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Miércoles, 28 de septiembre de 2005

DISCOS › ANTOLOGIA CON CUATRO CDS DEL POETA MENDOCINO

La voz de Tejada Gómez sigue llamando a releer la historia

Un trabajo de recopilación encarado por su familia reúne sus recitados.

 Por Karina Micheletto

En el cancionero argentino hay nombres fundamentales, poetas y músicos que abrieron caminos de creación expansivos y marcaron un antes y un después. Por esas cosas de la forma en que la Argentina cuida su patrimonio cultural, las obras de muchos de ellos quedaron guardadas en manos particulares, custodiadas por familiares, amantes o estudiosos del género, y se perdieron para el gran público. El de Armando Tejada Gómez es uno de esos nombres que todo el mundo menciona, pero que no aparece suficientemente a mano. Gran parte de su voz permaneció durante todo este tiempo guardada en vinilos y casetes dispersos, con muchos de los fonogramas originales perdidos. Ahora, un trabajo de recopilación encarado por su familia, al frente del cual estuvo la hija del poeta, Gloriana Tejada, reúne en una antología de tres cds buena parte de sus recitados, más un cuarto cd multimedia con su obra y biografía, filmaciones desconocidas, fotos, reportajes y testimonios de quienes lo conocieron.
La voz grave, sentenciosa de Tejada Gómez recitando sus propios poemas resuena en sus discos históricos y también en registros hasta ahora inéditos. Trae historias de héroes anónimos cargadas de tono épico, epopeyas cotidianas de ese hombre concreto que reclamaba el manifiesto del Movimiento del Nuevo Cancionero, aquel que el poeta fundó en 1962 con otros jóvenes artistas mendocinos como Oscar Matus, Mercedes Sosa y Tito Francia. Una voz influenciada por Pablo Neruda, César Vallejo y Miguel Hernández, pero una voz propia. Allí están sus poemas más conocidos (Un grito de ida y vuelta, Hay un niño en la calle) y también los poco difundidos como Gustavo, el preceptivo, que pinta a un profesor que “explica en un aula blindada”, incapaz de contener las inquietudes del alumno: “De noche el profesor huele a pájaro muerto”, dice el último verso. “Lo incluí después de que un amigo de mi hijo, que estudia Filosofía y Letras, me contara muy apenado que citó a Tejada Gómez en una clase y el profesor lo defenestró”, cuenta Gloriana Tejada. “A lo mejor sirve para que otros chicos no tengan miedo de llevar al aula cualquier autor, aunque no sea de los que levanta la academia”.
Hijo de un tropero que murió cuando él tenía 4 años, anteúltimo de 24 hermanos, Tejada Gómez fue canillita, lustrador de zapatos y obrero de la construcción, y su educación formal se limitó a tres meses de escuela rural primaria. Se reconocía autodidacta, aunque eso no lo enorgullecía, tal como explica en una de las entrevistas incluidas en el cd multimedia de esta antología: “¿qué tal si hubiera tenido colegios, y que tal si hubiera tenido maestros? Me dicen que hubiera sido otro adocenado. ¿Seguro? No. Porque eso es la ruleta rusa. Que mis hijos no estudien, total son genios. El cuento del genio es un soborno. Hay que estudiar, hay que tener maestros. ¿Qué hace el maestro? Te ahorra todo el camino que él hizo. Vos partís del maestro. Yo partí de mí”.
Cuenta el poeta en otra entrevista: “Como todos los pobres, entonces teníamos dos alternativas, el box y el fútbol. Fui boxeador amateur hasta que encontré los libros. Quería saber y no era la poesía una de mis pasiones. Creo que di con la poesía de frente el día que mataron a mi hermano, el Toto, allá, cuando tenía unos 15 años. El sacudón fue tan tremendo, con este hermano habíamos compartido eso de dormir bajo los puentes, defendernos entre los dos, sacar los diarios y de pronto me lo sacaron. Y de esta soledad feroz, este arrancón que fue la muerte de mi hermano, emergí días después como quien dice una oración, pero era un poema lo que estaba haciendo. Además me hice esta reflexión: él cayó porque además de pobres, somos ignorantes y aquí está la trampa, ésta es la valla que hay que cruzar. Desde ese día me fui a las bibliotecas y empecé por el primer estante hasta que llegué al fondo”.
La antología, editada por B & M con el auspicio del Instituto Cultural del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, llevó cerca de cuatro años de trabajo, fundamentalmente de recopilación. Faltan algunos de sus discos, cuyos derechos no pudieron o no quisieron ser cedidos: Los oficios de Pedro Changa, grabado en 1967 con los Trovadores, Historia de tu ausencia (1986) –ambos actualmente en manos de Sony– y Coral terrestre (1980), editado en México. Muchas manos anónimas acercaron material hasta ahora inédito, registrado y conservado “por puro cariño”, a veces con métodos tan caseros como un grabador de mano o una filmadora familiar. Para Gloriana Tejada, el efecto de la voz de su padre es multiplicador: “La impresión al escuchar los cds es la de tenerlo enfrente recitando. Lo escucho y lo veo a Armando cuando hacía tal gesto, diciendo tal cosa”, dice. Es probable que a los que lo conocieron y lo vieron sobre un escenario les pase lo mismo. Para los que no lo hicieron, su voz aparece como testimonio de un sello de época, que quizás haga falta tener a mano.

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Armando Tejada Gómez con Mercedes Sosa.
 
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