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Jueves, 1 de septiembre de 2005

CINE › “IMPOSIBLE”, DEL ARGENTINO CRISTIAN PAULS

Comedia lastimada

Con un tono impregnado de melancolía, la película hace honor a su título original, Nocturno, siguiendo el recorrido de dos parejas amenazadas por sus expectativas frustradas.

 Por Diego Brodersen

Tras dos años de circulación por festivales locales y extranjeros (obtuvo el premio a Mejor Película en Syracuse, Nueva York, y un Premio Especial del Jurado en Biarritz, recuerdan los apuntes de prensa), se estrena finalmente en Argentina el segundo largometraje de ficción de Cristian Pauls, luego de casi dos décadas desde el estreno de Sinfín, en 1988. Y lo hace con cierto retraso y un nuevo título, ya que el film fue conocido durante bastante tiempo con el mucho más apropiado Nocturno. La nocturnidad es el ámbito donde se mueven los personajes de Imposible, seres que además de maniatados emocionalmente parecen maldecidos por un movimiento circular que termina siempre mordiéndose la cola, meciéndose al ritmo de la oscuridad ambiente que los rodea y envuelve.
Como esa ceja herida que no deja de sangrar y que puntúa todo el recorrido de la narración, el vínculo amoroso entre Bruno (Damián de Santo, en un rol tan atípico como alejado de la impronta televisiva) y Mariana (Alejandra Flechner) parece estar al borde de la extinción, tironeado por un balance de atracción-repulsión sin solución de continuidad, amenazado por el paso del tiempo y las expectativas frustradas. Algo similar atraviesa la relación de Isabel y Toni, los personajes interpretados por Jimena Anganuzzi y Francisco Fernández de Rosa, una pareja más joven, quizá más esperanzada, a la espera de los cambios (un nuevo trabajo, un embarazo, el cariño) que nunca parecen llegar. De cómo el cruce de estos cuatro personajes habilita la posibilidad de una combinatoria narrativa, de nuevas relaciones, de entrecruces aleatorios o deseados, se ocupa la historia de Imposible, cuyo guión fue coescrito por el hermano del realizador, el escritor y ensayista Alan Pauls.
Más allá de cierta huella literaria evidente en el uso de los diálogos y en alguna furtiva voz en off, el realizador crea un universo eminentemente cinematográfico, tan personal y autónomo como alejado del naturalismo y la concesión a patrones al uso. Mucho más cerca de una construcción onírica, aunque limitada por reglas de causa y efecto en extremo rigurosas, las dos parejas –que no siempre están conformadas de la misma manera– se movilizan, comen, sueñan y hacen el amor en espacios laberínticos, ya se trate de asfixiantes habitaciones de hotel, pistas de discoteca abandonadas o el espacio infinito de una ruta. Si a algo se parece Imposible, más allá de que sus propias imágenes se empeñen en demostrar lo contrario, es a una comedia romántica lastimada, quizás herida de muerte.
Ahí resuenan los tangos y los sones, cargados de melancolía, la cámara congelada en un primer plano musical de insoportable tristeza. Mientras las escenas se suceden, lacónicas, recorriendo esos cuatro cuerpos en busca de algo parecido al goce y la felicidad, resulta claro que Cristian Pauls mantuvo durante todo el proceso de realización una confianza ciega en el material que tenía entre manos. A la vez causa y consecuencia de esto último, el estricto control de todos los elementos de la puesta en escena y una dirección actoral precisa hasta lo milimétrico terminan ofreciendo como resultado un film que todavía, a pesar de todo, sigue creyendo en el cine como medio de expresión poética.


8-IMPOSIBLE
Argentina, 2003
Dirección: Cristian Pauls.
Guión: Cristian Pauls y Alan Pauls.
Fotografía: Carlos Essmann.
Intérpretes: Damián de Santo, Alejandra Flechner, Jimena Anganuzzi, Francisco Fernández de Rosa.

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Alejandra Flechner y Damián de Santo, protagonistas.
 
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