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Viernes, 16 de noviembre de 2007

CINE › “UPA! UNA PELICULA ARGENTINA”, DEL MANIFIESTO GRUPO ACCION

El Nuevo Cine Argentino en solfa

Lo más valioso de UPA! es esa contaminación constante, esa mimetización entre la película en sí misma y aquella que sus protagonistas ni siquiera pueden comenzar a rodar.

 Por Luciano Monteagudo

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UPA! UNA PELICULA ARGENTINA
(Argentina/2007).

Dirección: Santiago Giralt, Camila Toker y Tamae Garateguy.
Guión: Eva Bär, Tamae Garateguy, Santiago Giralt y Camila Toker.
Música: Tomi Lebrero y su Puchero Misterioso.
Edición: Eva Bär.
Dirección de arte: Diego Schipani.
Intérpretes: Santiago Giralt, Camila Toker, Hildegunn Waerness, Tamae Garateguy, Florencia Braier, Héctor Díaz, Silvina Acosta, Daniel Fanego y Gloria Carrá.
Estreno únicamente en el Hoyts Abasto (horarios regulares) y en el MALBA (sólo los sábados, a las 24).

“¿Por qué seremos tan dementes / los chicos del cine independiente?”, es el estribillo del pegadizo rap que cierra UPA! Una película argentina, ganadora del premio al mejor film nacional en el último Bafici. Y esa estrofa le va muy bien a la película escrita y dirigida a ocho manos por Santiago Giralt, Camila Toker, Tamae Garateguy y Eva Bär, una sátira sobre las vicisitudes de hacer cine en nuestro país por afuera de los circuitos industriales. Precisamente, lo más valioso de UPA! es esa contaminación constante, esa mimetización entre la película en sí misma y aquella que sus protagonistas ni siquiera pueden comenzar a rodar, un juego de cajas chinas que remite a toda una tradición del cine dentro del cine, que va desde Cautivos del mal a La noche americana, por citar apenas dos de los ejemplos más famosos.

Ya desde los créditos de apertura, de una silvestre estética pop, UPA! –un título que parece sugerir la primera infancia del cine– se propone como un esfuerzo colectivo, el trabajo de un grupo cuyo manifiesto (¿verdadero, apócrifo?) llama a la acción inmediata, plantea “muchas cabezas pensando y tomando decisiones” y establece la idea de “tomar conciencia del proceso”. Esto último no es precisamente lo que priorizan los personajes de la película.

No bien la productora (Garateguy), el director (Giralt) y la actriz (Toker) reciben la noticia de que han ganado en el lejanísimo Festival de Tromso, en Noruega, un subsidio de 5000 euros para producir el work in progress de un futuro largometraje, estallan en gritos histéricos y frenéticas llamadas telefónicas a amigos, padres y amantes. A partir de allí, se lanzarán de lleno a esa “acción” que pedía el manifiesto inicial de Upa!, aunque una y otra vez se irán dando la cabeza contra la pared y también contra ellos mismos.

La película que pretenden hacer se llama Tromso/Tandil y quiere ser, nada menos, una suerte de relectura de Persona, de Bergman. “Vos sos mi Bibi Andersson y vos mi Liv Ullmann”, le dice muy convencido el director a su actriz y a una rubia (Hildegunn Waerness), que hizo venir especialmente de Noruega. Pero la escandinava deberá volver a casa sin haber rodado una sola toma, una soñada locación (el Palacio San Miguel, donde imaginaban hacer suntuosos movimientos de cámara) tiene que ser reemplazada por un modesto living-comedor y el director de fotografía cae por enésima vez en cana. Eso sin contar con los celos, las agachadas y las crisis personales que van poniendo a todo el equipo al borde de un ataque de nervios.

Hay ironía, desparpajo y una saludable dosis de autocrítica en Upa!, pero esas virtudes no impiden que, a pesar de sus exiguos 90 minutos, la película se haga demasiado larga, reiterativa en sus derivaciones y recursos cómicos. Tampoco faltan, es verdad, apuntes filosos (“¿Es una de esas películas que se hacen ahora, donde no pasa nada?”, pregunta una actriz famosa no muy convencida de participar en el proyecto) y más de un dardo a la vanidad y la infatuación que se supone prevalecen en el llamado Nuevo Cine Argentino. Pero el resultado final no deja de ser una home-movie, un divertimento casero al que –un poco como sucede con sus propios personajes– le cuesta ver un horizonte más amplio que no sea el de su propio entorno.

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Santiago Giralt o la autoinmolación del cine independiente.
 
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