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Sábado, 22 de septiembre de 2012

CINE › KAREN LLORA EN UN BUS, DE GABRIEL ROJAS VERA, EN COMPETENCIA EN UNASUR CINE

Una búsqueda personal en lo femenino

El film del director colombiano elude los típicos temas del cine de su país y se centra en una historia en la que “no sucede algo extraordinario”, más allá de la crisis y el cambio de una mujer. Fue parte de la sección Forum en Berlín 2011.

 Por Oscar Ranzani

Desde San Juan

Si se piensa en cine colombiano, enseguida surgen los preconceptos de temáticas como violencia o narcotráfico. Pero el cineasta Gabriel Rojas Vera, de 34 años, decidió realizar su ópera prima apartándose totalmente de eso: Karen llora en un bus es una comedia dramática, un género poco explorado en su país. Es que cuando Rojas Vera estudiaba dirección sentía que quería ver otro tipo de ficciones en las que los personajes no fueran sicarios, sino que más bien exploraran aspectos cotidianos de personas comunes. “Pensaba que iba a ser incomprendido en mi país por hacer una película que no tiene grandes dramas. No hay un drama fuerte, no es que Karen sea una sicaria o se convierta en una mula llevando droga. No toca ese tipo de tema. Lo que le sucede le puede pasar a cualquier mujer en un momento. No sucede algo extraordinario”, comenta el director, nacido en Bogotá, en diálogo con Página/12. Su film participa de la Competencia Oficial de Largometrajes de Ficción del Festival Internacional Unasur Cine, que concluye mañana.

¿Y qué le sucede a Karen? Con más de 30 y una década de matrimonio, ha pasado parte de su existencia asistiendo a su marido, un ejecutivo que en apariencia le da todos los gustos. Pero como se siente insatisfecha, decide cortar de raíz la rutina que le produce un tedio espantoso. Al subir a un colectivo se larga a llorar y entra en crisis. Pero como de toda crisis surge una oportunidad, desde ese momento, Karen decide tener otra vida: deja a su esposo, busca una habitación donde dormir, se preocupa por conseguir trabajo, experimenta las dificultades de empezar de cero y... se enamora.

Rojas Vera comenta que su película, seleccionada para la sección Forum del Festival de Berlín 2011, “nació a partir de una búsqueda personal hacia el mundo femenino”. Sin embargo, no intenta una mirada masculina sobre ese universo. “Más que eso, diría que es una mirada universal sobre el mundo femenino”, explica. Y recuerda que muchas mujeres que vieron su película “han logrado observarse y reflexionar sobre sí mismas”. El cineasta aclara que en ningún momento trató de escribir una situación social de su país del tipo “la mayoría de las mujeres son sometidas”, sino una situación particular “que terminó siendo muy general”, para su sorpresa.

Así como la temática no es habitual para el cine de su país, los personajes están alejados de los estereotipos sociales: “Busqué más bien seres humanos que se contradicen, que hablan una cosa y hacen la otra, con miedos. Karen mantiene su personalidad a pesar de que hay una evolución, pero no es que retraté a una mujer liberada”, afirma el director colombiano. Tampoco construye situaciones que permitan intuir antecedentes de maltrato físico o infidelidad que estimulen la reacción de Karen, pero tal vez aquello que le provoca insatisfacción “es esa comodidad tan fácil, su rutina, y quiere salir de ella”. “Y creo que tiene todo el derecho de buscar su felicidad”, explica Rojas Vera.

Karen lloran en un bus es también una historia sobre gente común. “Eso es lo que busco personalmente en mis historias e incluso esa búsqueda de lo común se dio desde la escuela de cine, donde vi películas de Eric Rohmer. Encontré personajes muy comunes en sus obras y es una influencia en mi película. Creo que la búsqueda de gente corriente, muy cotidiana, está en algunas películas de ese director”, concluye Rojas Vera.

Documentales

En la competencia de documentales de Unasur Cine ayer se exhibió Tropicália, del brasileño Marcelo Machado. El film se enfoca sobre el tropicalismo, un movimiento cultural nacido cuando Brasil estaba gobernado por una dictadura militar, y que terminó atravesando la historia cultural de ese país desde entonces. Armado sobre la base de testimonios de figuras esenciales del movimiento que buscó reproducir en Brasil el sentimiento hippie –como, por ejemplo, Gilberto Gil, Caetano Veloso, Tom Zé, Rita Lee y Gal Costa, entre otros–, el documental tiene el ritmo que puede tener un film sobre música. Pero el gran mérito es, sin duda, el trabajo realizado para conseguir material de archivo, que es lo que sostiene gran parte de la estructura narrativa. El más sobresaliente es aquel en el cual se ve a dos muchachos jovencitos diciendo en 1969 que “el tropicalismo ya no existe”. Cuando la cámara se detiene en sus rostros, el espectador se encuentra con que los purretes son ni más ni menos que Veloso y Gil.

Otro de los documentales exhibidos en el festival fue Sibila, de la peruana Teresa Arredondo, que ganó la Competencia de Derechos Humanos en el Bafici 2012. Al igual que Papirosen, del argentino Gastón Solnicki –que también integra esta competencia–, es una película sobre temática familiar. O más bien parte de un tema familiar para hablar de algo universal. Y si en Papirosen lo que sobresalía como tema universal era el Holocausto, en Sibila está vinculado con cómo una generación entendió el compromiso político. En esa generación puede ubicarse a la tía de la realizadora, Sibila Arredondo. Una noche, recuerda Arredondo, cuando ella tenía siete años y vivía en Chile –como en la actualidad–, la familia recibió una llamada en la que le informaban que su tía Sibila había sido encarcelada, y acusada de ser colaboradora de Sendero Luminoso. Luego de un juicio realizado durante el gobierno del oscuro presidente peruano de entonces, Alberto Fujimori, su encierro duró catorce años. Así, su tía siempre fue un gran misterio para Arredondo. Cuando decidió que era hora de elaborar su ópera prima, no dudó en que el tema era resolver ese misterio. Y en Sibila indaga a varios de sus familiares –padres, tíos, abuelos, primos– para entender cómo incidió este hecho en el núcleo más íntimo. Todo confluye hacia un encuentro con su tía Sibila, que sigue manteniendo las mismas ideas de siempre. Y que deja, entonces, de ser un misterio en su vida.

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Gabriel Rojas Vera reconoce la influencia del cine de Eric Rohmer en Karen llora en un bus.
Imagen: Gentileza Estudio a Pedal
 
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