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Jueves, 22 de agosto de 2013

CINE › ROAD JULY, ESCRITA Y DIRIGIDA POR GASPAR GóMEZ

Viaje a la paternidad en un 3CV

 Por Ezequiel Boetti

Los imperativos de la distribución y exhibición nacional hacen que Road July comparta cartel no con una sino con dos películas ambientadas en Mendoza. Lo primero que debe agradecérseles tanto a ésta como a sus involuntarias compañeras (Vino para robar y Voyage, voyage) es la naturalización de la majestuosidad geográfica: en ninguna abundan los planos generales, y los que hay son funcionales a la necesidad narrativa de ubicar al espectador en el contexto antes que a un regodeo visual digno de tarjeta postal. En ese sentido, el primer largo de ficción de Gaspar Gómez es el que mejor funciona, llegando incluso a obviar las particularidades del entorno, aun cuando su premisa central (viaje rutero entre la capital provincial y la localidad de San Rafael) invitaba a lo contrario. La evasión turística es lógica si se tiene en cuenta que el film se rodó con un equipo técnico y artístico mayoritariamente local y tuvo su estreno comercial nacional, e incluso su edición en DVD, en la tierra del sol y del buen vino.

Por allí anda habitualmente Santiago (el pelirrojo Francisco Carrasco), un comerciante locuaz y bonachón capaz de vender lo invendible, que asienta su rutina en la comodidad del oficio, una buena casa y una relación amorosa con una de esas mujeres que creen que a los 30 se acaba el mundo y que la maternidad es una cuestión cronológica antes que emocional. El tiene, además, una hija de diez años (la July del título) a la que no conoce y un vínculo cordial e incluso amistoso con su ex cuñada, algo difícil de entender sobre todo después de que el tipo se borrara olímpicamente. Pero ésa es otra cuestión, ya que un encuentro entre ambos viene acompañado del anuncio de la muerte de la madre y un tirón de orejas para que Santiago se ponga los pantalones de una buena vez, llevando a la nena hasta la casa de la abuela (Betiana Blum). La negativa inicial mutará por aceptación, dando así el puntapié a un “viaje a la paternidad en un Citroën 3CV”, tal como la definió su director en una entrevista.

Vista en la Competencia Nacional del Festival de Mar del Plata 2010, Road July es una de esas historias livianas, fácilmente digeribles, amenas y pobladas de seres optimistas y bienintencionados, en donde nada puede salir mal. El problema es cuando la imposición del happy end rumbea de la bonhomía generalizada a la inocuidad, la simplificación y lo arbitrario. Ver si no la celeridad supersónica con la que en un par de horas se crea, consolida y afirma un vínculo inexistente durante una década, sin un atisbo de rencor o mea culpa de nadie (urge recomendar la subvaluada Por un tiempo, un film de temática similar infinitamente más complejo, aun en su tersura). O también a ese efectivo de la policía caminera tan compinche como para aceptar una radio a modo de “préstamo”, a cambio del perdón de las multas –eso sí, no sin antes advertir que no pasarán el próximo control– o incluso cómo una acusación de secuestro se soluciona con tono campechano y buena onda. La misma buena onda que destila, más allá de su pertinencia, toda la película.

5-ROAD JULY

Argentina, 2010.

Dirección y guión: Gaspar Gómez.

Duración: 88 minutos.

Intérpretes: Francisco Carrasco, Federica Cafferata, Verónica Nonni y Laura Morales Rúpulo.

Estreno únicamente en el Espacio Incaa Km 0 - Gaumont.

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