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Jueves, 19 de abril de 2007

CINE › “PAREJAS”, DE BART FREUNDLICH

Un trámite caro

 Por Horacio Bernades

5

PAREJAS (Trust the Man) EE.UU, 2005.

Dirección y guión: Bart Freundlich.
Intérpretes: David Duchovny, Julianne Moore, Billy Crudup, Maggie Gyllenhaal, James Le Gros, Eva Mendes, Ellen Barkin y Garry Shandling.

Cualquier ser humano debería tener el derecho de filmar comedias en Manhattan, cuyos protagonistas –pertenecientes al mundo del arte o el pensamiento, tan habituados al psicoanalista como a los caffé latte de Starbucks– se debaten en dilemas amorosos y existenciales, sin que por eso lo descalifiquen como mero imitador de Woody Allen. De hecho y aunque sus personajes difícilmente puedan ser caracterizados como pertenecientes a ninguna intelligentsia, la descripción de arriba podría aplicarse perfectamente a una serie como Seinfeld. Lo cual nunca le impidió ser extraordinaria, incluso hasta el punto de superar por lejos a su supuesto punto de referencia. No es lo que sucede con Parejas, que al único Woody al que puede compararse es al de los últimos años. O sea, un Woody que es como una pálida copia de sí mismo.

Y eso que la película (Trust the Man es el título original) permite reencontrarse con los ojitos semicerrados y la sonrisa torcida de la gran Ellen Barkin, lo cual le eleva el puntaje a cualquiera. Pero la rubia hace un personaje apenas episódico, tanto como los del cómico televisivo Garry Shandling (el Larry Sanders del show homónimo) y James Le Gros, recordado por Drugstore Cowboy y Singles, entre otras. Le Gros es un favorito del autor y director Bart Freundlich, que lo eligió para varias de sus películas (ésta es la quinta que filmó), lo mismo que a Julianne Moore. Claro que en este caso se trata de la esposa del director. Pero basta de digresiones: a los hechos.

Como el título local lo indica, Parejas tiene un doble dueto protagónico: el matrimonio integrado por Tom (David Duchovny) y Rebecca (Moore) y la pareja de novios que componen Tobey (Billy Crudup) y Elaine (Maggie Gyllenhaal). Rociada de visitas al terapeuta de pareja, abstinencias sexuales impuestas, cuernos varios y necesidades insatisfechas, el principal problema de Parejas es que, más que una película, parece un trámite. Es como si la película respondiera a un contrato previo, en el que consta que el director está obligado a filmarla (pero es evidente que nadie lo obligó) y el espectador, a verla (lo cual, con entradas a 15 pesos, la convierte en un trámite caro).

Un trámite que al final se vuelve engorroso, cuando de repente el escritor y director se pone a repartir happy endings a montones, no importa que vengan o no a cuento.

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