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Jueves, 4 de noviembre de 2010

TEATRO

La fábrica del Cirque

Gabriel Chame Buendía fue el primer clown del Cirque du Soleil. El payaso es un engranaje importante de la “fábrica”, como él le llama, sin que sea despectivo: es el que tiene contacto directo con el público y lo hace participar. Con Chame Buendía, la compañía canadiense descubrió el potencial clownesco argentino. “Empezaron poco a poco a hacer castings en Buenos Aires, vieron que había talento. Toto (Castiñeiras) fue por otra corriente, estudió con Cristina Moreira y con Marcelo Katz. Entró cuando yo empecé a actuar y tuvo que esperar seis años para arrancar”, cuenta. Quidam es el espectáculo del que participaron tanto Castiñeiras –que sigue adentro– como Chame Buendía, aunque el fundador de El Clú del Claun hacía otro número, el original, del grupo francés Macloma.

Los canadienses confiaron en la potencialidad de Chame Buendía como cazatalentos y le ofrecieron encabezar el jurado de los castings. “Como soy profesor en Europa y en la Argentina, se encuentran con mis alumnos”, explica. Pero él se negó a la oferta: “No me gusta hacer castings”. De sus años en el Soleil (de 1999 a 2003) guarda buenos recuerdos. “Cuando estás adentro vas a la fábrica y a veces tenés más creatividad que en un espectáculo, que te pide siempre lo mismo. Es muy positivo el encuentro con públicos de tantas partes, aprender a trabajar en círculo, con tanta dimensión de proyección, ante tres mil personas. También aprendí de los acróbatas. Ha sido enriquecedor.”

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