Más enredada y trágica que una bulería es la historia personal de Farruquito, quien fue condenado a dieciséis meses de prisión por haber atropellado, en 2003, a Benjamín Olalla con un BMW sin seguro ni registro, cerca del Polideportivo San Pablo de Sevilla, darse a la fuga e involucrar a su hermano menor para eludir la acción de la Justicia. El dictamen judicial, hecho público el 29 de julio pasado, fue apelado por la fiscalía, la defensa y la acusación particular emprendida por la familia de la víctima. Mientras tanto, el bailaor decidió emprender una gira por Cuba, Argentina y Uruguay, aunque declaró no tener aún planes artísticos para 2007. Además de la prisión no excarcelable por homicidio y omisión del deber de socorro, la condena incluye una indemnización a la viuda de Olalla de más de 100 mil euros, otra de ocho mil para cada uno de los padres de la víctima, y cuatro años de privación del derecho de conducir. Durante el juicio, Farruquito declaró a la prensa local que huyó del lugar del accidente porque tuvo “miedo a todo, al futuro de su carrera y a lo que le podía pasar a su gente si él entraba en la cárcel”.