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Sábado, 16 de junio de 2012

CINE › CICLO MARTIN REJTMAN EN LA FUNDACION PROA, EN EL BARRIO DE LA BOCA

“El capricho fue el único criterio”

Desde hoy, y durante todos los sábados de junio, julio y agosto, el director de Rapado programó films de David Cronenberg, Claude Sautet y del chileno José Luis Torres Leiva. Además se proyectarán Silvia Prieto, Los guantes mágicos y Copacabana.

 Por Ezequiel Boetti

2.085.556.628. Esa es la cantidad de películas que se hicieron desde el rodaje bautismal de los hermanos Lumière en 1895. O al menos esa cifra le devolvió el Google a Martín Rejtman cuando éste le preguntó por un dato que, nobleza obliga, es empíricamente incontrastable. Lo cierto es que, millones más, millones menos, él apenas podía elegir tres. ¿Cómo seleccionar, entonces, esa porción infinitesimal entre la vastedad de más de un siglo de historia? Aplicando algún criterio, pensó el cineasta. Probó con gustos personales, estilos, formas, nombres propios (Moretti, Chantal Akerman) e incluso con la procedencia. “Había pensado en tres películas taiwanesas, pero eran prácticamente imposibles de conseguir”, recuerda. Hasta que apareció el capricho, “el único criterio posible”, y con él la solución. El resultado se verá desde hoy y durante todos los sábados de junio, julio y agosto en el ciclo que el director de Rapado programó en el auditorio de la Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929), donde además se proyectarán tres de sus films: Silvia Prieto, Los guantes mágicos y Copacabana.

El debut será a pura víscera y locura con Cromosoma 3 (The Brood), uno de los clásicos del David Cronenberg más retorcido. “Hace bastante que pienso que sus películas de los ’70 quedaron un poco opacadas. Es un director que sigue filmando y teniendo éxito, pero con cosas bastante diferentes a las que hacía en ese momento, aunque mantiene cierto espíritu de esa época”, justifica Rejtman ante Página/12. Le seguirá el sutil retrato familiar y emocional de un ex preso que busca reconstruir su vida en Au mauvais fils (Un mal hijo), de Claude Sautet. “Yo lo comparo con Cassavetes porque sus películas también tienen una estructura abierta donde el relato se va armando a través de pequeñas historias que mezclan unas con otras, y no mediante una gran historia que uno tiene que calcular y pensar matemáticamente.” Quizá por esa forma de narrar el también escritor vea en el francés a una de sus grandes inspiraciones durante su adolescencia. “Me encantaba el cine y sabía que era una posibilidad, pero al mismo tiempo para mí era imposible la idea de escribir una historia, de construir una escena detrás de la otra, de articular una narración. Sabía que para hacer una película tenía que armar un guión, pero no veía cómo. Y cuando vi sus películas me di cuenta de que era posible.”

Es curioso que el único vínculo entre estos films, antipódicos en forma y contenido, esté en su fechado: el primero es de 1979, mientras que el otro data de 1980. “En los ’70 se hacían películas más crudas. El año pasado volví a ver una de Chantal Akerman filmada en Nueva York a fines de esa década y veía a una ciudad casi sin conciencia de sí misma. En esos años había cierta inocencia del mundo que en los ’80 se perdió completamente. No hablo desde la nostalgia, pero me gusta esa mirada más cruda y directa”, analiza el cineasta. Más cercana en el tiempo es la tercera y última seleccionada, la intimista Verano, del chileno José Luis Torres Leiva, vista aquí en el último Bafici y catalogada por Rejtman como un “descanso vacacional” ante tanto cine ambicioso. “Es una de esas películas como La vida útil, que son muy chicas pero que a su vez dejan muchas satisfacciones.”

–La presentación del ciclo habla de un “diálogo entre su obra y los tres films elegidos”. ¿Cree que efectivamente se establece esa comunicación?

–Pensé en eso cuando lo leí, y la combinación más extraña sería de Copacabana con la Cronenberg, que más que un diálogo serían sólo gritos y peleas. Después en Verano y Silvia Prieto sí puede haber más cosas en común, como la actriz Rosario Bléfari. También hay una cuestión personal porque conocí al director hace varios años y justo mi productor habló con la productora de Verano durante un viaje a Chile el año pasado y me invitaron a ir al rodaje, pero al final no pude. Entre Un mal hijo y Los guantes mágicos veo cierta conexión, pero no sé qué es, quizá el tono, pero no podría describirlo.

–Dos películas son de la misma época y la tercera es del año pasado, pero las destaca justamente porque van a contramano de los mandatos del cine actual. ¿El cine actual no lo moviliza?

–Me parece que hoy es muy variado, pero el que se da en las salas comerciales me atrae cada vez menos. Se hacen muy pocas películas interesantes justamente por esa sobrecarga que implica más presupuesto, más control financiero y más productores y guionistas tratando de marketinear la película para más mercados, lo que la termina haciendo menos específica e interesante. Y a mí me atrae cierta crudeza en el cine, que es algo que sí tiene Verano.

–En una entrevista dijo que no importaba qué pensaban los artistas, sino qué decían sus obras. ¿Qué dicen hoy sus tres películas?

–Me parece que podría continuar la idea que mencioné en el texto del ciclo: las películas no cambian, sino su relación con los espectadores. Creo que ahí siempre va a existir una comunicación diferente. Me gusta que mis películas se vean a lo largo del tiempo porque en cierta forma es un sello de vigencia, que todavía se puedan dar y que establezcan una comunicación con el público que seguramente será diferente a la primera vez que se dieron. Sobre todo con Rapado o Silvia Prieto, que se dieron en un panorama mucho más ingenuo, donde había un público menos “cultivado”, por decirlo de alguna forma. Creo que verlas hoy es completamente diferente. Corrió mucha agua bajo el puente.

* Hoy y los siguientes sábados de junio se verán Copacabana y Cromosoma 3, a las 16 y 18 respectivamente. En julio será el turno de Los guantes mágicos y Au mauvais fils, también a las 16 y 18. Por último, durante agosto se verán, en esos mismos horarios, Silvia Prieto y Verano. Más información en www.proa.org o llamando al 4104-1001.

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“En los ’70 había cierta inocencia del mundo que en los ’80 se perdió completamente”, afirma Rejtman.
Imagen: Pablo Piovano
 
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