7

de Bent Hamer. Con Baard Owe, Espen Skjönberg y Ghita Norby.

La típica comedia nórdica: una de personajes melancólicos, hieráticos, tristones, a los que el frío ambiente no les quita un rescoldo de humanidad. Esta no es finlandesa, como las de Aki Kaurismäki, ni sueca, como las de Roy Andersson (el de La comedia de la vida), a las que se parece mucho, sino noruega. De un realizador, Bent Hamer, que antes había filmado una versión de Factotum, de Bukowski. Maquinista ferroviario de toda la vida, la jubilación pondrá al señor O’Horten –solitario, rutinario, afable– frente a un mundo desconocido, raro, eventualmente absurdo, comportándose con la curiosidad y disponibilidad propios de una segunda infancia. La película es como él: absorta, afable y dispuesta, aun en medio de la desorientación.

6

de Gabriela David. Con Paloma Contreras, M. Laura Caccamo y Luis Machín.
2009, 98 min.
SP Films.

Antes de fallecer tempranamente, la realizadora Gabriela David llegó a completar dos películas, no carentes de interés. La primera fue Taxi, un encuentro. Recientemente editada, en La mosca en la ceniza David aborda un tema denso e irresuelto: el secuestro y apropiación de chicas, convertidas en prostitutas esclavas. Lo hace con la suficiente lucidez y dignidad para no rozar jamás el sensacionalismo, al que el tema sin dudas se presta. Y con aciertos de orden narrativo. El primero es el de poner al espectador en el lugar de las protagonistas, arrastradas a una situación de la que no saben cómo escapar. El segundo, el cultivo del detalle, que refuerza la impresión de realidad. El remate puede ser discutible, pero no anula esos méritos.