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Viernes, 23 de noviembre de 2007

CINE › “SUPERCOOL”, UNA VUELTA DE TUERCA A LA PELICULA TEENAGER DIRIGIDA POR GREG MOTTOLA

Cuando los “aparatos” ganan la partida

Lejos de la clásica bobera de los films adolescentes, Supercool propone una inmersión en la locura americana cruda y chocante, una odisea protagonizada por nerds y guiada por un espíritu festivo, delirante.

 Por Horacio Bernades

8

SUPERCOOL
(Superbad) EE.UU., 2007.

Dirección: Greg Mottola.
Guión: Seth Rogen y Evan Goldberg.
Intérpretes: Jonah Hill, Michael Cera, Christopher Mintz-Plasse, Martha Mac Isaac, Emma Stone, Seth Rogen y Bill Hader.


Si en una coctelera se mezclaran American Pie y Todd Solondz, Saturday Night Live y las primeras películas de Richard Linklater, Virgen a los 40 y “Ligeramente” embarazada, al trago resultante podría ponérsele por nombre Supercool. Si las locas ganas de debutar los iguala con sus primos de American Pie, la manera en que Supercool se relaciona con sus teenagers (desde cerca, en tiempo real, sin subestimar ninguno de sus rituales) recuerda enormemente a la extraordinaria Dazed and Confused, de Linklater. Un par de policías parecen escapados de alguno de los sketches más enfermizos de SNL, y desde Happiness o Storytelling no se emprendía una inmersión en la locura americana tan cruda y chocante. Pero a la inversa del negro destino que les aguarda en las de Solondz, a los nerds protagónicos se los premia con las más lindas de la clase, como en Virgen a los 40 o “Ligeramente”.... La pesadillesca noche de Supercool es una de la que se sale vivo y con ganas de seguir festejando.

Spin-off o derivado del mundo Apatow, todo empezó cuando Seth Rogen, protagonista de “Ligeramente”..., le presentó a Judd Apatow –productor de esa película y de Virgen a los 40– un guión coescrito con su amigo Evan Goldberg, que aquél “compró” sin dudar. No es raro: desde la serie Freaks and Geeks (desconocida por aquí), el mundo Apatow es uno en el que los “aparatos” se salen con la suya. Y los protagonistas de Supercool, Seth y Evan (que, llamativamente, se llaman igual que sus creadores), son, a no dudarlo, dos aparatos. O, lo que es lo mismo, dos adolescentes. John Belushi en versión teen, Seth (el regordete Jonah Hill, que ya aparecía en “Ligeramente”...) es una especie de topadora con camisa al viento, vozarrón raspado y una de esas cabelleras rompepeines. A su más tierna edad se pasaba el día dibujando pitos (no precisamente de referí de fútbol) y ahora, basta que una chica se le arrime para que se ponga a hacerle toda clase de obscenidades por la espalda.

Complemento dramático clásico, Evan (Michael Cera, de la serie Arrested Development) es el modosito de los dos. Tan ocupado está en titubear y tartamudear frente a Becca, la chica por la que muere (Martha Mac Isaac), que no se da cuenta de que Becca muere por él. A partir del momento en que unas chicas los invitan a una fiesta, la cosa se vuelve algo así como la versión teen (y dual) de La Odisea, con Seth y Evan emprendiendo un largo, aventurado viaje del día hacia la noche. Un minimarket, un posible pedófilo, una wild party, ninfómanas, borrachos y, sobre todo, dos policías inenarrables son las nuevas versiones de Circe, las sirenas, Eolo, los cíclopes e tutti gli fiocchi. No debería llamar tanto la atención: al frente de la película está Greg Mottola, que había dirigido antes Deseos y sospechas, donde una familia vivía su odisea motorizada.

Lo que no es tan cierto es que se trate de una versión dual: hay un tercer mosquetero llamado Fogell (si Seth parece Belushi, Christopher Mintz-Plasse es Elvis Costello a los 17). Dueño de un documento de identidad trucho que, se supone, le permitirá comprar bebidas para todos, detrás de él vienen dos uniformados (el guionista Seth Rogen y el Saturday Night Live Bill Hader) que, más que de policía, parecerían agentes del caos. Arrastrada por ellos, la aventura nocturna deviene inversión absoluta del orden diurno. Película funky, Supercool convierte al espectador en lo mismo que Seth, Evan y Fogell: un rehén del imprevisto. Los muchachos son arrestados, secuestrados, abducidos, arrastrados, tentados, cogidos (en el buen sentido) y abusados, y así como ellos nunca saben bien cuándo, cómo ni por qué, tampoco lo sabe el espectador.

Supercool devuelve al espectador a un estado en el que todo es posible y todo se atraviesa con inocencia. Lo desternillante y lo amenazante, lo deseado y lo alucinado, lo dorado y lo siniestro. El carácter tranquilizador del plano final, que une a los protagonistas con sus ninfas, es de una provisoriedad absoluta. Los cuatro están magullados. Ellos vienen de hacer sendos papelones con sus chicas. Además, y sobre todo, en la escena previa dio toda la sensación de que los vapuleados Seth y Evan estaban por pasar a la acción entre ellos, debajo de la misma sábana y confesándose su amor. Tal vez lo hagan después de que la película termine; está claro que ese último plano no es el plano final.

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Supercool parece una buena mezcla de Todd Solondz, Riuchard Linklater y el programa Saturday night live.
 
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