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Martes, 8 de noviembre de 2016

PLASTICA › ACABA DE PUBLICARSE UN LIBRO SOBRE LA OBRA DE LUIS WELLS

Sobre las aventuras en el espacio

Un importante volumen da cuenta de la obra del gran artista argentino Luis Wells, desde los años 50 hasta el presente. El propio artista cuenta sus proyectos de gran escala y Luis Felipe Noé repasa sus 5 etapas.

 Por Luis Wells *

A partir de la muestra Sueños Fabriles, realizada en 1999, inicié una especial relación con Córdoba. Algunos de mis amigos solían alquilar casa en las sierras y así descubrí este maravilloso lugar y las personalidades que lo han elegido, desde Manucho Mujica Láinez en su “Paraíso”, hasta un sinnúmero de artistas, escritores, coreógrafos y músicos de primera magnitud.

Esta exposición fue la oportunidad de acceder a personas que se interesaron en la concreción de proyectos que estaban pendientes hacía mucho tiempo. Fue, sin duda, una forma de crecer, porque pude hacer realidad aquellos sueños y transformarlos en “techos”, murales, etc.

En Sueños Fabriles, el montaje fue planeado cuidadosamente por Julio Ferreyra y Alejandro Mosquera, los dueños de la galería Granillo. La inmensa fábrica que albergó la exposición contenía aún grúas y guinches pintados de amarillo que contrastaban con los sillones y chaises longues tapizadas en pana violeta.

Enormes parlantes de última tecnología difundían música moderna. La panelería exhibía mis obras, además de textos y leyendas con comentarios sobre mi vida y mis obras. La concurrencia fue enorme y los diarios reflejaron ampliamente el acontecimiento. La estrecha amistad que surgió con algunas personas en este momento perdurará para siempre.

En 2001 expuse nuevamente en Córdoba, esta vez fue una muestra en la Galería Granillo y en el Museo Genaro Pérez, dirigido entonces por Sasha Dávila. También gestionado por los amigos cordobeses, expuse en Buenos Aires en la muestra inaugural de la Galería Arguibel.

Contratado por un importante restaurante de la capital cordobesa, en 2011 diseñé una obra de grandes dimensiones, realizada en acero policromado en el taller de herrería de Goyo Viale y denominada Serpiente emplumada. En aquellos años participé de varias muestras colectivas en distintas instituciones públicas y privadas de la provincia de Córdoba.

Luego apareció la oportunidad de ejecutar un mural de siete metros de largo para una residencia privada en Punta del Este. Esta obra me gusta mucho, pero por desgracia pertenece a la categoría de “obras secretas” por encontrarse emplazadas en ámbitos privados.

En Córdoba, en el 2011, a pedido de mi gran amigo el arquitecto Fancy Augustinoy y los ex alumnos de Herbert Diehl, creador del Instituto de Niños Músicos de la ciudad, diseñé un monumento en su honor. La obra se encuentra situada en el Parque de las Tejas y a su inauguración concurrió una multitud entre músicos, autoridades gubernamentales, público en general y coros que continuaron la obra creada por el maestro Diehl.

En el año 2014, invitado por la Municipalidad de Unquillo (Córdoba) al X Simposium Internacional de Escultura, realicé la obra Yarará, que fue emplazada en la entrada del pueblo.

Lo que rescato particularmente de esta última década es haber podido concretar una serie de aventuras en el espacio urbano, con las que había soñado durante años. No es frecuente, para un artista argentino, tener la oportunidad de realizar obras de gran tamaño y, en este caso, como de volúmenes y espacio se trata, es casi imposible imaginar lo que se experimenta frente a una obra de seis o siete metros de altura.

Recuerdo siempre lo que sentí en 1965 cuando me paré bajo mi primer techo, en la casa de Osvaldo Giesso. Yo había hecho maquetas, con color y sin él. La obra salió exactamente como la había planeado, las relaciones de formas, las acumulaciones de tubos, etc. Pero lo que no pude prever fue la dimensión y mi relación con ella. La posibilidad de relacionarme con el espacio y el volumen en esa dimensión cambió totalmente mi concepción. Eso es lo que me fue dejando esta cantidad de obras y sin dudas aquello modificó y sigue haciéndolo.

Tengo en espera, desde hace varios años, un proyecto para la entrada de la ciudad de Embalse, que me hace soñar con nuevos espacios, más grandes aún. Se trata del diseño de la entrada a la ciudad que consta de una rotonda que contiene una obra de veinte metros de altura. La obra discurre a lo largo de algunas arterias y culmina en otros monumentos en distintos lugares del pueblo.

En el año 2010 realicé una nueva versión de mi primer “techo” de 1965 para la muestra Imán: Nueva York. Arte argentino de los años 60, en la Fundación Proa de Buenos Aires. Tres años después, participé con un objeto de la década del ‘60 y dos toys actuales, para la exposición inaugural del museo MAR de Mar del Plata, llamada El espíritu Pop. El arte argentino de los sesenta.

Entre diciembre de 2014 y marzo de 2015 realicé la exposición antológica La fiesta secreta en el Museo Emilio Caraffa en Córdoba, donde convivían obras históricas con mi última producción. Para la entrada del museo diseñé una pieza de grandes dimensiones, también realizada en los talleres de Viale, que actualmente se encuentra emplazada en la entrada del barrio Villa Catalina del Municipio de Río Ceballos. Allí se levantará un edificio, proyectado por mi amigo Augustinoy, dedicado a exponer mis obras y las de otros artistas.

* Texto incluido en el libro Wells que acaba de publicarse; con proyecto editorial de Patricia Cairoli Díaz Guitian, edición de Cecilia Rabossi y diseño del propio Wells junto a Jerónimo Veroa.

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Homenaje a H. Diehl, de Wells; 8 metros, en acero y esmalte.
 
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