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Viernes, 11 de mayo de 2012

CINE › MARCELO PANOZZO, NUEVO DIRECTOR DEL BAFICI

“No se trata de cambiar por cambiar”

En una escena atípica de “traspaso de mando”, el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, y el director saliente, Sergio Wolf, presentaron al periodista y editor. “Hay que lograr que el espíritu sea lo más parecido a sí mismo”, dijo Panozzo.

 Por Ezequiel Boetti

Hay una apariencia antitética entre continuidad y cambio, con lo segundo conllevando, por lo general irremediablemente, a la ruptura de la primera. El Bafici, ese oasis cinematográfico que se materializa abril tras abril desde hace ya catorce años, buscará emparentar las terminologías con el nombramiento de un nuevo director artístico. Menudo desafío, entonces, para Marcelo Panozzo, ex programador del festival, crítico, periodista y actual editor literario en Random House Mondadori, quien desde esta semana suplirá a Sergio Wolf luego de cinco ediciones. Ellos dos, junto con el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, anunciaron ayer oficialmente el nombramiento. “La tentación de que el cambio sea sólo eso es demasiado grande, sobre todo en este país. Es una forma de no reconocer méritos. Pero yo le reconozco demasiadas cosas al Bafici como para hacerlo de esa forma”, afirmó el flamante ejecutivo.

“El festival tuvo siempre una continuidad histórica y un espíritu propio que nos trasciende a todos, así que el recambio institucional y la rotación de miradas nos parece muy oportuno. Es la primera vez en catorce años que tenemos una transición con un trabajo conjunto”, aseguró a su vez el funcionario macrista. La afirmación se ejemplifica con la presencia del director saliente y entrante, una auténtica rareza si se tienen en cuenta los anteriores cambios de mando en la cúspide artística, donde la conflictividad era una presencia constante. Al respecto, Wolf confesó que la idea de su alejamiento estuvo lejos de la improvisación. “Bastante antes de este último festival se planteó la cuestión de una sucesión, y comenzamos a charlar los nombres y a tratar de evitar esa marca de la historia del festival. Lo que no deja de ser curioso, porque el festival atravesó todo. El Bafici es un lugar de mucha exposición, mucho desgaste, y eso realmente exige. También siento que el festival necesita aire”, justificó.

“Esta es una forma distinta de modificar las cosas. Se trata de hacerlo sin destruir todo lo que hay atrás”, agregó Lombardi, para quien la elección de Panozzo “muestra claramente una continuidad de gestión”. Más aún cuando la conformación del equipo de programación –“Mi idea es trabajar con un grupo muy parecido al actual”– y la cantidad de películas se mantendrían prácticamente iguales. “Creo que hay una línea muy delgada para trabajar entre lo inabarcable y la necesidad de dar cuenta de las cosas. El Bafici es pantalla que proyecta películas que no están en otro lado y si se cae produce un vacío, un hueco. Hace algunos años, el festival estaba demasiado hinchado, pero ahora está en un tamaño buenísimo, así que creo que seguiría por ese lado”, adelantó el nuevo director.

Los cambios no serán de raíz, sino más bien una sintonía fina, citando al léxico político actual. “La tentación más grande es que siga siendo igual. Pero a la vez tengo una impronta que puedo entregarle y que también conlleva el riesgo de no tener que cambiar por cambiar. Entonces hay que lograr que el espíritu del festival sea lo más parecido a sí mismo, y movilizar cambios que no sólo tienen que ver con el festival en sí sino, también, con cómo se está viendo y produciendo cine en la actualidad. Hay un montón de cine circulando que está buscando que los festivales se adapten a estos tiempos, pero muchos tienen una inercia de ser fieles a sí mismos en un mal sentido. Yo quiero ver cómo hacer para que el Bafici siga siendo fiel a sí mismo en el mejor sentido posible. Es un trabajo muy bravo”, completó Panozzo, quien deberá articular sus nuevos deberes con los ya establecidos, entre ellos la edición literaria: “Ese trabajo tiene varias patas, así que alguna voy a dejar. Por primera vez en muchos años, después de pasar por varias redacciones, tengo un trabajo fuera de oficina, así que estoy en negociaciones para tener una especie de free lance, haciendo solamente algunos libros. Por suerte ahí también tuve una buena recepción cuando hablé de este asunto”.

La elección del crítico supone, además, el nombramiento de un habitué de la cocina festivalera, que no sólo programó hace más de un lustro, sino que también editó libros e incluso el diario Sin Aliento, símbolo indisociable del festival. “Cumple con el porcentaje de Bafici en sangre”, bromeó Wolf, y agregó: “Legárselo a él permite que se abran nuevas zonas. Un evento así siempre necesita oxigenarse y repensarse. Es un festival un poco más instalado que cuando empecé, se lograron restituir las relaciones con el cine internacional y los festivales más importantes, y sigue siendo muy mirado no sólo en América latina, sino también en todo el mundo. También afianzamos la relación con el cine argentino. Este año elegimos 47 películas y se presentaron casi 200.”

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“Hay una línea delgada para trabajar entre lo inabarcable y la necesidad de dar cuenta de las cosas.”
Imagen: Bernardino Avila
 
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