristin Davis, Cynthia Nixon. Chris Noth y Willie Garson.

“¡Ma’ sí, mandalas a Abu Dhabi y chau!”, habrá bramado algún ejecutivo de HBO, en alguna reunión celebrada en algún lugar de Hollywood, en medio de algún pantano creativo o habiendo recibido el cheque de algún jeque. Fuck it! Send the bitches to Abu Dhabi and let’s have a wrap!, fue la frase exacta. Y allá fueron Carrie, Samantha y las otras dos, ante la falta de mejores ideas para seguir pelando a la gallina de huevos de oro de Sex and the City. Huevos podridos, esta vez: ya no se trata sólo del rechazo crítico (se sabe que los críticos son unos amargos que nunca entienden nada de estas cosas), sino de deserciones en masa en las filas propias. Pruébese de entrar a la página respectiva, en la base de datos www.imdb.com, y se verá la calificación promedio que los usuarios dan a Sex and the City 2: 3,5. ¡Casi la misma que hoy le pone Página/12! Miracolo, paren las rotativas!

Sí, señores: para llenar dos horas y media de secuela, a los creativos de Sex and the City no se les ocurrió mejor idea que mandar a las chicas más fashion victims de todo Occidente... a Medio Oriente, donde la gente muere todos los días como moscas, consecuencia de uno de los conflictos políticos, religiosos, culturales, bélicos y lo que se ocurra más irresolubles que el mundo entero arrastra desde posguerra. Mientras eso sucede (no hablemos del barco humanitario que el gobierno israelí acaba de tomar a sangre y fuego), las cuatro veteranas en estado de decadencia aguda (la que mejor lo lleva es Miranda, presuntamente la menos sexy de las cuatro) aceptan la invitación de un jeque árabe y parten a conocer “el nuevo Medio Oriente” (sic). El nuevo Medio Oriente es un paraíso de hoteles de diez estrellas, comilonas pantagruélicas, autos de oro macizo y un sirviente personal para cada una. ¿Y después quieren que no les declaren la guerra santa, será de Dios?

¿Y de sexo, cómo andamos? Ah, para eso se manda a Abu Dhabi, al mismo tiempo que las chicas, a un ex novio de Carrie, un galán (¿gran?) danés que posa de arqueólogo y a la selección de rugby australiana. ¿Pero cómo, no hay hombres en los Emiratos Arabes Unidos, que hay que exportarlos a todos desde Occidente? Sí que hay. Pero tienen la piel demasiado oscura para andar metiéndolos en la cama con nuestras chicas. Hasta el momento de ponerlas en vuelo (una hora de película, más o menos), de lo que se ocupa esta secuela es de la situación matrimonial de Carrie & Friends. Mientras Samantha se dedica a su show habitual de sobreactuación sexual y Miranda tiene un marido al que le lleva una cabeza (en sentido literal y metafórico), Charlotte se enfrenta a los celos y rabietas de sus hijas (y a los maratónicos pechos de la niñera) y Carrie, a la tendencia de todo hombre (en este caso Big, que cultiva el teñido a la Carmela) a llegar a casa, sentarse frente a la tele y quedarse dormido. La solución ante tantos conflictos está a la vista de cualquiera: mandarlas a Abu Dhabi, en el avión personal del sheik.

¿Y a la vuelta de Arabia, qué hacemos? ¡Las hacemos reconciliarse con sus maridos, al mejor estilo Código Hays! ¿Y Samantha? Samantha que siga putoneando, que de paso sirve de comic relief. ¿Y en Sex and the City 3, qué pelamos?

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