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Sábado, 22 de mayo de 2010

CINE

El inicio de una hermosa amistad

La edad del lazo amistoso que une a Aída Bortnik y Juan José Campanella ya no se mide por años, sino por décadas. Nació en la Escuela de Profesionales de Cine, cuando el director asistió con su amigo y futuro coguionista Fernando Castets. “Ella fue mi profesora cuando comencé la carrera, a comienzos de los ’80. Ya desde el primer día nos hicimos muy amigos”, rememora. “Se sentaban juntos. No se parecían en nada, pero era evidente que eran como gemelos. Fueron los primeros en leer, algo que requiere bastante coraje y decisión. Cuando terminaron les dije: ‘¿Qué hacen acá? Si ustedes ya saben. Vayan y hagan’”, afirma la escritora, cuyo proceso académico se alejaba de la pedagogía tradicional. “Las clases de Aída eran muy distintas. No eran teóricas, sino que desde el primer momento había que escribir. Después hubo un conflicto con la escuela, pero seguimos teniendo las clases en su casa. Un año más tarde, los únicos que seguíamos yendo éramos Fernando y yo. Desde ese momento ya no podemos decir que es nuestra profesora o mentora, sino una gran amiga”, confiesa Campanella. Esa relación cimentó las bases de otra profesional. “Todos los bocetos de mis películas han pasado por sus manos. Ella es una impecable comentarista de guiones. Cuando escribimos nuestra primer obra con Fernando, Off Corrientes, en veinte minutos Aída nos dio un diagnóstico perfecto, y de repente cerraba todo. Cada comentario era certero y nos provocó un efecto dominó de cambios. Logramos realmente la obra que queríamos y que no sabíamos cómo hacer. Eso es invalorable”, concluye.

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