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Martes, 16 de noviembre de 2010

PLASTICA › PINTURAS DE JOSé GARóFALO EN LA GALERíA VASARI

Las ficciones pictóricas

En su exposición, el pintor presenta una serie de obras oníricas que revelan en parte sus fuentes, a partir de citas y evocaciones. Una carrera que comenzó precozmente y hoy sigue incorporando elementos de su variada trayectoria.

 Por Fabián Lebenglik

La nueva muestra de José Garófalo (1964), Destino... configura una ficción pictórica que se alimenta, entre otros elementos, del imaginario de boleros y tangos, de ciertas ensoñaciones narrativas románticas y épicas, del teatro y el cine, de los mitos y leyendas latinoamericanos, de la cita y el homenaje a otros pintores. Pintura y sueño (o ensoñación) logran emparentarse en Garófalo, porque en sus obras –como en los sueños– aquello que sería característico de la narración, lo sucesivo, aparece como simultáneo; de modo que los niveles del relato se presentan todos de una vez ante la vista y entonces son los elementos de la imagen pictórica (color, figuras, escalas, transparencias, veladuras, palabras y frases pintadas, etc.) los que enuncian, dosifican o enfatizan ese relato (o más bien, esa ilusión de relato).

Se trata de una exposición que acaba de inaugurarse en la galería Vasari, en la que se exhiben 16 obras recientes del artista, entre pinturas (de formato grande y mediano) y gouaches.

Garófalo se dio a conocer como pintor muy precozmente. Estudió con Guillermo Kuitca entre los 16 y los 20 años, mientras pintaba graffiti callejeros y dibujaba historietas. A los 18 años participó de la muestra Ex-presiones, en el Centro Cultural Recoleta, exhibición que marcó el clima artístico del momento y anunciaba artísticamente el fin de la dictadura. También participó de varias muestras colectivas muy tempranamente. Ese dato inicial –la precocidad– muchas veces resulta un boomerang en la carrera de los artistas, porque cuando se empieza arriba, no es fácil sostenerse. En el caso de Garófalo, la cosa siguió sin problemas.

El propio artista relata la continuidad del camino: “Después de muchas muestras colectivas, participaciones en premios y concursos, y de trabajar en el taller de La Zona junto a Martín Reyna, Alfredo Prior, Rafael Bueno y muchos otros artistas, realicé mi primera exposición individual en el Centro Cultural Recoleta: La Leyenda de San Galo (1989). En los años sucesivos vendrían Arte en Loft, Recuerdo y Deseo en el estudio Giesso, Centro de Arte y Comunicación (CAYC), La era de la flor, en el Casal de Catalunya, Centro Cultural Ricardo Rojas, Fundación Klemm, Galería Beckett, La Casona de los Olivera y Lele de Troya”.

En 1992, cuando estaba ya por dejar de dictar clases de pintura y dibujo en el Centro Cultural Rojas y en su taller particular, ganó una beca del Fondo Nacional de las Artes (FNA); al año siguiente obtuvo el primer premio Gunther. Durante 1993 y 1994 participó de la realización de obras de gran escala en Costa Rica: pinturas murales en Parques Nacionales y una cúpula en el Museo del Niño. También expuso en ese país y sus muestras internacionales continuaron en Brasil, Perú, Panamá y Estados Unidos (donde también pintó murales, en Aspen, Colorado).

Al mismo tiempo participó de exposiciones itinerantes en el interior argentino.

En 1996 ganó otra Beca del Fondo de las Artes. En 1997 la prestigiosa galería Annina Nosei de Nueva York lo incorporó a su equipo y presentó sus obras en la Feria ArteBA y en muestras grupales en la sede neoyorquina de la galería.

Durante los últimos años viene realizando muestras grupales e individuales.

Otro aspecto de su trayectoria es que, además de pintor, Garófalo es bailarín, docente y coreógrafo de tango desde hace veinte años. Y esto se ve también en sus pinturas, donde el clima del tango aflora entre otros lenguajes populares. Garófalo ha venido trabajando en lugares como el Teatro Colón, el Centro Cultural Recoleta, el Centro Cultural San Martín, el Rojas, el Teatro Cervantes, la Universidad de Buenos Aires, la confitería Ideal, el Café Tortoni, la Escuela Argentina de Tango y en la milonga Porteño y Bailarín (de la cual es productor y organizador).

Como docente, coreógrafo y bailarín realizó giras por España, Francia, Portugal, Italia y Estados Unidos desde comienzos de la década del noventa.

Las evocaciones que pinta Garófalo van conformando una suerte de alfabeto, que transforma las experiencias, sueños, pensamientos e influencias en imágenes muy potentes y poéticas. Paisajes transfigurados, máscaras, personajes, sombras, estrellas, calaveras, globos terráqueos, frases pintadas, falsas (auto)biografías, etc. Así va el artista configurando las escenas pictóricas.

El artista sostiene que la clave de los relatos está en la pura abstracción y poder evocativo de los colores. Y cita de manera directa o indirecta a ciertos pintores: Xul Solar y su “panlengua”, Francis Picabia y Balthus. En esa suerte de personalísimo surrealismo, especialmente por el carácter marcadamente onírico y la presencia simultánea de lo que usualmente se enuncia como sucesivo, Garófalo ofrece algunas de sus preferencias y referencias a través de citas que se relacionan de distintas maneras con las obras de aquellos grandes artistas. Entre ellas: la paleta, los temas, el tratamiento.

En un breve texto poético de presentación, el pintor presenta algunas puntas, en clave autobiográfica, de novela negra o tomando elementos aislados de varios cuadros para transformarlos en un relato cifrado: “My name is Vigo. Nací en 1928, a mis 45 decidí morir a los 99. Maté a la muerte de tres tiros en el pecho, para que me diera tiempo (...) Hay cuadros que tienen su historia. Esta es la mía: Cuando cierro los ojos veo sólo una niebla verdosa, un circo con un caballo blanco, una amazona negra que no es tal, la cabeza como una máscara atascada en mi cerebro, los árboles muertos del bosque pétreo, el tetris que se viene encima con su peso abstracto, demasiado pesado... ¿Autorretrato? –shhhh, eso es un secreto–. En la panlengua las letras ya no dicen nada pero los colores, fíjate en los colores. Los autos no se detienen y la tierra sigue girando cuando los amigos mueren, pero cubos celestes y blancos se inflan como globos en tu honor. Llega el amanecer y yo intentado ser tan zen, bailando la danza del viento con el vientre henchido de dolor y placer”. (Galería Vasari, Esmeralda 1357, hasta el 10 de diciembre.)

Técnica mixta sobre tela, 2010; de Garófalo; 190 x 200 cm.

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Obra de Garófalo, 2010.
 
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