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Domingo, 14 de septiembre de 2014

TELEVISION › JULIETA DIAZ Y DANIEL FANEGO PROTAGONIZAN LA VERDAD

Percepciones sobre la realidad

La serie dirigida por Paula de Luque, que abastecerá a la Televisión Digital Abierta, hace foco en un triángulo amoroso en el seno de una compañía periodística, con el poder, la mentira, la traición y la pasión en primer plano.

 Por Emanuel Respighi

El título de la serie es absoluto: La verdad. Así de determinante es el nombre de la ficción que Paula de Luque acaba de terminar de rodar para abastecer a la Televisión Digital Abierta. Sin embargo, esa determinación que no deja lugar a dudas se pone en tensión en la misma historia que cuenta, donde parece haber tantas “verdades” como personajes transitan por esta trama, que hace foco en un triángulo amoroso en el seno de una compañía periodística. Protagonizada por Julieta Díaz, Daniel Fanego y Diego Velázquez, La verdad cuenta una historia de amores y traiciones, teniendo como telón de fondo el apogeo y el ocaso de un poderoso periodista televisivo que ve cómo su derrotero personal termina minando su trabajo mediático. “La serie aborda la complejidad que se esconde detrás de los seres humanos y de las mentiras que se entrecruzan en la construcción de lo que somos y de la manera en que nos relacionamos con los demás”, cuenta Díaz a Página/12.

El periodismo, el poder, la pasión, el amor y la traición se conjugan en La verdad como partes de una historia en la que todos los personajes tienen dos caras: la pública y la privada. Trama de ética, mentiras y poder que se desarrolla en la arena de un canal de noticias, la serie escrita por Joaquín Bonet y Melania Stucchi aborda el universo de lo público articulado por las pasiones más íntimas. En La verdad, la “objetividad” de la noticia está puesta en discusión, perforada por las subjetividades de cada uno de los personajes, en una ficción en la que los personajes se van abriendo paso entre una trama de ambiciones, miserias y dobles discursos. ¿Existe una única verdad? ¿Hasta qué punto la verdad no es otra cosa que la suma de percepciones que cada uno trae consigo? ¿Puede surgir la verdad en medio de la mentira colectiva? Estos son algunos de los interrogantes que la ficción, inspirada en El hombre que fue jueves, de Chesterton, buscará dilucidar.

Fernando Noriega (Fanego) es la cara visible de un canal de noticias. Es un tipo de mucho poder e influencia. Está casado con Ana (Díaz), una editora que está tratando de sacar adelante su propia editorial independiente sin resignar sus ideales ni sus sueños. La historia de la verdad está cruzada por un triángulo amoroso: Ana engaña al divo del periodismo con el mejor amigo del periodista, que además es su abogado personal. “Aunque parece muy simple, a medida que avanza la historia, nos empezamos a dar cuenta de que la historia no es lo que parece y que la verdad tampoco es tan cierta. Es un juego de los siete errores con el espectador, con muchas bifurcaciones narrativas. Es una gran reflexión acerca de los puntos de vista”, subraya la directora.

Las distintas percepciones sobre la realidad que circulan en la vida social se pondrán en juego en La verdad. El rol de las redes sociales, como colaboradores para la difusión de lo que antes era exclusividad del fuero íntimo, también forma parte de La verdad. “Es una historia de amor, de lealtades y traiciones, en la que se entrelaza el triángulo amoroso en las relaciones de poder. Son personajes que no son blancos o negros, sino que son tridimensionales, tienen matices. La trama, conceptualmente, es sobre la ficción y la realidad en las relaciones. Me interesó que la historia de amor no fuera clara y lineal, sino que aquí es mucho más compleja, entrelazada incluso con la política, el poder y los medios”, explica Díaz.

Alejado desde hace tiempo de la pantalla chica, recluido en el teatro y el cine, Fanego celebra la posibilidad de volver a construir personajes a los que se les conoce su desarrollo a lo largo de la historia. “Al tener los trece capítulos escritos y cerrados antes de su programación, uno como actor puede establecer una curva del personaje que sabe que no va a estar condicionado por ningún factor exógeno. Eso es maravilloso para un actor. Trabajás como con una película, sólo que en tiempos más extensos. De entrada, al poder leer todos los episodios de antemano, tenía claro el desvío de mi personaje. Hace mucho que hago ese tipo de TV digitada por el minuto a minuto. Poder trabajar en estas condiciones es un gran alivio. Me fui corriendo... y las modas hacen su juego: ya no soy el jovencito que ese tipo de TV demanda. Al principio fue un prejuicio, pero después entendí que era un beneficio”, dispara el actor.

La verdad puede leerse como una ficción de época: en un momento en que el periodismo está puesto en discusión como nunca antes en su historia, la TV se adentra en utilizar como escenografía los estudios y pasillos de un canal de noticias. De Luque admite que no se trata de una casualidad. “La noticia –arriesga la directora, como hipótesis– se construye del mismo modo en que se construye la ficción. La verosimilitud de una noticia es directamente proporcional a la cantidad de ficción con que se arma. Es decir: cuanto más ficcionalizás o forzás una noticia, sea ésta del universo de lo real o de lo ficcional, más verosimilitud tiene. La ficción construye verdad. En base a esta premisa camino La verdad, que es una historia de amor. No es una ficción de denuncia ni sobre ningún periodista. Es una historia de amor de una enorme privacidad que explota en el universo de lo público. Esa explosión tiene consecuencia en el resto de las personas. Podían haber sido periodistas como otra cosa. ¿Por qué periodistas? Porque creo que las noticias son ficciones: depende de cómo se cuenta un mismo hecho, se puede decir una cosa u otra.”

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“Los personajes son tridimensionales, tienen matices”, afirman Díaz y Fanego.
Imagen: Rafael Yohai
 
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