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Martes, 6 de abril de 2010

TELEVISION › INAUGURAN EN TURDERA UN MUSEO DE LOS TRES CHIFLADOS

Un cachetazo al aburrimiento

El Chifladoseo es obra del caricaturista Diego Puglisi, al que una corbata con las imágenes de Moe, Larry y Curly comprada hace quince años le disparó el coleccionismo. Ahora decidió mostrar sus libros, historietas, posters, fotos y memorabilia.

 Por Andrés Valenzuela

La puerta se abre y –por suerte– no vuela ningún pastel de crema. Tampoco un piquete de ojos ataca las cavidades oculares del cronista, quien suspira aliviado al comprobar que no llega un mamporro a su nuca. Son riesgos ciertos que se corren al visitar el Chifladoseo, es decir, el museo dedicado al trío de comediantes conocido como Los Tres Chiflados, que inaugura hoy en Turdera. La dirección es 30 de Septiembre 1152, 1º piso (a metros de Hipólito Yrigoyen al 12.100). El Chifladoseo se propone como el “primer y único museo sobre Los Tres Chiflados en toda Iberoamérica”. Es obra de Diego Puglisi, un caricaturista que colecciona objetos relacionados con Moe, Larry y Curly desde hace más de quince años y que, cuando tuvo suficiente material, decidió que era hora de mostrarlo. Ahora, en las vitrinas de la sala del pequeño y curioso museo se hacen zancadillas libros, historietas y merchandising surtido de distintas décadas, que abarca desde figuritas hasta títeres de mano y desde discos hasta cartas coleccionables.

Por supuesto, también hay fotos, posters y esa categoría nostálgica del coleccionismo que se conoce como “memorabilia”. Esto es, todo aquello que recuerda al objeto de admiración y da cuenta de su paso por el mundo: artículos periodísticos, programas de cine anunciando los films chiflados y afiches argentinos, norteamericanos y franceses, todos en perfecto estado de conservación. Para redondear el ambiente, la muestra incluye también una estatua de Moe Howard a escala real (¡qué bajito que era!), música de la serie y proyecciones de cortos. Y como para el fanatismo no hay horarios, el museo tampoco los tiene: se concerta una cita y el propio fundador del Chifladoseo oficia de guía por la colección. ¿La entrada? Puglisi sólo pide un bono contribución para obras de caridad.

El museo comenzó a gestarse en 1994, cuando el caricaturista compró en el exterior una corbata con sus tres rostros favoritos. Una edición original, pero similar a esas que los muchachitos usan en los cumpleaños de 15 para mostrar que tienen onda y los tíos se ponen para señalar que están ahí para divertirse. La corbata de Puglisi fue un viaje de ida y desde entonces no pudo dejar de comprar objetos relacionados con Los Tres Chiflados. Pero su locura por el trío norteamericano había empezó cuando chico. “Quizás el culpable sea Canal 13 –especula él– por tenerlos en el aire casi ininterrumpidamente desde 1968.” Tiene algo de razón: rara vez pasa temporada sin que la señal eche mano a los viejos capítulos de media hora en blanco y negro para llenar los baches de la programación matutina estival.

Los Tres Chiflados llevaron la comedia física –conocida como slap ‘n stick, es decir de “golpe y porrazo”– a su máxima expresión. En la serie abundaban los cachetazos a la nuca, piquetes de ojo en cadena y muelas extraídas sin anestesia, a fuerza de tenazas. “Es un tipo de comedia que rompió la barrera del tiempo”, analiza Puglisi. “Es atemporal, nunca va a pasar de moda.” Para el caricaturista devenido curador de museo, el de Moe, Larry y Curly era un humor “adelantado a su tiempo”. “El actor que hacía de Larry (Andrew Louis Feinberg) siempre decía que ellos no le daban tiempo a pensar al espectador, era un gag atrás del otro, para que provocara carcajadas continuas. Eso es lo que no envejece.”

Como si se tratara de dibujos animados, los relatos de los chiflados no tenían una línea argumental continua. Un episodio podía encontrarlos atendiendo una barbería, el siguiente como mandamases de un hotel y el próximo en una expedición a El Cairo (como Queremos nuestra momia, el favorito del entrevistado). Lo único en común entre un capítulo y el otro eran los protagonistas y el caos liberado entre golpes, burlas y coreografías humorísticas a paso acelerado. “A mí me enganchaba el absurdo”, reconoce Puglisi. “Eran tres personajes físicamente distintos entre ellos, pero muy parecidos en su locura y en su torpeza.”

Puglisi ve una enorme influencia de los tres clowns en la comedia televisiva contemporánea. “En la Argentina, tipos como Diego Capusotto o Alfredo Casero recrean ese absurdo, y en Estados Unidos se ve en gente como Steve Martin o quienes salen de Saturday Night Live”, dice, mientras muestra su museo privado. Allí verdaderamente hay de todo y es posible pasarse un largo rato identificando cada objeto. Los más persistentes son los miembros del club de fans La Logia Ilógica, del que Puglisi es vicepresidente. Ellos sin dudas recordarán muchos capítulos con cada imagen contenida en el Chifladoseo. Lo único que falta es un clip de Gustavo Cerati como invitado a Todo x 2 pesos, cuando cantó aquello de “llamen a Moe, que Larry está en cualquiera”.

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En el pequeño y curioso museo inaugurado por Puglisi hay merchandising de distintas épocas.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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