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Sábado, 26 de octubre de 2002

NOVEDADES EN CIENCIA

NOVEDADES EN CIENCIA

Perfumaras tus nidos

Discover Parece que la costumbre de perfumar el lugar donde vivimos no sólo es humana: un científico francés descubrió que unos pajaritos que viven en la isla de Córcega también lo hacen. E incluso parece que sería una forma de defender a sus crías. Los herrerillos (Parus caeruleus) son unas pequeñas aves insectívoras, fácilmente reconocibles por sus vivos colores azules y amarillos. Hace poco, y tal como informa la revista Discover, el ecologista evolutivo Marcel Lambrechts y su equipo del Centro de Ecología Funcional y Evolutiva en Montpellier, Francia, descubrieron que los herrerillos suelen llenar sus nidos con un verdadero cóctel de varias hierbas aromáticas, entre ellas, lavanda, menta, artemisa y citronela. Así, los nidos huelen realmente muy bien. Curiosamente, cuando el investigador francés y sus colegas quitaron todas las ramitas de plantas aromáticas de treinta y dos nidos de herrerillos, notaron que al poco tiempo los pájaros padres volvían con nuevas ramitas frescas de lavanda, menta y las otras diez variedades. Según Lambrechts, tanta insistencia tiene otras intenciones: esas hierbas sirven para proteger a sus pichones. “Sabemos que todas esas plantas tienen propiedades químicas que matan, o al menos repelen, a bacterias, hongos, garrapatas, mosquitos y ácaros”, explica el investigador. Es una muy buena estrategia de defensa, y demuestra que estos pájaros saben lo que hacen: “los herrerillos son verdaderos botánicos”, concluye Lambrechts.

La habilidad del los protohumanos

NewScientist Un nuevo hallazgo arqueológico confirma que nuestros ancestros de hace 1 millón de años eran hábiles fabricantes de herramientas de piedra y que, de algún modo, debían organizarse para construirlas. Pero, a la vez, parece que también eran un tanto olvidadizos. Recientemente, el arqueólogo Michael Petraglia (Universidad de Cambridge) y un grupo de colegas “tropezaron” con una gran colección de filosas cuchillas y hachas de mano durante una excavación en una cantera de piedra caliza en el estado de Karnataka, bien al sudoeste de la India. Las piezas, de muy buena factura (como se ve en la foto) habrían pertenecido a un grupo errante de Homo erectus. Al parecer tendrían un millón de años. Según Petraglia y los suyos, aquellos humanos primitivos deben haber “importado” de otro lugar -distante a 2 kilómetros– duras rocas basálticas que, a modo de martillo, les habrían permitido romper y modelar la piedra caliza. “Copiamos esta técnica y nos dimos cuenta que hacen falta dos o más personas para levantar las planchas de piedra caliza y romperlas en trozos mas chicos”, dice el científico. Y agrega: “esto indica que ellos trabajaban en grupos y que incluso pudieron haber tenido la habilidad de comunicarse de algún modo”. El descubrimiento, recientemente publicado en la revista británica New Scientist, tiene un costado curioso: el equipo de Petraglia encontró varias herramientas idénticas –en hechura y antigüedad– desparramadas hasta a cinco kilómetros de la cantera. “No encontramos otras herramientas más lejos, y eso –dice el investigador– nos sugiere que ellos las abandonaron al dejar el lugar”.

Un compañero con orbita extraña

NewScientist A la pregunta de si estamos solos (o no) en el universo, que persigue desde hace rato a los científicos, al parecer, se le ha encontrado una respuesta: no, no estamos solos, por lo menos en órbita. O, al menos, estamos un poco menos solos. Resulta que un grupo de astrónomos canadiense descubrió recientemente un asteroide de cien metros de diámetro que acompaña a la Tierra en su trayectoria alrededor del Sol, en una órbita especial en forma de herradura. El pequeño escolta, bautizado 2002 AA29, fue avistado el 9 de enero de 2002 por el proyecto de Investigación Lincoln de Asteroides Próximos a la Tierra (Linear, en sus siglas en inglés).
La manera en que este objeto se acerca a la Tierra es peculiar: primero se aproxima por un lado y, luego de 95 años, lo hace del otro. Un análisis detallado indica que el asteroide recién estará en 2003 a 12 veces la distancia de la Tierra a la Luna. Y después “aparecerá” de lado opuesto del Sol en 2098. Una órbita, más que curiosa, notable, que resulta de la compleja interacción entre la atracción gravitacional del Sol y de la Tierra.
“2002 AA29 introduce una importante y nueva clase de objetos como blancos potenciales para misiones espaciales”, indica Martin Connors de la Universidad de Athabasca (Canadá). Y agrega: “es el primer cuerpo que se conoce que está en una órbita heliocéntrica en forma de herradura”.
Los cálculos muestran que dentro de 600 años 2002 AA29 se convertirá en una segunda luna terrestre al girar alrededor del planeta por escasos 50 años. Aunque en realidad no será una luna “genuina” pues su órbita aún estará controlada por el Sol. Para entonces la Tierra contará con un nuevo acompañante en su continuo viaje alrededor del Sol. Y así estará un poco menos sola. Por un rato.

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