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Miércoles, 11 de febrero de 2015

CINE › MAñANA REGRESARá EL VERANO FRANCéS AL BAMA CINE ARTE

Un ciclo para poder decir “oui”

Hasta el 25, podrán verse films de autor, de grandes estrellas, independientes y algún documental, todos de reciente estreno en Francia e inéditos en la Argentina, en este ciclo programado por la Fundación Cinemateca Argentina, con apoyo de la Embajada de Francia.

 Por Horacio Bernades

Catorce films inéditos, de reciente estreno en Francia, podrán verse a partir de mañana en el ciclo Verano Francés, que programa y organiza la Fundación Cinemateca Argentina, con apoyo de la Embajada de Francia. Verano Francés tendrá lugar hasta el 25 de febrero en BAMA Cine Arte (Roque Sáenz Peña 1150; días y horarios en http://www.cinematecaargentina.org.ar y en la página de facebook BAMA Cine), con entradas a un tercio del valor regular. De amplio registro, el ciclo presenta films de autor (Philippe Garrel, Bertrand Tavernier, Mia Hansen-Love, Christophe Honoré), tanto como de grandes estrellas –con las infaltables Deneuve & Huppert a la cabeza–, así como films independientes, algún que otro documental, la nueva versión de cierta famosa novela y, cómo no, más de una representante del clásico intimismo francés. Que en la Argentina sigue siendo pasión de multitudes. O casi.

El nombre más alto del ciclo es el de Philippe Garrel. A los sesenta y pico y con casi medio siglo de carrera, Garrel es el más fiel heredero en actividad de la nouvelle vague. No sólo por el gusto de filmar frecuentemente en blanco y negro sino, sobre todo, por su idea del cine como prolongación de la vida (propia). En sus películas, la cámara se relaciona, durante un tiempo limitado, con personajes que podrían ser amigos, amantes o parientes del realizador. Y lo son. Desde que se reunió en cámara con su hijo Louis –protagonista de todas sus películas desde Los amantes regulares (2005)– y con su padre Maurice, rostro habitual en su cine hasta su fallecimiento en 2011, esa familiaridad se hizo más manifiesta. Garrell filma con regularidad bianual desde hace más de una década y La jalousie es su film más reciente (la nueva, L’ombre des femmes, seguramente se verá en Cannes en meses más).

En entrevistas, Garrel reconoció que la historia La jalousie está inspirada en la de su padre. La anécdota, como de costumbre, es mínima y sin otra arista extraordinaria que no sea el amour fou, esa forma de flechazo que se pronuncia en francés. Louis, actor con una hija pequeña, deja un día a su mujer, a la que ama, por una colega ante la que cayó rendido. El resto es la red de inextricables sentimientos, arrepentimientos y reencuentros entre los personajes, registrados por una cámara que los sigue sin pretender saberlo todo. Sin saber nada más que lo que está viendo. El prístino blanco y negro es obra de Willy Kurant, fotógrafo nada menos que de Masculino-femenino, de Jean-Luc Godard.

En Crónicas diplomáticas (Quai d’Orsay, 2013), Bertrand Tavernier incursiona en lo que no suele ser una de sus especialidades: la sátira. Sátira política, algo que está más en sintonía con los intereses del realizador de Más allá de la justicia y Capitán Conan. El título en castellano alude a la relación entre el ministro de Relaciones Exteriores de la République y un joven escritor, al que aquél (el comediante Thierry Lhermitte, perfecto) contrata para que le escriba sus discursos. Como cierto ex presidente argentino, el tiempo de concentración del poderoso ministro se reduce a unos quince segundos, y prefiere dar lecciones al prójimo y lidiar con el resto de las naciones, mientras saca brillo a su carisma y popularidad. Cinéfilo, como se sabe, de gran erudición y vasta memoria, Tavernier logra imprimir a Quai d’Orsay la ligereza y velocidad de un vodevil, con el cine de Ernst Lubitsch en la cabeza. Lo sorprendente es lo bien que le sale.

En Primer amor (Un amour de jeunesse, 2011), Mia Hansen-Love sigue a un chico y una chica desde la adolescencia y a lo largo de una década, pasando del film de iniciación al melodrama, en el marco de una naturaleza tan en flor como los protagonistas. Como en Canciones de amor (2007), en Les bien-aimés. Christophe Honoré vuelve sobre el modelo del musical autoparódico, narrando las historias amorosas de una madre (Catherine Deneuve), su hija (su hija, Chiara Mastroianni) y la nieta (Ludivine Seigner), a través de la historia y el espacio, y entre la comedia y el melodrama, de la Praga de los tanques al derribo de las Torres Gemelas. Tomboy y Grand Central participaron, en ediciones sucesivas, de la Competencia Oficial Internacional del Bafici. En la primera de ellas, obra de Céline Sciamma, una nena se hace pasar por nene y le gusta más que seguir siendo nena. Para el protagonista de Grand Central, la mujer de un amigo (Léa Seydoux, la seductora de La vida de Adèle) se convierte en metáfora del lugar de trabajo: una central nuclear.

Attila Marcel (2013) es la primera incursión de Sylvain Chomet –que ganó reputación con sus largos de animación Las trillizas de Belleville y El ilusionista– en el cine con actores. Fábula que puede hacer pensar en Jacques Tati (o en Amelie, depende de cómo le pegue a cada uno), Attila Marcel está protagonizada por un treintañero funambulesco, reclusivo y mudo, que vive con sus tías y abuela (la veterana Bernadette Lafont, diva de la nouvelle vague). La religiosa es la versión 2013 de la novela de Jacques Diderot que a fines de los ’60 le trajo serios problemas de censura a Jacques Rivette, ahora con Isabelle Huppert como madre superiora. 9 meses de condena (9 mois fermé, 2013) permitirá asomarse a la obra de Albert Dupontel, a quien por aquí tal vez se identifique más como actor (en Irreversible, por ejemplo) que como realizador. Cineasta dado a la desmesura y revulsión cómica, en 9 de meses de condena narra cómo el sorpresivo embarazo de una jueza muy pacata, culpa de un preso, un baile de máscaras y un exceso de champán.

En el rubro “actores que dirigen” debe computarse también a Respira (Respire, 2014), opus 2 de la treintañera Mélanie Laurent. Si el nombre suena ha de ser por Bastardos sin gloria: Laurent era allí la vengadora de nazis que ponía la película en llamas. Unico documental del ciclo, La cour de Babel (juego de palabras con tour de Babel, “torre de Babel”) marca el regreso de Julie Bertuccelli, de quien aquí se conoció la muy delicada Cartas de París, al género de sus comienzos. Bertuccelli filma a lo largo de un año el curso de francés que toma un grupo de chicos inmigrantes, venidos con sus familias desde todos los rincones del mundo. Que se la haya comparado con Ser y tener es motivo más que suficiente para prestarle toda la atención. La imponente Emanuelle Devos (Lee mis labios, Reyes y reina) protagoniza La vie domestique, que se interroga (como Lule femme nue, con la también espléndida Karin Viard) sobre la identidad femenina. Cierra el ciclo Hipócrates (2014), sobre la dificultosa iniciación de un médico joven, cuyo padre echa sobre él una sombra demasiado larga.

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En Crónicas diplomáticas (2013), Bertrand Tavernier incursiona en la sátira.
 
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