Miércoles, 3 de abril de 2013 | Hoy
DISCOS › PUSH THE SKY AWAY, LO NUEVO DE NICK CAVE & THE BAD SEEDS
Si en 2008 aturdieron con el carnaval eléctrico de Dig, Lazarus, dig!!!, aquí el grupo que encabeza el espigado hombre de negro se inclina por paisajes sonoros en los que la intensidad pasa por otro lado, pero deja los mismos, gozosos efectos.
Por Eduardo Fabregat
El lector debe ser advertido: esta nota tiene trampa. Pero hasta allí llega el rapto de honestidad brutal. La trampa se revela en las últimas líneas, y para que el asunto tenga efecto completo se recomienda no ceder a la tentación de ir ya mismo hasta allí. La espera y el aguante valdrán la pena, y de hecho todo comienza con una excelente noticia: Nick Cave & The Bad Seeds editaron un nuevo disco. Si la frase ya de por sí despierta entusiasmo, habrá que agregar que Push the Sky Away, el álbum en cuestión, no es sólo “otro de Nick Cave” (¿existe algo así, tan sólo “otro” disco de Cave?), sino un paquete de canciones bellísimas, que vienen a recordar por qué el australiano es quien es: un nombre ineludible de la música de los últimos treinta años.
Quien haya visto en vivo al espigado hombre de negro sabe que es un tipo que puede meter miedo, pero sobre todo un artista que no rehúye los riesgos. Lo último que se había escuchado de las Malas Semillas, Dig, Lazarus, dig!!!, en 2008, era una tormenta eléctrica de alta intensidad, con Cave entregado a esa faceta de crooner salvaje que no deja de disparar frases como ráfagas de ametralladora mientras todo cae alrededor. Grinderman, el proyecto paralelo que lo ocupó desde entonces (junto a los también Bad Seeds Warren Ellis, Jim Sclavunos y Martyn Casey), le sirvió para seguir expresando ese salvajismo; por eso no es de extrañar el clima radicalmente diferente que impera en Push the Sky Away, donde la intensidad pasa por otro lado... pero no pierde efecto.
“Entré al estudio con ideas muy embrionarias, y el grupo las convirtió en piezas de maravilla”, declaró Cave al editar el disco. Quizá haya tenido que ver el hecho de que el tal estudio sea La Fabrique, una mansión del siglo XIX en Saint-Rémy-de-Provence, en el sur de Francia. Estimulados por el clima, el entorno y las inevitables chispas que saltan cuando los Bad Seeds se juntan –aunque desde 2003 falte el irrepetible Blixa Bargeld, a pesar de la despedida de Mick Harvey en 2009–, el grupo le fue dando forma a un disco sin electroshocks, pero capaz de golpear duro con otras armas. Push the Sky Away es un excelente modo de ejemplificar por qué Cave puede ser oscuro pero no deprimente, emocional pero sin golpes bajos ni efectos berretas. Basta poner el demoledor combo de “Jubilee Street” (la cima de un disco lleno de grandes canciones) y “Mermaids”, que al promediar el disco instalan la convicción de que Cave hace muy bien en resucitar a su banda principal... y que no estaría nada mal que volvieran a la Argentina.
Aun con sus oscuridades poéticas, éstas son las canciones de un hombre enamorado; sobre todo en la muy específica, hermosa “Wide lovely eyes”, dedicada a su esposa Susie Bick, que engalana la tapa del disco tal como vino al mundo, en el mismo dormitorio de la pareja. Aun en pasajes algo inquietantes como “We real cool” o “Push the Sky Away”, se escucha a un Cave más gozoso que atormentado; “We No Who U R”, el track de apertura, ofrece el aire que se espera del australiano, con ese diseño tan conocido de un pianito llevando el pulso y su profunda voz contrapunteando con los coros femeninos. De a poco, todo Push the Sky Away se va como un sonoro suspiro, dejando las inmediatas ganas del replay, la conocida sensación de que, entre tanto ruido discográfico y ambiental, es un álbum que se quedará largo rato en el reproductor, en el estéreo del auto, en los auriculares.
Y entonces, la trampa: en el resto del mundo el disco fue editado por el sello independiente Bad Seed Ltd., lo que implica que, al menos por el momento, no se lo encuentra en bateas argentinas salvo en su onerosa versión importada. Quizá esto sirva para empujar un poco, y que algún sello encuentre un tiempito entre el último del rapper incomprensible de la costa oeste, la chica fabricada en serie con AutoTune incorporado y el nuevo de Agapornis, para hacer un poco de justicia a la música que deja marcas en el alma.
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