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Lunes, 5 de diciembre de 2005

TELEVISION › GRISELDA SICILIANI

“No tengo miedo a hacer el ridículo”

La actriz de Sin código cuenta cómo pudo romper el molde del “personaje secundario”.

 Por Emanuel Respighi

Griselda Siciliani es un nombre no muy conocido en el ambiente artístico. Tampoco su cita dice mucho a los oídos del gran público. Sin embargo, casi todo el mundo la conoce y la disfruta cada noche. ¿Cómo es eso? Es que la muchacha es ni más ni menos que la actriz que le pone una jugosa galería de recursos a Flor, la secretaria freak y torpe de Gabriel Nielsen en Sin código (lunes a viernes a las 21, por el 13). De vocecita fina, anteojos de marcos gruesos, vestimenta algo naïf y un amor transformado en obsesión delirante, Flor logró romper el esquema de personaje secundario para convertirse en pieza fundamental en una trama en la que el humor absurdo es explotado al máximo, poniendo fin –al menos por un tiempo– al registro costumbrista made in Pol-ka. “El hecho de que la trama gire alrededor de una agencia de seguridad permite jugar con el absurdo constantemente, ya que hay mucho disfraz y situaciones disparatadas. Es un humor que a mí me gusta mucho”, confiesa Siciliani en la entrevista con Página/12.
Representante de personajes delirantes en la TV 2005, Flor marca el debut en la pantalla chica de Siciliani, quien a diferencia de muchas chicas nunca tuvo el sueño de trabajar en TV. “Nunca tuve como objetivo ser actriz. A mí siempre me gustó la danza contemporánea y me puse a estudiar en el Conservatorio. Recién después empecé a estudiar actuación, pero sólo como complemento de la danza. Nunca para convertirme en actriz”, aclara. Estudiante de la escuela de Hugo Midón, Siciliani fue asistente de coreografía de la reposición de La vuelta manzana e hizo algunos esporádicos reemplazos en escena, hasta que se le animó a las tablas y montó su propio espectáculo de humor, Tan modositas, junto a Virginia Kaufman. “Yo le tengo mucho respeto a lo que hicimos, porque gracias a ese espectáculo estoy acá”, admite la actriz. De hecho, su llegada al público masivo se dio este año con Revista nacional, donde de la noche a la mañana pasó de formar parte del ballet estable al elenco actoral. “Había ido al casting de baile de Revista nacional y había quedado como bailarina en el ensamble. Estuve ensayando varios días, hasta que el director vino al ensayo, me reconoció de Tan modositas y me preguntó si quería hacer un personaje muy chiquito. Me copé y después el personaje se fue agrandando bastante”, dice.
–Igual que con Flor, que era un personaje chiquito y fue tomando protagonismo.
–Lo que busqué con Flor fue hacer un personaje que me resultara afín. En Tan modositas hacía un personaje que era una actriz vieja, gorda, que hacía de mariposa en El tren de la alegría y era muy loser; de ahí tomé algunas cosas. Pero enseguida traté de valerme de recursos que me gustaran, porque era un personaje que tenía que hacer todos los días. Cuanto más placer dé, mejor sale el personaje. En mi caso, soy consciente de que cuanto peor la pasa Flor, mejor hago el personaje, más jugo le saco.
–Fue una parada brava: en su debut absoluto en TV le tocaba hacer casi todas las escenas con Adrián Suar, su jefe tanto afuera como dentro de la ficción.
–Fue todo un trauma. Era a matar o morir, no tenía opción. Por eso, cuando me dieron los primeros libros, me di cuenta de que debía armarlo muy bien, porque cuanto más chico es el personaje, más difícil es para el actor sacarle el jugo. Cuanto menos participación, más compacto debe ser un trabajo. Sobre todo para una secretaria, que lo único que hace es entrar a escena para dejar una carpeta. Y tampoco daba dejar la carpeta y mandar un monólogo largo... Me propuse tener bien clara la personalidad de Flor y remitirme a eso, pero con rasgos bien marcados, que tuviera presencia, pero sin abusar. Una tiene que hacer carne el personaje para lograr destacarse.
–¿Qué condimentos le agregó a Flor que no estaban inicialmente?
–Todos. Cuando me convocaron me dijeron sólo que era una secretaria torpe y que amaba a Gabriel, que su función en la vida era conquistarlo. Con esos dos datos armé el personaje, le agregué la vocecita, el grotesco... El ciclo ayudó mucho a que Flor sea el personaje más freak de la TV. Yo no me reconozco en Flor, con esa voz, el peinado, la ropa... Sin código es un gran ridículo del que nadie sale exento. Ninguno de nosotros le tiene miedo a nada. Y eso se nota.
–¿Fue muy brusco el impacto de aterrizar en la TV con un éxito bajo el brazo?
–Fue un cambio grande. La TV es un medio muy masivo. Sobre todo si formás parte de un programa al que le va bien. A mis amigos, por ejemplo, de tener que rogarles que vinieran a verme al teatro, ahora no dejan de hablarme del personaje de Flor. Creo que todos, por primera vez, saben ahora qué es lo que hago. La TV está al alcance de la mano de todo el mundo. Y Flor tuvo una aceptación muy grande, es un personaje muy querible. A cualquiera que hubiese hecho a Flor le hubiera pasado lo mismo.
–Esa afirmación parece propia de alguien que recién llegó al medio...
–No. Ojo: yo pienso que hago el personaje divinamente. Pero también soy consciente de que Flor es el tipo de personaje agradecido, que todo actor querría hacer. Cualquier actriz que haga humor le hubiera sacado el jugo, aun haciéndolo diferente. Estar enamorada y no tener escrúpulos para conquistar a su amado, ser muy fulera, son elementos lindos para actuar. Flor tiene una personalidad que cualquier actriz disfrutaría al interpretar. Y cuando el actor llega a disfrutar al personaje, no me cabe duda de que el trabajo está bien hecho.

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Siciliani, la secretaria freak de Sin código.
 
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