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Jueves, 25 de agosto de 2005

TELEVISION › “CALOI EN SU TINTA”

“Lo nuestro no pasa por el marketing”

A quince años del debut en ATC, Caloi disfruta el lugar conseguido por el ciclo.

 Por Oscar Ranzani

Hace quince años, el dibujante y humorista Caloi comenzó su aventura televisiva más arriesgada. En 1990 puso al aire Caloi en su tinta, un ciclo dedicado al cine de animación alejado de las majors, focalizando sobre autores que hacen de la animación un arte que merece atención. Fueron tiempos bravos para la apuesta, teniendo en cuenta que Caloi... comenzó a emitirse por la vieja ATC, durante la presidencia de Carlos Menem. Si bien el creador de Clemente asegura que en los primeros tiempos trabajaba bien, la cosa comenzó a complicarse con la llegada de Gerardo Sofovich a la intervención, “porque ahí sí nos querían correr”, reconoce. “Finalmente logramos permanecer pero en un horario insólito, a la 1 de la mañana. Se sabía que éste era un programa que además era seguido por los chicos. Pese a que no es para chicos, era muy atractivo para ellos”, explica el dibujante que, a fuerza de esfuerzo, creatividad y constancia –estuvo diez años en ATC– construyó un estilo que, junto al programa de Fabián Polosecki, marcaron una diferencia abismal en cuanto a calidad y contenido de la programación de la emisora de entonces. Tras su paso por Canal á entre 2001 y 2003, Caloi en su tinta se puede ver nuevamente por la pantalla del 7, los sábados a las 22.
–¿Cómo nota la evolución del programa a lo largo de estos años?
–Cambió bastante, aunque la esencia es la misma: la posibilidad de mostrar películas de animación de autor. Lo que pasa es que arrancamos en 1990. En ese entonces no había DVD. Apenas había VHS y era muy laborioso conseguir las películas. Teníamos a favor que los países del Este tenían la política cultural de prestar ese material, era parte de su propaganda, pero había que buscar los rollos de películas en 16 mm en las embajadas.
–Es imaginable que, si en los comienzos del ciclo tenían dificultades de acceso a las películas, ahora debe pasar todo lo contrario. Se le deben acercar muchos realizadores o productores con material.
–Ahora se dio vuelta. Los que se acercan son obviamente los argentinos, porque hubo un par de generaciones en estos años que se “criaron” con Caloi en su tinta o han recibido el estímulo. Pero también se dio a nivel internacional, porque con nuestra persistencia logramos meternos prácticamente en el mundo de las pequeñas productoras, de los pequeños realizadores (pequeños por el formato de las películas), al punto de que en el Festival de Annecy (Francia), que es un desprendimiento de Cannes, fuimos jurados tanto mi mujer (productora general y directora del programa) como yo en distintas categorías. A medida que nos fueron conociendo muchos realizadores, nos mandaban las películas para estrenarlas en el programa, como si fuera un honor para ellos.
–Durante mucho tiempo los cineastas de animación debieron luchar contra el prejuicio que señalaba que la animación era territorio de los chicos. ¿Su programa colaboró para neutralizar este preconcepto?
–Esa fue una de nuestras banderas. Demostramos con ejemplos muy claros que se podía incluir a los niños, pero que no eran necesariamente películas para niños a partir de entender que el cine de animación, aun el dibujo animado (no toda la animación), era un lenguaje en sí mismo. Y lo que nos interesa mostrar es el cine de animación de autor que muestra el sentimiento, el pensamiento, la opinión de los realizadores, no de las megaproductoras. Es el mensaje del animador que es un artista. Mostramos cine polaco, algunas expresiones checas, rusas, donde el contenido por momentos es netamente dramático.
–Si bien el programa lo mira gente que conoce del tema también es frecuentado por personas curiosas, sin formación. ¿Una explicación puede ser que le quita solemnidad en sus explicaciones técnicas?
–Las películas en sí proponen una reflexión porque no son producciones atadas al marketing. No es que te digan “esta película tiene que tener tal cantidad de canciones para poder vender el disco y hacer el merchandising,etcétera”. Son películas de autor que mueven a la reflexión. Lo único que hacemos es una presentación destacando la calidad artística.
–¿Cómo se sostiene un programa de estas características al no entrar en la salvaje competencia del rating y, en consecuencia, estar alejado de la posibilidad de grandes sponsors?
–Eso lo mantenemos en base a una conducta que hemos tenido desde un principio, de hacer esto con el mejor nivel que podíamos. Nosotros hemos concebido el programa con la pretensión de hacer en sí mismo una obra de arte. Es decir, no largar estas películas en crudo, sino hacerles una presentación acorde al nivel artístico que exhiben. Esto quiere decir, por ejemplo, que si hay una película con un contenido netamente surealista, hacemos una introducción presentando a los pintores del surrealismo porque, a lo mejor, estéticamente o por contenido, hay cierta analogía. En fin, vamos tratando de mostrar el cine con todos los aditamentos necesarios como para que se entienda mejor. Porque yo creo que uno, cuanto más entiende, más disfruta, y para que no pasen inadvertidos una serie de contenidos que son muy concretos desde el punto de vista estético. Hay gente que ha trabajado brillantemente la animación inspirada en la morfología de Picasso, Dalí o de algún pintor surrealista o artista plástico notable. Entonces, nos empeñamos en marcar todo eso.

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Caloi generó un espacio antes impensado para la animación de autor.
 
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