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Martes, 23 de diciembre de 2014

HISTORIETA

Espacios ganados y perdidos

Una de las características salientes de los últimos años es el crecimiento de los espacios en los que disfrutar de la historieta, no ya como lectura, sino como exposición. En este sentido, se pudieron disfrutar muestras en la Biblioteca Nacional, en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el ciclo cordobés Suelta de Globos y en el porteño Museo del Humor. También hubo una racha sorprendente de exposiciones dedicadas a Mafalda (Tecnópolis, Usina del Arte, Biblioteca Nacional y Museo del Humor), que coincidieron en el tiempo y la enfocaron desde cuanto ángulo era posible pensar a la creación de Quino.

De todos los espacios y muestras, hay dos que deben destacarse. Uno para bien y el otro para mal. Por un lado, la impresionante exposición permanente de El Eternauta en Tecnópolis. Estaba montada a modo de documental apócrifo y de la misma manera se proponían las visitas guiadas al público. La factura de la exposición era notable, pero más todavía lo era el corto que se proyectaba en la sala contigua, en blanco y negro (y con cierto espíritu Blair Witch Project). Pese a alguna incongruencia menor respecto del original de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, era inevitable salir pensando que así debía ser una adaptación de esa obra fundamental de la historieta argentina. Es más, no sólo que así debía ser, sino que efectivamente una adaptación era posible, algo que se debate hace rato en el ambiente, desde los intentos, no concretados, de Lucrecia Martel de tomar el proyecto.

Del otro lado, es inevitable señalar el abandono que atraviesa el Espacio Historieta del Centro Cultural Recoleta, que con frecuencia muestra su pasillo vacío o incluso ocupado en obras que no le competen a su destino. En 2014 el CCR apenas programó un par de muestras allí, todas de corta duración. Se podrá argumentar que el gobierno porteño ahora dedica espacio a la historieta a través del Museo del Humor (que tiene otro perfil, clásico en comparación con el espíritu vanguardista que caracterizaba al Recoleta) y de su Paseo de la Historieta, con esas estatuas de caucho mal curadas en el sur de la ciudad. El problema es que desde hace dos años, cuando se desplazó a su coordinador y asumió la curaduría el propio director del CCR, el Espacio perdió la vitalidad y lugar privilegiado que lo caracterizaba en el ambiente y que permitía a los visitantes ver alternativamente clásicos y nuevas figuras, imprimiendo auténtico dinamismo al sector.

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