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Sábado, 12 de agosto de 2006

MUSICA › “VERSIONADO”, UN EJERCICIO MULTIESTILISTICO

Un puñado de canciones para que Pappo suene a otra cosa

 Por Cristian Vitale

Hay que empezar por un recuento pormenorizado. Play a Pappo versionado, entonces. Track 1: Pity Alvarez, líder de Intoxicados, le pone una onda increíble a “Blues local”, gran éxito del Carpo de principios de los ’90. Es su voz, más el sostén musical de un novel grupo llamado Iluminate. Pero de blues no tiene nada. La versión es funky y se canta en estilo hip hop: concretamente, una deformidad. Track 2: Gori, ex guitarrista de Fun People y actual Fantasmagoria, toma “No detenga su motor” y la convierte al pop-glam-psicodélico. Es muy linda, pero nada que ver con la rudeza de Riff. Track 3: el cuarteto punk Smitten se retrotrae al Pappo’s Blues de los ‘70 y trae “Desconfío” a su arena rápida, melodiosa y coral. Chuk, guitarrista y cantante, acuerda. “Decidimos mostrar la esencia de Smitten: una base potente con las voces arriba y mucha melodía.” Track 5: el octeto multiforme Pampa Yakuza le baja mil decibeles a la primera parte de “Sucio y desprolijo”, y la relee guitarrera, salpicada de reggae, candombe y samba. Track 9: Ojas retuerce –bien– “Mi Vieja”. Pero la voz de Iván Gramático no asusta a nadie. El “me vuelvo loco y los quiero matar” más bien causa risa. ¿Qué diría Pappo? Está cantado: voz rasposa, risa pícara y el clásico “Esto no es rock, ja”. “Tengo entendido que no le gustaban el reggae ni lo electrónico, pero nunca nombró al punk entre sus músicas ‘odiadas’”, dice Diego, bajista de Smitten. “Quizá le sonaría un poco empalagosa nuestra versión... aunque creo que terminaría gustándole.” Gori, de Fantasmagoria, va más al grano. “No lo conocí, pero creo que nuestra lectura de ‘No detenga su motor’ le sonaría maricona.”

El terreno de las posibilidades siempre es fangoso. Pero sería lo más verosímil del mundo pensar que la reacción de Pappo ante las relecturas de sus temas –al menos en los nombrados– traería comentarios ácidos y burlones. Aunque ninguna alteraría su paciencia como el destrozo tecno que provocó Azafata con “Buscando un amor”. Tiene todo lo que Pappo detestaba: máquinas, ritmo disco y bandejas. Ari Flores, guitarra y voz, lo tiene claro. “A Pappo no le gustaría ni un poquito lo que hicimos. Enchulamos tanto el tema, que casi ni se reconoce. El bombo en negras le da un espíritu nightlife, parece que hubiera un travesti con taco aguja haciendo una performance.” Esta versión, en todo caso, es el extremo de la finalidad global de Pappo versionado, el disco que editó Iguana Records, subsello rockero de Sony BMG. Trece bandas under –más Pity y Flavio Cianciarullo como invitados– se apoderaron de Pappo e hicieron lo que quisieron con él. Una mitad optó por versiones, más que libres, libertarias. Casi irreconocibles. La otra, visiones más “respetuosas”, que el entrañable Carpo no resolvería a las piñas.

Play de nuevo, entonces. Track 5. La segunda parte de “Sucio y desprolijo” revierte la heterodoxia de la primera y la ubica en su potenciómetro original, el que utilizó Pappo con Machi y Pomo en el Pappo’s Blues III. Track 6: La Cruda no se animó a modificar “Macadam 3, 2, 1, 0”. Suena cuadrada y potente como el Riff de principios de los ’80. Track 7: Más allá del arreglo de la intro, “Rock & roll y fiebre”, es imposible de convertir a otra cosa. Camila Gastaldi, cantante de Vados, lo asume así, pero le da un aura ochentista. Registro híper rockero con el que Flavio Cianciarullo, el ex Cadillacs, sintoniza impostando. Track 11. Guillermina toma “El Viejo”, le suma volumen y densidad sonora a la original, y uno de los primeros temas del Carpo suena como si lo hubiese compuesto post mortem. Track 12: la voz de Analía Boccomino (Seda Carmin) logra una bella versión rutera de “Descortés”, una de las más logradas del disco. Track 13: Infierno 18 transforma “Adónde está la libertad” en un infierno, veloz y destructiva. Dice Tom, cantante: “Le modificamos solamente el tempo y algún arreglo. Y lo tocamos casi al doble de velocidad. Al Carpo le gustaría, porque es rockera”.

Pappo versionado, aunque conlleva el rótulo de “homenaje”, se mueve sobre arenas movedizas: medio disco no sería del agrado del homenajeado. Lo que ocurre, más bien, es que cada grupo tomó al Carpo y lo llevó para su propio molino. Y no está mal. Al cabo, los próceres no son de mármol.

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El Carpo tenía un concepto férreo del rock: miraría con desconfianza a más de un participante.
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