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Jueves, 6 de marzo de 2008

CINE › EN FORD, LAS TENSIONES SON ENTRE EL HéROE Y SU COMUNIDAD, ENTRE TRADICIóN Y PROGRESO

El arte de la épica y la aventura

Si el discurso fordiano sigue siendo hoy rico y sorprendente, ello obedece a su carácter eminentemente contradictorio.

 Por Horacio Bernades

Como suele suceder en los ciclos del Malba, la retrospectiva John Ford que comienza hoy allí, extendiéndose hasta comienzos de abril, remeda un vasto archipiélago lleno de brazos, estuarios y afluentes, que incluso en algunos casos parecerían no contar con una cartografía previa. Dedicada al John Ford canónico, no faltan en esta retrospectiva de casi 25 títulos curiosidades, rarezas y zonas hasta ahora escasamente iluminadas. Algunas de las copias son nuevas; otras, no tanto.

La corriente principal de la retro arranca con El caballo de hierro (1924), primer gran western mudo de este nativo de Cape Elizabeth, Maine, y circula luego a través de El delator (1935), La diligencia (1939), Viñas de ira (1940), Pasión de los fuertes (1945), la trilogía de la caballería –integrada por Sangre de héroes (1948), La legión invencible (1949) y Río Grande (1950)– y El hombre quieto (1952). Desemboca finalmente en las inmensas aguas de Más corazón que odio (1956) y El hombre que mató a Liberty Valance (1962), que se verán en copias flamantes, recién rescatadas por la Filmoteca de Buenos Aires. A ese curso central van a dar películas que tampoco parece prudente dejar pasar, como Ecos de tambores (1939), Hombres de mar (1940), Caravana de valientes (1950), Mogambo (1953), y Misión de dos valientes (1961). También films quizás no plenamente logrados, pero siempre tocados por raptos de inspiración poética y visual, como Tres hijos del diablo (1949), El precio de la gloria (1952), Cuna de héroes (1955) y El sargento negro (1960). Están incluso aquellos en los que ni siquiera el más grande cineasta estadounidense logró resistir las tentaciones del academicismo (María Estuardo, 1936), la retórica (¡Qué verde era mi valle!, 1941) y el esteticismo (El fugitivo, 1947).

Siendo el programador de la retrospectiva el historiador y coleccionista Fernando Martín Peña, no deberían extrañar rescates históricos como el del western mudo Tiro fijo, lo más antiguo que se conserva del autor (1917). Así como El último proscripto, película del oeste que Ford escribió pero no dirigió (1936) y La batalla de Midway, documental filmado por Sean Aloysius O’Fearna (nombre verdadero de JF) mientras combatía, con el grado de almirante, en el frente del Pacífico (1942). Se incluye también una curiosidad absoluta, desenterrada vaya a saber de qué bóvedas: El novato del año, corto para televisión que Ford realizó en 1955, durante el rodaje de Más corazón que odio y con buena parte de su elenco. Finalmente, ese asombroso, hilarante documental que es Dirigido por John Ford (1971), en el que en medio del Monument Valley un joven Peter Bogdanovich intenta arrancarle alguna palabra al maestro (famoso gruñón) y lo único que consigue es que le ladre cómo encuadrar y cuándo cortar.

De este panorama, desplegado a lo largo de más de un mes, se desprenderá un arte de la épica –pero también de la comedia, la aventura, el drama íntimo y la tragedia– construido en buena medida a partir de un juego de tensiones. Tensiones entre héroe y comunidad, entre lo civilizado y lo salvaje, entre tradición y progreso. Si el discurso fordiano es rico y sorprendente, ello obedece a su carácter contradictorio. En ocasiones, este hombre nacido en 1895 celebra lo pastoril y lo salvaje, viendo en ello un paraíso perdido (en ¡Qué verde era mi valle!, El hombre quieto, Mogambo), o por simple oposición a una urbanidad investida de negatividad (en La diligencia, en Más corazón que odio, en Misión de dos valientes). Sin embargo y contrariamente, en buena parte de su obra Ford pinta la civilización como ideal a alcanzar o defender (en El caballo de hierro, Ecos de tambores, Pasión de los fuertes, Caravana de valientes). Pero una vez alcanzado, ese ideal cae como tal (notoriamente, en esa inmersión en el desencanto que es El hombre que mató a Liberty Valance).

Algunas de sus películas exaltan al héroe solitario, lo que los estadounidenses llaman loner (La diligencia). Otras bregan por su integración a la comunidad (Pasión de los fuertes, El hombre quieto). Muchas cantan, añoran o sueñan el grupo humano como forma superior de estar en el mundo. Ya se trate del grupo familiar (Ecos de tambores, Viñas de ira, ¡Qué verde era mi valle!) como el de camaradas (Hombres de mar, la trilogía de la caballería), el meramente circunstancial (Caravana de valientes, La diligencia) y hasta, si se quiere, el grupo que produce el propio film: téngase en cuenta que Ford constituyó, delante y detrás de cámaras, una troupe/familia estable integrada por técnicos y actores, que lo tuvo por patriarca. Creyente, en más de una ocasión el autor se dejó tentar por paráfrasis bíblicas. Si el traidor de El delator es, claramente, un Judas, y el perseguido de El fugitivo, un Cristo, los pistoleros que recogen y cuidan de un bebé en Tres hijos del diablo son una visible trasposición al Oeste del mito de los Reyes Magos. Llamativamente, no se trata de sus mejores películas.

Parecería que sólo cuando se libera de esas deudas de fe y se deja arrastrar por la tentación de la carne –entregándose a la diversión irresponsable, la borrachera, la ira, la pulsión destructiva y autodestructiva– John Ford es, realmente, John Ford. Una vez vuelto de allí, este tuerto célebre parece ya en condiciones de purificarse, lanzándose a esos arrebatos de arrasadora poesía visual que lo distinguen, haciendo de él uno de los grandes líricos del cine.


Para reconsiderar el canon

Con entradas a 10 pesos ($ 5 para estudiantes y jubilados), el ciclo “John Ford, una retrospectiva” se inicia hoy en el Malba con la proyección de El delator, El fugitivo, La batalla de Midway, Caravana de valientes y La diligencia. Mañana viernes se verán, en los mismos horarios, Mogambo, El delator, El novato del año y El fugitivo. El sábado, Más corazón que odio y Cuna de héroes, y el domingo, Pasión de los fuertes, Más corazón que odio y Cuna de héroes. El jueves 13 se verán Tres hijos del diablo, Sangre de héroes, La legión invencible y Río Grande. El viernes 14, La diligencia, Pasión de los fuertes, El novato del año, Caravana de valientes y Tres hijos del diablo. Sábado 15: Sangre de héroes y Río Grande. Domingo 16: El hombre quieto, Dirigido por John Ford y Misión de dos valientes. Jueves 20: María Estuardo y ¡Qué verde era mi valle! Viernes 21: El sargento negro, El precio de la gloria, La batalla de Midway y El último proscripto. Sábado 22: Misión de dos valientes y El hombre que mató a Liberty Valance. Domingo 23: Dirigido por John Ford, Ecos de tambores y La legión invencible. Jueves 27: Misión de dos valientes, El sargento negro, El novato del año y Ecos de tambores. Viernes 28: Viñas de ira, ¡Qué verde era mi valle!, Tiro fijo y El caballo de hierro. Sábado 29: Río Grande, La legión invencible y El novato del año. Domingo 30: El último proscripto, Hombres de mar y El caballo de hierro. En todos los casos las proyecciones se inician a las 14 en la sede del Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415. Más información en www.malba.org.ar

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[HTML]Henry Fonda en Pasión de los fuertes (1945), uno de los grandes clásicos del director.
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