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Sábado, 26 de octubre de 2002

BIODIVERSIDAD: LAS 18 ZONAS MARINAS MáS RICAS DEL MUNDO

Arrecifes de coral en peligro

Por Malen Ruiz de Elvira
El País

La riqueza en especies de todo tipo –la biodiversidad– se manifiesta de forma muy poco homogénea en la Tierra. Es un hecho conocido sobre el que hasta hace muy poco no existían datos concretos. Los estudios sobre los puntos sensibles terrestres y marinos están ayudando a rellenar este vacío. Se trata de investigaciones destinadas no sólo a conocer la riqueza de los ecosistemas sino también a identificar aquellos que están más amenazados con el objetivo de establecer un orden de prioridad en las medidas de conservación a escala mundial, dentro de la Convención de la ONU sobre Biodiversidad.
En el año 2000 se publicó el estudio sobre los puntos sensibles terrestres que identificó 25 zonas sensibles que ocupan únicamente el 1,4 por ciento de la superficie terrestre. Ahora se publicó uno paralelo que identifica 18 puntos sensibles marinos, todos ellos arrecifes de coral, que sostienen la mayor riqueza biológica en los océanos y resultan muy vulnerables a las amenazas, dada su proximidad a la costa y su poca profundidad.

Estrategia
Las 18 zonas identificadas incluyen el 32,5 por ciento de los arrecifes de coral, pero su extensión representa sólo un 0,028 por ciento de los océanos. Los autores del estudio, entre ellos científicos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y de la organización Conservation International, señalan que los datos encontrados contradicen la hipótesis de que es difícil que se extingan las especies marinas porque viven en hábitat extensos. La razón es que un gran número de las especies estudiadas vive sólo en pequeñas áreas (son endémicas de esas zonas). “Sabemos que si no pasamos ya a la acción las especies marinas empezarán a extinguirse, porque se pierde biodiversidad como consecuencia de la destrucción de hábitat”, ha explicado Callum Roberts, de la Universidad de York (Reino Unido), que ha coordinado el trabajo. “Este estudio puede ayudarnos a crear una estrategia que resulta urgente para identificar las zonas en las que la biodiversidad está destruyéndose más rápidamente”, añadió.

Zonas sensibles
De hecho, 10 de las zonas identificadas son las de mayor endemismo marino conocido del planeta. En sólo el 15,8 por ciento de la superficie de los arrecifes de coral se concentra la mitad de las especies endémicas. Además, como se suponía, ocho de estas 10 zonas supersensibles se encuentran adyacentes a zonas sensibles terrestres, las que albergan la mayor concentración de especies y están en riesgo de degradación.
Para realizar el estudio se analizaron las poblaciones de 3235 especies de cuatro grupos distintos de animales: peces de arrecife, corales, caracoles y langostas. Todos ellos necesitan un medio ambiente sano para sobrevivir. Los datos son curiosos. En la isla de Lord Howe, en Nueva Zelanda, por ejemplo, en sólo 103 kilómetros cuadrados se encuentran más de 500 especies de estos cuatro grupos animales. En la isla de Pascua, la menos amenazada, hay sólo 33 especies. El estudio sobre las zonas sensibles en arrecifes de coral es correcto a efectos de conservación pero forzosamente incompleto. La vida en los océanos se conoce todavía muy mal, especialmente la de las grandes profundidades marinas. “Si sólo se han identificado zonas sensibles en aguas poco profundas está claro que debe haber muchas otras a grandes profundidades”, comentó Roberts en la reunión de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia (AAS) en Boston.
Aun desconociéndolas, los pescadores están empezando a explotarlas utilizando técnicas nuevas y muy destructivas. Algunas están derivadas de aplicaciones militares de guerra submarina y espionaje, como la cartografía por sonar. También se utiliza la localización por satélite y los mapas de temperatura de la superficie marina, así como aviones para localizar los bancos. En algunas zonas donde se han empezado a pescar especies antes no accesibles lo que se ha visto es que las capturas disminuyen rápidamente debido a que no se renuevan las poblaciones. “En el fondo del mar el ritmo de vida es muy lento”, subrayó Roberts. “Un pez puede alcanzar fácilmente los 200 años de vida. Cuando se entra a saco, se destruyen las poblaciones en muy poco tiempo.” También existe el riesgo de destruir especies vulnerables sin siquiera conocerlas, explican los científicos.
La estadounidense Cindy van Dover, especialista en la exploración de las cordilleras submarinas (a varios kilómetros de profundidad), en las que se ha localizado en las últimas décadas un gran número de especies desconocidas hasta entonces, mostró también en Boston la preocupación de los científicos por el interés que suscitan en las empresas mineras las zonas activas geológicamente del fondo del mar. “En los últimos 25 años hemos descubierto una media de una especie nueva cada dos semanas”, afirmó Van Dover, quien recordó que el 65 por ciento de la superficie de la Tierra se encuentra cubierta de agua a más de 1000 metros de profundidad.

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