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Lunes, 20 de marzo de 2006

CINE › RICARDO BENET, GANADOR DEL ASTOR DE ORO EN MAR DEL PLATA

Una historia latinoamericana

El director mexicano, que obtuvo la máxima distinción con su ópera prima Noticias lejanas, señala que a través de su film pretendió hablar “del México que no se quiere ver”.

Desde Mar del Plata

Si hace diez años alguien le hubiera dicho a Ricardo Benet que alguna vez iba a ganar el premio que tiene entre las manos, la incredulidad habría sido su única respuesta. Porque, hasta no hace mucho, tenía una vida más o menos asegurada, más o menos rutinaria y más o menos alejada de los emprendimientos inciertos, muy similar a la de muchos habitantes de las grandes urbes. El mexicano –que por entonces no había festejado sus treinta años– podría haberse quedado con el futuro apacible que le prometían los diplomas de arquitecto formado en la UNAM y de historiador del arte graduado en Florencia (Italia). Pero decidió cambiar de rumbo: hoy es un cineasta que arriesga todo para concretar cada proyecto, y su ópera prima Noticias lejanas acaba de recibir el premio Astor de Oro al Mejor Largometraje en la vigésimo primera edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

“¿Sabes? Hay una frase de Bioy Casares que dice que entre todas las pasiones que tiene cada hombre, hay una que es soberana. Yo a los treinta descubrí que mi pasión soberana era el cine”, comenta el director cuando se refiere a su relación con el séptimo arte. “Trabajar en esto –confiesa– es mi manera de espantar los fantasmas de la soledad, del miedo y de tantas otras cosas. Y si bien nunca podré matar a esos espectros, sé que voy a convivir mucho mejor con ellos a partir de lo que logre compartir con otras personas mediante las imágenes.”

Aunque probablemente está cansado después de tantas emociones, Benet no pierde oportunidad para contestar minuciosamente cada pregunta. Ha terminado el acto de clausura del festival más importante de Sudamérica y el artista conversa, semioculto tras las cámaras y los grabadores. A medida que cada medio va haciendo su nota, la figura del creador va quedando sola en la Sala Piazzolla del Teatro Auditorium. Recién entonces se revela la fortaleza que oculta su baja estatura y la profundidad de su voz aflautada, que podría haberle cuadrado a Pedro Camacho en su versión azteca.

–¿Podría presentar brevemente su película al público argentino?

–Noticias lejanas trata de poner al día nuestra realidad de provincia. Cuenta la vida de un joven de 17 años que viaja a la Ciudad de México en busca del dinero que le permita a su familia salir de la pobreza. Luego intenta un segundo viaje, atravesando la frontera con Estados Unidos, pensando que esta vez sí podrá dar una mano a los suyos. Pero el destino hace que deba regresar para salvar a su madre y a su hermana.

–¿Cómo llegó a la idea de este proyecto?

–Creo que vivimos una época en la que tenemos que enamorarnos de la realidad si queremos cambiarla. Desde el principio supe que no quería hacer una cinta codificada ni intelectual. Simplemente buscaba contar una historia del México que no se quiere ver y quería hacerlo trabajando en muchas capas. Narrativamente, intenté copiar la manera que hubieran usado nuestras abuelas para armar un relato. Ellas te están hablando de algo y de repente hacen un paréntesis y empiezan con otra cosa, que después retoma el punto donde se había bifurcado la primera historia. La propuesta tiene que ver con una invitación a que armen conmigo el rompecabezas resultante.

–Es, además, una película con ritmos muy especiales...

–Es una película larga, de largos planos secuencia, muy contemplativa. Y eso lo digo sin pudores. En Norteamérica le dije al público que tenía que dejar un poco de lado la fast food. Es hora de probar la slow food.

Cuando habla de sus colegas latinoamericanos, Benet no ahorra elogios, pero reconoce que todavía hay mucho por hacer. “En nuestros países, la televisión ha banalizado las maneras en que se transmiten las ideas, y el pueblo conoce todo sobre las telenovelas, mientras la existencia de creadores destacados como Ripstein es casi siempre ignorada”, destaca. Y propone: “Yo creo que es una labor nuestra el recuperar ese público. Si no logramos eso, nunca vamos a hacer que sea interesante invertir en una película latinoamericana”.

–¿Qué expectativas tiene en relación con el vínculo entre su película y los espectadores no mexicanos?

–A quienes pertenecen a países hispanos, me parece que Noticias... les va a resultar un film muy cercano, con una historia que los identifica e intenta repensar cosas que nos pasan todos los días. Por otro lado, cuando hice la presentación en el Festival de Nueva York, muchos me dijeron que a partir de lo que habían visto sentían la necesidad de hablar con las personas que trabajaban en el servicio doméstico de sus casas, como si hubieran descubierto que también ellos tenían una historia. Lograr eso me parece algo muy interesante, también.

–En los últimos años, Latinoamérica parece estar viviendo un cambio en la dinámica social, que repercute en la vida política y la actividad intelectual. ¿Qué papel cree usted que puede caberle al cine en ese proceso?

–Bueno, está claro que los panfletos no funcionan. Cuando estábamos rodando la película, aislados en las llanuras desérticas de México Central, nos llegó la noticia de que el Estado quería hacer desaparecer la escuela de cine que nos había dado los fondos para concretar el proyecto. Era como estar en la estación espacial Mir mientras se caía el bloque soviético. Todo el mundo empezó a decir que hiciéramos un manifiesto desde esa llanura. Y yo los reuní a todos y les dije: “No. Lo que nos corresponde hacer ante la barbarie destructora es crear, hacer más y más cine”.

–¿Cree que hay una identidad común entre los nuevos realizadores de nuestros países?

–Sí. Las condiciones en las que producimos nos obligan a formarnos como luchadores, y eso nos da una identidad distintiva respecto del cine que se hace en los países ricos. Hay otros rasgos, claro, pero ése es especialmente fuerte. Es increíble que la mayoría de nuestros directores tenga que esperar cinco años para hacer una película.

–Desde el punto de vista técnico, ¿cuál es el presente del cine en Latinoamérica?

–Es un momento en el que, técnicamente, hemos rebasado los niveles anteriores y podemos presentarnos sin miedo en cualquier lugar del mundo. Y temáticamente tenemos más heridas que nos duelen y cada vez más cosas que decir.

Sin duda, los cambios también están llegando a los espectadores. La asistencia a las salas en la última edición del festival de La Feliz creció un 15 por ciento con respecto al año pasado, con más de 140 mil personas en las salas. El director premiado tiene su propia visión del fenómeno: “Estamos empezando a cumplir con un espectador que quería seguir viendo el cine como arte. Es algo parecido al momento que vivió en algún momento la nueva ola francesa. Y muchos jóvenes están siendo protagonistas, lo que me conmueve”. En ese sentido, el realizador opina que uno de los grandes desafíos para los años venideros será “lograr que este público cinéfilo (no elitista, cinéfilo) regrese a las salas y opte por nuestras producciones”.

Informe: Facundo García.

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Ricardo Benet dice que filma “para espantar los fantasmas de la soledad y del miedo”.
 
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