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Miércoles, 16 de marzo de 2016

MUSICA

La guerra del volumen

Quizás el punto de quiebre entre la relación del público con el CD fue la que se conoció como la “guerra del volumen”, una tendencia surgida en la primera década del milenio que marcaba que había que grabar y reproducir audio al mayor volumen posible, con el consecuente sacrificio de rango dinámico (algo así como la diferencia entre los sonidos débiles y fuertes). Sonar fuerte era sonar moderno, mientras que lo suave era sinónimo de viejo o desactualizado. El mayor exponente de esa loudness war fue Death Magnetic, de Metallica, quienes hicieron lo imposible para sonar más fuerte que todos, hasta el punto de generar distorsión en cualquier equipo en el que se reprodujera el disco. Quizá por ello es que el ingeniero estadounidense Bob Ludwig se sorprendió cuando, de todos los masters de Chinese Democracy enviados a Axl Rose, el cantante eligió el que no tenía ningún tipo de compresión y que respetaba de manera más fiel la obra original. “Finalmente alguien tomó posición y eligió priorizar la música y la dinámica por sobre el nivel absoluto de sonido”, escribió Ludwig, sumando la lucha de Rose a la de artistas como Bob Dylan y Alan Parsons, y a la de organizaciones como Turn Me Up!, quienes pelean para revertir esta tendencia. En 2013, Mick Guzauski, el ingeniero responsable de la mezcla de Random Access Memories, de Daft Punk, declaró que “nunca quise hacer que el disco suene fuerte y creo que es mejor por eso”. No por nada el primer track de ese disco lleva como título “Give Life Back to Music” (“Devolvele la vida a la música”).

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