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Miércoles, 5 de diciembre de 2012

CINE › MEMPO GIARDINELLI, NOVELISTA, GUIONISTA Y CODIRECTOR

La última frontera

Para el autor de Luna caliente, “el décimo infierno es un lugar donde se supone que se han cruzado ya todos los límites”.

 Por Oscar Ranzani

Nacido en Chaco, donde también vive, Mempo Giardinelli es autor de una importante obra literaria que está traducida a veinte idiomas y, a lo largo de su trayectoria, ha recibido diversos galardones. Su vinculación con el mundo del cine se remonta al período 1976-1980, cuando trabajó como guionista en varios proyectos del cineasta mexicano Alberto Isaac, durante su exilio en el país azteca. Posteriormente, cuando en 1984 pudo retornar a la Argentina, colaboró con el cineasta Roberto Denis en la preproducción de Luna caliente, basada en su novela homónima. La novedad es que con El décimo infierno, Giardinelli debuta como director, junto al cineasta colombiano Juan Pablo Méndez Restrepo. “Fue una novela que escribí a finales de los ’90, cuando el país estaba menemizado y yo sentía que no había valores ni principios. Todo se había degradado y de alguna manera esta historia trabaja esa idea”, comenta Giardinelli. “El libro se publicó en México primero, luego en Argentina en el ’98 o ’99, y siempre tuve la sensación de que encerraba un guión”, agrega el escritor y flamante cineasta.

–¿Cómo fue el trabajo de adaptación de la novela al lenguaje cinematográfico?

–Muy intenso y fascinante. Es sabido que el alma de un film es el guión. Y que si hay un buen guión, el producto cinematográfico tiene mejores posibilidades. Con Juan Pablo empezamos a charlar de esto hace unos cuatro o cinco años, y luego dedicamos buena parte de 2009 a redondearlo.

–Generalmente, cuando se adapta la novela de un autor, éste colabora en el guión, pero usted también es el codirector. ¿Cómo fue la experiencia?

–Interesantísima, sobre todo porque si bien yo tenía alguna experiencia como guionista, mi origen es claramente la literatura. Y Juan Pablo es un avezado documentalista, de manera que para ambos fue un tour de force. Somos socios y amigos, y eso ayudó a que el texto discurriera de manera muy natural.

–¿La película es fiel a la novela o se tomaron algunas licencias?

–Es bastante fiel, porque el libro nos gustaba a los dos, pero de todos modos siempre es necesario tomarse licencias, sobre todo si uno entiende que está haciendo cine y no literatura filmada. Ambos tuvimos un mismo parecer también en ese punto.

–¿Fue difícil trasladar el ritmo que tiene la novela al cine?

–No sé si difícil, nosotros estábamos bastante seguros del ritmo que el film debía tener. Lo que en realidad se nos constituía en problema era lo económico. Esta es una película de bajísimo presupuesto, pero bajísimo absoluto, por lo que las dificultades de realización y de ritmo por ahí tenían que ver más bien con problemas tecnológicos o de producción. En ese sentido, también fue emocionante la colaboración de muchísima gente del Chaco y de Corrientes.

–¿Cómo relacionaría el título con la esencia de la historia?

–Creo que no hay conflicto entre título e historia. El décimo infierno es un lugar innominado, donde se supone que se han cruzado ya todos los límites. Y tanto la novela como la película indagan eso mismo: el cruce de todo límite. Sobre todo moral.

–¿El décimo infierno es una reflexión sobre la violencia?

–En cierto modo ésa es una lectura posible. Claro que no sé si corresponde hablar de “reflexión” exactamente. Es un ensayo libre, diría yo, sobre ciertas animalidades internas de algunas personas aparentemente muy normalitas.

–¿La voz en off del personaje tiene como objetivo mantener cierto espíritu literario dentro de la película?

–No exactamente. La voz en off es clásica del cine negro, y a mí me parece que tiende un puente muy eficaz entre narración y espectador.

–¿Por qué una vez señaló que el cine es un género literario?

–Porque me parece que el cine, cada vez más evidentemente, lo es. Y no descarto el llamado cine de autor, pero me parece que sin un buen guión literario hay más probabilidades de que naufraguen algunas excelentes ideas.

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“Examinamos ciertas animalidades de algunas personas aparentemente muy normalitas”, dice Mempo.
Imagen: Télam
 
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