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Domingo, 7 de septiembre de 2014

CINE › CECILIA DOPAZO Y FERNAN MIRAS HABLAN DEL REESTRENO DE TANGO FEROZ

“Hoy no hay dictadura, pero sí hay una juventud despierta”

Los actores coinciden en que el film de Marcelo Piñeyro les cambió la carrera, aunque el éxito obtenido fue emocionalmente “desestabilizador”. Dicen que Tango feroz, de 1993, resistió el paso del tiempo y que reflejó un “espíritu de época”.

 Por Oscar Ranzani

Hace 21 años se estrenaba en Buenos Aires Tango feroz, la leyenda de Tanguito, ópera prima de Marcelo Piñeyro que fue un éxito de taquilla: convocó a 1.700.000 espectadores. Muchas de las butacas fueron ocupadas por jóvenes que no solían ir al cine. Y tal vez muchos de ellos desconocían la vida del mítico Tanguito (1945-1972), pero se sintieron identificados con el espíritu de los ’60. Tango feroz fue cuestionada en su momento por algunos músicos emblemáticos del rock nacional por entender que se distorsionaba la verdadera historia de José Alberto Iglesias. Más allá de la polémica, la película abrió un debate en plena era menemista sobre los valores de la sociedad de consumo. En ese sentido, el film hablaba de un personaje de los ’60 en los ’90, años en los que el poder dejaba entrever que lo que podía comprar el dinero era justamente lo contrario de lo que pregonaba el personaje de Fernán Mirás en la ficción. Su compañera, Mariana, una joven militante hija de un militar, fue interpretada por Cecilia Dopazo. Ambos actores eran también veinteañeros en aquel entonces, y Tango feroz significó un cambio de rumbo en sus carreras profesionales. Este jueves se reestrena una versión remasterizada en HD del primer largometraje de Piñeyro.

“Un hito, un antes y un después, sin ninguna duda”, confirma Dopazo sobre su participación en la película. “Tango feroz significó un gran aprendizaje en relación con la época, al espíritu de la época y también en cuanto al cine, porque Marcelo es muy cinéfilo y nosotros tuvimos muchísimos encuentros en la preproducción en donde él era muy específico, muy elocuente con respecto a lo que quería lograr en cada escena”, explica la actriz que luego volvería a trabajar a las órdenes de Piñeyro en Caballos salvajes. “Para mí, fueron tantas cosas y en tantos órdenes...”, reflexiona Fernán Mirás. “Por un lado, fue una oportunidad gigante, y por otro, fue un reto muy grande también, con mucho miedo. Eramos muy jóvenes. En el rodaje estábamos felices con esa película. Marcelo decía que todos la sentían como propia y todos la querían hacer”, agrega el actor, quien reconoce que al grupo que participó le cambió el futuro. “Nos llenó de oportunidades”, especifica Mirás.

–Teniendo en cuenta la edad que tenían cuando protagonizaron la película, ¿en qué medida se sintieron identificados con el espíritu adolescente que tenía la historia?

Cecilia Dopazo: –En mucho. Es una época muy romántica de la vida en la que tenés sueños, muchas expectativas para tu vida. Yo me fui a vivir sola en ese momento. Estaba muy peleada con mis viejos, pero no para copiar a Mariana, la protagonista, sino porque me pasaba de verdad desde un poco antes de la preproducción. Con lo cual era muy liberador ir a actuar eso. Yo estoy segura, porque me lo ha dicho mucha gente y, además, por la repercusión que tuvo, que a muchos les pasó lo mismo: se sentían totalmente reflejados, porque eran adolescentes o estaban en su primera juventud. Y después, para la generación de nuestros viejos era un espejo enorme de lo que habían sido cuando iban a la facultad, cuando militaban o simplemente por el espíritu de la época, fines de los ’60 y principios de los ’70, con el gobierno de Onganía. Era un momento histórico que había vivido esa generación.

Fernán Mirás: –Tango tiene algo de héroe romántico, es alguien que va contra todo. Y sentía que dramáticamente lo podía entender y probablemente tuviera que ver con esa edad.

–¿Investigaron la década del ’60 para componer los personajes?

C. D.: –Sí, desde leer El diario del Che en Bolivia hasta diarios de la época que nos facilitaba la producción para entender las noticias de ese momento; por ejemplo, la represión que había contra los estudiantes. También fueron muy importantes las películas. Vimos muchas de los años 60 muy conocidas y nada conocidas. Por suerte teníamos al cinéfilo de Marcelo. En paralelo, salió la película de Jim Morrison. Nos empapamos mucho de la época.

F. M.: –Yo recuerdo habernos juntado todos a ver varios documentales de grupos de rock. Había también un montón de material periodístico de la época. No sé si eso venía del lado de Aída Bortnik, que fue la guionista y que había sido periodista en esa época. Entonces, ella vio mucho esa movida. Había mucho material que tenía que ver con cosas de ella y otro que era de la investigación para el guión.

–¿Creen que antes que nada Tango feroz es una historia de amor?

C. D.: –Sí, el acento está puesto en la historia de amor. Se despertó mucha polémica a partir del estreno sobre si esa era la verdadera vida de Tanguito o no. Hubo gente muy extremista que salía a observar el tema de la música y del rock cuando claramente –y dicho por el autor y director de la película–, el tema pasaba por la historia de amor. Todo lo demás era contexto. Y contexto con libertad. Por eso, dice que es la leyenda de Tanguito y no se dice que es la vida de Tanguito.

F. M.: –La historia de amor es lo más potente y donde hace eje la película. Y también creo que no es biográfica. Esto lo sabía la familia de Tanguito que dio las canciones de él. Y que era una excusa dramática para contar el espíritu de una época que cuando la película se estrenó no se había retratado nunca. Y, a la vez, lo hacía de una manera moderna. Nosotros la vimos hace poco y la película resiste el paso del tiempo de una manera impresionante. Marcelo dice que la película capta muy bien lo que es ser joven.

–¿En qué aspectos encuentran que el film sigue teniendo vigencia?

C. D.: –Este tema de ser joven del que habla Fernán es de todos los tiempos, no importa en qué contexto. Entonces, ahí es inevitable que los que la vayan a ver se sientan identificados. Después, el contexto y la sociedad cambiaron en relación con lo que se cuenta en la película (gente que salía a luchar contra una dictadura), y a los ’90, cuando se estrenó en pleno menemismo, donde el contexto no tenía nada que ver con lo que planteaba la película: “Sos, en tanto tenés mucha plata”, pizza con champagne, etcétera. Y en este tercer momento la película cobra otro sentido por el nuevo interés que hay en la juventud de militar, de involucrarse, de generar polémica. Me parece que puede ser de nuevo un reflejo, motivador también. Y son tres momentos muy diferentes porque hoy no hay dictadura y, sin embargo, hay una juventud despierta.

F. M.: –Algo que recuerdo como lo más sorpresivo y que me resulta muy romántico en un punto de lo que ocurrió fueron las preocupaciones previas al estreno. Era el auge del menemismo y la película hablaba de que “todo no se compra, todo no se vende”. Era como “un chino”. Y recuerdo cómo se empezó a abrir una grieta: una o dos semanas después de estrenarla se empezaron a llenar las salas. Incluso recuerdo a un famoso de derecha que dijo: “Fui a ver Tango feroz. Es una película que intenta mandar toda una nueva generación de jóvenes al matadero”. No me olvido más la frase porque era casi una amenaza. Yo me preguntaba: “¿Por qué estará asustado?”. Para mí fue la pista de que algo pasaba, porque estaban muy indignados de que empezara a ser un éxito una película sobre ese tema. Y tampoco es un largometraje que se centre en la militancia, sino que habla del inicio del rock en la Argentina y de un montón de otras cosas, además de que el personaje de Cecilia es militante.

–Justamente lo que se transmitía de arriba hacia abajo en pleno menemismo era el éxito fácil, la pizza con champagne que mencionaba Cecilia. ¿La película tuvo tanto éxito porque parte de la juventud de los ’90 se sentía representada en una época de fuerte crisis de ideales?

F. M.: –Puede ser que sí. Lo que recuerdo fue la sorpresa. En esa época se sabía que las salas la iban a bajar. Y frente al hecho de que empezaron a ir los jóvenes solos y después con los padres y que metiera casi dos millones de espectadores, uno decía: “Ah, entonces, eso está ahí todavía”. O sea, en una época en la cual te querían bajar línea de todos lados diciéndote: “Bancátela porque es así”, uno decía: “Hay una semilla ahí de que la gente siente que tiene derechos y que puede no transar con cualquier cosa y defender sus valores”. Lo más sorprendente para mí, del éxito de Tango feroz, fue sentir que en esa época en que los jóvenes no iban al cine y el cine argentino no estaba bien fueron ellos los primeros en verla sobre un tema que en ese entonces te decían que era lo que menos vendía.

–¿Hubo un aprendizaje de las nuevas generaciones en estos veinte años respecto de la militancia de los ’60 que refleja la película?

F. M.: –Lo más importante es que se le tiene menos miedo a la militancia. Se discute de política y nadie se va a morir por eso.

C. D.: –Fue un cambio muy positivo.

–¿Y qué significaba para ustedes tener veinte años en los ’90 y saltar a la fama?

C. D.: –Por un lado, fue muy halagador que eso sucediera de la mano de algo que queríamos tanto y a lo que le estábamos tan agradecidos. Entonces, era un gran orgullo ser reconocidos por la gente en la calle, por los medios, poder viajar a festivales, que se nos abrieran un montón de puertas, que nos ofrecieran tantos trabajos y tan diversos. Pero, por otro lado, también fue un poco desestabilizador. Todas esas cosas exigían una gran responsabilidad para la que yo, por lo menos, no estaba preparada a los 22 años. Entonces, hice lo que pude de la mejor manera. Había gente que se te ofendía. Los amigos me decían: “Ah, ahora no me llamás más”. Y, en realidad, una seguía siendo la misma persona, muy exigida y muy tironeada, pero la misma persona. Quizá no tenía tanto tiempo para estar en familia, porque tenía muchas responsabilidades. Quizá los que cambiaban eran los que estaban alrededor nuestro. Yo venía de hacer televisión y el reconocimiento era lindo, pero superficial: era un autógrafo, una foto, pero nada más. El estreno de Tango feroz significó una comunicación más interesante y más genuina con la gente, porque se me acercaban para decirme algo. Había un contenido en lo que nos podíamos decir, más allá de: “Hola, sos famosa y yo soy público”. La gente se me acercaba para contarme cosas personales y experiencias, para discutir. Era mucho más enriquecedor y mucho más lindo.

F. M.: –Yo coincido con lo que decís, porque además lo vivimos en paralelo y nos hicimos muy amigos en esa época. Yo también sentí que, de golpe, tuve que empezar a atender un montón de teléfonos y exigencias o pedidos y las decisiones tenían más peso respecto de lo que hacía o no con mi carrera. Por otro lado, me permitió saber que me gustaba ser actor y que me iba a dar muchas más posibilidades de elegir de las que tenía. En ese sentido, actores experimentados me decían: “Tranquilo”. Incluso Piñeyro decía: “Tranquilo, después esto se acomoda”.

C. D.: –Nos decía: “Es un momento también. No es que toda la vida sigue así. Traten de disfrutarlo lo más posible”.

F. M.: –Pienso que bastante bien nos acomodamos dentro del sacudón por la edad que teníamos. Y, por otro lado, con los años, las cosas que tienen éxito te las tomás mucho más tranquilo. Además, lo disfrutás más.

–¿Qué sintieron al volver a ver ahora la película, más allá de las diferencias en el aspecto físico?

C. D.: –Mucha alegría. Vi en mí a una persona que conozco muy bien, que tengo muy fresca. Me reconocí. Todavía soy esa persona y ahora con mucha más experiencia sumada, pero nada de eso restado. Me dio mucha ternura vernos a todos. Fue una sensación muy cálida. Y para mi sorpresa le encontré un nuevo sentido, porque si bien yo me conocía la película de memoria recobró un nuevo sentido la última escena en la que el personaje de Leonardo Sbaraglia lo filma a Tango y este le dice: “Filmame, me quiero decir algo para cuando sea viejo dentro de veinte años”. Y estábamos todos los actores ahí viéndonos. Y lo que estaba diciendo Tango era: “No te traiciones (hablándose). Tenés sueños, cosas por perseguir, no te dejes comprar”. Y estábamos cada uno ahí diciendo: “¿Me traicioné? ¿Qué hice estos veinte años?”. Porque yo sentía y pensaba lo mismo que Tango. Un poco, él estaba encarnando lo que éramos todos. Entonces, fue fuerte. Fue directo al alma.

F. M.: –Lo más difícil para mí fue tener objetividad sobre la película, porque durante años cada vez que vi algo de Tango feroz en la tele me remitía al rodaje. Me es muy difícil ver la peli como si no supiera quién soy. Y ahora fue la primera vez que la vi entera después de tantos años y siento que me vi tan joven como si fuera otro. Y me gustó mucho. Por ahí gané más en objetividad. Creo que, a veces, películas muy buenas no resisten el paso del tiempo y me sorprendió que Tango feroz parezca un film de hoy, que se podría estrenar hoy.

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Mirás y Dopazo hoy, a veintiún años de haber encarnado una dupla que fue vista por 1.700.000 espectadores.
Imagen: Pablo Piovano
 
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