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Domingo, 6 de agosto de 2006

Una calidad indiscutible

¿Quiénes fueron los rebeldes de aquel ciclo que bajo la dictadura militar adquirió tono político? La lista es larga y algunos de ellos participaron en las muestras que le siguieron. Pionero indiscutible, Osvaldo “Chacho” Dragún tenía gran capacidad para convocar, como recordó en una entrevista Elio Gallípoli, quien estrenó en 1981 16 de octubre, dirigida por Alberto Ure. Una cualidad necesaria, sobre todo si se considera que Teatro Abierto no fue un movimiento cultural espontáneo, sino que se conformó luego de innumerables encuentros, pues “a pesar de la dictadura, la vida no se había detenido”. Tiempo después, en 1996, fue criticado por personalidades de la cultura al aceptar la dirección del Teatro Nacional Cervantes, cuando gobernaba Carlos Menem y el secretario de Cultura era Pacho O’ Donnell. Se produjo un triste cruce de opiniones. A diferencia de entonces, Dragún no estuvo solo en 1981, como tampoco los otros protagonistas del ciclo. La calidad de las obras y las actuaciones se recuerdan aún hoy. Ejemplo de esto son Gris de ausencia, de Cossa, con dirección de Carlos Gandolfo, donde Pepe Soriano compuso magistralmente al Viejo; Papá querido, de Bortnik; El acompañamiento, de Gorostiza, con Carlos Carella y Ulises Dumont; Tercero incluido, de Pavlovsky; Decir sí, de Gambaro, y varias más. Entonces sólo una obra no pudo estrenarse por dificultades técnicas: Antes de entrar dejen salir, de Oscar Viale.

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