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Miércoles, 4 de enero de 2012

TELEVISION › LA VERSIóN 2012 DE MEDIOS LOCOS, POR AMéRICA

Humor sin mirada crítica

El programa, que en su nueva etapa cuenta con la conducción de Maju Lozano y el apoyo de Clemente Cancela y Santiago Calori, corroboró en su primer envío una ley tácita del mundo televisivo: las ideas, llevadas al aire a las apuradas, no terminan de salir bien.

 Por Emanuel Respighi

Suele ocurrir en la televisión. Con mayor asiduidad, incluso, en el verano, esa época del año en la que los programadores relajan su parámetro de calidad y casi la única prioridad pareciera ser lanzar programas que ocupen el espacio televisivo vacante. Los programas que se estrenan antes de tiempo, sin un proceso de búsqueda fuera de cámara necesario para salir al aire, son un mal al que la industria local se acostumbró. Aun cuando esa necesidad de aire termine atentando contra lo que podría haber sido un buen programa si, tal vez, hubiera tenido el tiempo de cocción necesario. Algo de esa sensación de haberse emitido antes de tiempo recorrió el debut de Medios locos (lunes a viernes a las 20.30), el programa de América que en su nueva etapa cuenta con la conducción de Maju Lozano y el apoyo de Clemente Cancela y Santiago Calori. El ciclo, que se propone analizar la realidad desde el humor y la ironía, corroboró en su primer envío una ley tácita del mundo televisivo: que las ideas, llevadas al aire a las apuradas, nunca salen bien. Y que por un estreno antes de tiempo siempre es más importante lo que se pierde que lo que se gana.

“Bienvenidos a Medios locos, el único programa del año del fin del mundo que llegó para quedarse. Un programa sin subsidios pero con muchísimas cuentas sin pagar. En definitiva, un programa hecho a la medida de los argentinos.” Con estas palabras, el locutor –El Tucu, el cuarto integrante del equipo– dio inicio a un ciclo que se autoproclama “desinformativo”, pero que en su debut no tuvo a la realidad como materia prima, a la cual analizar con un estilo descontracturado e irónico: ser Medios locos “otro” programa más de chimentos, al acoplarse al objeto supuestamente criticable. De hecho, los dos móviles con los que contó el ciclo bien podrían haber sido parte de cualquiera de los programas de la tarde del canal, con Carmen Barbieri desde Mar del Plata, y Flor de la V desde Villa Carlos Paz.

“Este es el programa que hay, es lo que pudimos ir armando con el correr de los cuatro días que tuvimos para hacerlo”, se sinceró Lozano apenas comenzó el envío. “El primer programa siempre es una cagada”, subrayó después, tal vez consciente de las dificultades con las que contaba. Más humorístico que crítico, el debut de la versión 2012 de Medios locos deambuló en su hora y media de duración en un continuo al que le faltaron horas de trabajo, tanto en la dinámica del trío como a nivel de producción. La primera sección en ver la luz fue “El día en 53 segundos”, donde se repasó un puñado de noticias rematadas con algún doble sentido. Después el programa mostró la primera medida que tomaría Amado Boudou en su rol de presidente interino, que sería la inclusión en las notebooks del juego Guitar Boudou Hero, como parte del plan “Rock para todos”. Un chistecito armado cual spot publicitario que se opacó en el final, cuando en la supuesta placa de “Presidencia” hubo un error en el apellido del vicepresidente, que figuraba como “Bodou” y no como “Boudou”. Detalle que confirma el apuro con el que salió al aire Medios locos (además de otros, como el imponderable del micrófono que no le funcionó al invitado Pablo Rago y que requirió de un rápido corte comercial). “La historieta del día” o el “GPS mediático” parecieron ser secciones con potencial para hacer reír, pero que dependerán del trabajo puesto en ellas. A las ideas, siempre, hay que pulirlas.

Si bien de entrada quedaron bien claros los roles que cada uno va a tener en el ciclo (Lozano será la conductora, Cancela el periodista cool e incisivo, y Calori aportará la cuota de ironía), el trío no funcionó aceitadamente en este primer envío. En el papel de conductora, Lozano explayó su habitual humor (abusando del chiste sexual) y supo reírse de sí misma cuando por un comentario suyo Barbieri se levantó del móvil (le había dicho “¿quién se puede acostar con Santiago Bal?”, a lo que la vedette le respondió “yo lo hice durante muchos años y de esa relación salió un hijo maravilloso”). Tal vez como consecuencia de ese equívoco prematuro, Lozano se mostró atropellada, no supo nunca bastonear los tiempos del programa ni tampoco tuvo la lucidez suficiente para abrirles el juego a sus compañeros de escritorio, que apenas si pudieron meter algún que otro bocadillo. En ese funcionamiento, Cancela mostró su inconfundible estilo en las escasas veces que tomó la palabra, mientras que Calori casi que no pudo desplegar su habitual sarcasmo. La suerte de Medios locos, y el tono que finalmente tendrá el ciclo, dependerá en buena medida del espacio con el que cuente cada uno para hacer lo que mejor sabe.

El ciclo, que según los datos de Ibope promedió 3,1 puntos y quedó cuarto en su franja, cuenta con el agregado de tomar el mismo nombre del magazine que en 2000 Adolfo Castelo, Gillespi, Mex Urtizberea, Marcela Pacheco y Gisela Marziotta animaron con inteligencia, humor disparatado y banda musical en vivo en las medianoches de Canal 7, también con producción de GP. Esa decisión de ponerle Medios locos al programa, inexplicable e innecesaria mochila, tampoco ayuda al ciclo, dado que obliga a una lógica comparación con el original. Y allí también sale perdiendo. Es que de aquel delirante e interesante programa que duró toda una temporada con buenas repercusiones, a éste que acabó de estrenar América para pasar el verano, sólo queda (al menos por lo visto en el debut) el nombre. No sólo porque no hay ningún integrante del ciclo original (sólo Lozano, hoy conductora, ayer guionista, continúa), sino porque esta versión no se valió de la realidad para deformarla. No hubo, en el primer envío, una mirada crítica sobre la realidad social y política. Su objeto de estudio, en todo caso, se limitó al mundo chimentero, allí donde, por lo bizarro, la sátira o crítica pierde cualquier tipo de efecto. Repetir el nombre no parece suficiente para mantener la calidad de antaño. Esta versión de Medios locos deberá ajustar sus piezas y recorrer su propio camino para no ser recordado como un simple programa de verano.

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Medios locos, que repite el nombre del ciclo de Adolfo Castelo de 2000, se autoproclama “desinformativo”.
 
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