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Jueves, 13 de julio de 2006

CINE › OPINION

El “humor” de “Bañeros 3”

 Por Mariano Blejman

“Es humor simple, sano, blanco”, dijo en una entrevisa reciente Emilio Disi cuando se le preguntó sobre el flamante estreno de Bañeros 3: Todopoderosos. Por lo pronto, Disi no miente en dos cosas: se trata de humor blanco, sí, aunque más que blanco podría decirse que es humor ario. También es cierto que se trata de humor simple, tan peligrosamente simple, tan espantosamente simple está guionada la historia de estos tres bañeros (Pachu, Pablo y Freddy) que vienen a tomar la posta de los “históricos” que también participan (Emilio Disi, Alberto Fernández de Rosa, Gino Renni y Guillermo Francella, que se completaba con Berugo Carámbula en su primera edición de 1987), que lo simple se vuelve poco sutil. Pero lo de “sano”... En fin.

La hadadización de la cultura argentina parece llegar al límite de lo intolerable dentro de Bañeros 3, con una sutileza tan preocupante que alguien debería avisarle al Instituto Nacional Contra la Discriminación (Inadi) que en la aventura de los tres nuevos “bañeros” no sólo tendrán que sortear los vericuetos que les proponen un grupo de mafiosos (que parecen salidos de jardín de infantes), sino que usarán una batería de chistes xenófobos y discriminatorios para lograrlo. La avivada argenta y el sarcasmo denigrante están a la orden del día y la esposa “gorda” es un plomazo sólo apetecible cuando mágicamente adelgaza –y se hace Luciana Salazar– gracias a una especie de dios (Dios concede poderes siempre egocéntricos y reaccionarios en Bañeros 3).

Los viejos, los locos (la inefable vuelta de Paolo), los asiáticos (chinos, coreanos, japoneses, total es lo mismo) son objeto de burla de la risa tinelliana (al fin y al cabo, de allí vienen los tres), de la carcajada dañina y la mala leche, que logra convertir en insulto un adjetivo común: “negro”, “gordo”, “chino” (sólo falta decir “judío”), que alcanzan para consumar el acto despectivo. Y las mujeres, obvio, son apenas parte de la decoración de una publicidad de Radio Diez (sus móviles pasan por detrás a modo de PNT), tan abrumadoramente facha como peligrosamente cool.

Bañeros 3, con su humor sano, simple y blanco, representa lo peor del ser nacional, de ese que reparte banderitas argentinas para despertar ese chauvinismo que todos llevamos adentro, y machaca con insistencia por más seguridad, por más fierros, por menos diferencia. No deja de ser curioso, además, que a los únicos que vale la pena defender en Bañeros 3 frente a la poderosa mafia mundial (además de a ellos mismos) es a los perros. Que son los mejores amigos del hombre: del hombre blanco, claro.

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