futuro

Sábado, 21 de junio de 2003

CAFé CIENTíFICO SOBRE DROGAS Y OTRAS ADICCIONES

No puedo vivir sin vos

Por Martín De Ambrosio

La (droga)adicción, el “flagelo que golpea a la sociedad”, no es para nada un invento moderno, sino que se entronca en casi todas las tradiciones premodernas (famosamente las precolombinas pero también las castigadas brujas medievales que provocaban intoxicaciones con infusiones, algunas de las cuales tenían a la belladona como sustancia psicoactiva). Sin embargo, cierto discurso ansía a toda costa emparentar a las adicciones con otros “males” modernos como la liberación femenina o la revolución sexual, y enfoca sus cañones en la estigmatización del adicto, bien que con algún éxito. Sobre estos temas (tratados desde un punto de vista médico, demasiado médico si se toman en cuenta las prevenciones foucaultianas) versó el Café Científico organizado por el Planetario de la Ciudad en La Casona del Teatro, en el que participaron el psicólogo especializado en adicciones Jorge Ballester y el doctor Enri Borda, titular de la cátedra de Farmacología de la Facultad de Odontología de la UBA e investigador del Conicet.
El próximo Café Científico se titula “¿Qué es la inteligencia?: la polémica por el coeficiente intelectual y los tests” y se realizará el 15 de julio.

Tolerancia y dependencia
Enri Borda: –Cuando uno habla de drogadicción se habla de que en determinado individuo se produce una transformación de la conducta, y se convierte en un enfermo que debe ser tratado. Para lo cual, médicamente deben suceder dos cosas importantes. Una es la tolerancia a la droga que fuese y otra es la dependencia. “Tolerancia” significa que se necesita cada vez más cantidad de la droga para obtener los mismos efectos farmacológicos que el individuo desea. Quiere decir que si yo hoy tomo una pastilla que me permite pasar despierto 24 horas, pasado un tiempo voy a ir necesitando un poco más que una pastilla para obtener el mismo efecto. Eso es la tolerancia, desde el punto de vista farmacológico. El otro término es la “dependencia”. Y significa la necesidad de esa droga porque si no se entra en el síndrome de abstinencia. La dependencia puede ser de dos tipos. Hay una dependencia en primera instancia, psíquica, y otra, después, que es física. ¿Qué quieren decir? La dependencia psíquica se define como compulsión, estado de compulsión, es algo que no se puede evitar hacer, y es un estado psicológico particular. Y la dependencia física significa que cuando se le saca la droga al individuo entra en un estado, digamos, de enfermedad que recibe el nombre de síndrome de abstinencia, y es algo muy grave y muy feo de ver y de atender; es como un estado angustioso muy particular, muy desagradable. Cuando se dan estas dos características, estamos ante un caso de drogadicción.
¿Qué hacemos desde el punto de vista terapéutico? Hay muchas cosas que se pueden hacer, siempre con cariño y tratando de que la policía esté lo más lejos posible, porque no hay que criminalizar al adicto. Cada médico tiene su librito, pero sobre todo hay que ir quitando la droga de un modo lo más moderado posible, porque si se saca la droga abruptamente exponemos al paciente al síndrome de abstinencia y les aseguro que un paciente que sufrió eso no vuelve nunca al médico y seguro que continuará con la droga.Generalmente hay equipos de trabajo con sociólogos, psicólogos, ambientadores sociales, etc. Ustedes saben que en el siglo XXI nada es personal y todo se hace con grupos; terapia de grupos en las que se cuentan historias, se escuchan mutuamente y algunos pueden convencerse de algunas cosas y cambian los puntos de vista. Una cosa de entrecasa puede hacernos llegar al éxito.
Además, en algunos países –no en Estados Unidos– se usa para tratar a los individuos una droga que se llama metadona (una droga sintética derivada de la morfina). Entonces, al paciente que quiere curarse y entra en estos programas, se le da una pastilla de metadona por vía oral que tiene los mismos efectos que la morfina. Pero con la diferencia de que debe ir al lugar en el que está el médico para obtenerla. Entonces ahí eliminamos toda la parte extramédica, oculta, de toda esta gran historia de la drogadicción. Eso se evita. Así, paulatinamente, termina el paciente distanciándose, entre otras razones porque retrasa el síndrome de abstinencia. Esto, junto con la psicoterapia por ejemplo, son maneras bien elegantes de tratar a los pacientes. Cabe aclarar que no todos los médicos ni todas las escuelas comparten este punto de vista.

En el cerebro
Borda (continúa): –La droga, después de aspirarse, fumarse, inhalarse o lo que fuese manifiesta su efecto cuando llega finalmente al cerebro. Ahí están los llamados “receptores” que son proteínas determinadas que están en un sitio determinado y que tienen una disposición química determinada; la droga reconoce al receptor y se pega allí y nada más que allí para causar el efecto. Entonces, si yo tomo una anfetamina, para que me dé resultado tiene que unirse a una proteína que químicamente sea específica para producirme el efecto, caso contrario no hay efecto. La droga no es mágica, tiene que llegar a un sitio determinado del cuerpo para producir su efecto. Todas estas drogas actúan a nivel del Sistema Nervioso Central (SNC), porque ahí están los centros de la emoción y los centros motores, todo lo dirige ese órgano increíble que es el cerebro.
Y sucede que este famoso cerebro todavía es un misterio: todavía no lo conocen ni los anatomistas ni los fisiólogos. Menos lo conocemos nosotros los farmacólogos. Y, según lo que sabemos, en ese cerebro que maneja todo, están muy cerca los receptores que producen excitación y depresión, están muy cerca y hay mucha confusión, y hay más síntomas que los estrictamente buscados con las drogas, algo así como efectos secundarios. Esa es la propiedad que tiene anatómicamente el cerebro, y por eso es tan difícil diagnosticar y curar. Fisiólogos y farmacólogos nombran a eso como “la gran plasticidad del cerebro”, de receptores y de respuesta, plasticidad que no tiene ningún otro órgano. Y es por eso que el cocainómano o el morfinómano pueden tener síntomas específicos (como pupilas achicadas o ojos rojos para el caso del que fuma marihuana). Pero esto no es necesariamente así en todos los casos, porque el cerebro contesta con una gran plasticidad de receptores.
Todas estas drogas, para concluir, no son mágicas sino que hacen mover algo que todos nosotros tenemos dentro de nuestro organismo y cuando no son afectadas por el consumo excesivo sirven para la vida misma. La enfermedad está cuando todo lo que es bueno en nuestro organismo se transforma en malo; y no es más que el cambio en el estado fisiológico de un órgano, nada más y nada menos que una descompensación.

Hernandez, Freud y las logicas
Jorge Ballester: –Quería empezar con dos citas. Una del Martín Fierro: “procuren de no perder / ni el tiempo ni la vergüenza. / Como todo hombre que piensa / proceder siempre con juicio / y sepan que ningún vicio /acaba donde comienza”. La otra frase es de Freud, una frase muy conocida de El malestar en la cultura: “La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa, nos trae hartos dolores, desengaños y tareas insolubles. Para soportarla, no podemos prescindir de los calmantes. Los hay quizás de tres clases: poderosas distracciones, que nos hagan valuar en poco nuestra miseria, las satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y las sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas”.
El problema de entender las adicciones es que quizás estemos sobreinformados sobre la cuestión y reaccionamos de distinta manera frente a la misma patología. Hay en general en la sociedad cuatro lógicas con las que se miden las adicciones, seamos conscientes o no, y funcionan dentro de nosotros y dentro de los medios de comunicación. Y cada una de estas lógicas nos va a dar distintos resultados. Esquematizando, son las siguientes:
1 La “lógica penal” en la que se da una interpretación de “culpabilidad” hacia el adicto, donde el sentimiento es el de la reprobación y la medida preponderante el castigo.
2 Dentro de la “lógica de defensa social”, la interpretación va a ser la “peligrosidad”, el sentimiento va a ser el miedo, el valor preponderante será la seguridad y la respuesta, el aislamiento.
3 Desde el punto de vista médico, la interpretación va a ser la enfermedad, el sentimiento la compasión, el valor la salud, y la medida el tratamiento.
4 Desde el punto de vista económico, la interpretación va a ser el comercio, el sentimiento de la protección, el valor la libertad de comercio, y la medida la regulación.

Etimologias y paradigmas
Ballester (continúa): –Me parece prudente, ahora, ir a la etimología que suele alumbrarnos y sorprendernos. “A-dicto” es alguien que carece de dicción, que carece de palabra. Y vemos, entonces, que el síntoma previo a la drogadicción es el aislamiento social, es esa persona cada vez más sola, que no se comunica, y vemos que en nuestra sociedad estamos cada vez más aislados. Antes, íbamos a la feria, ahora vamos al supermercado y no hablamos con nadie. Ahora hasta los juegos se hacen de modo solitario, como los juegos de computadoras en red, y cada vez hay más incomunicación, por ejemplo.
La otra vertiente etimológica nos lleva a la Roma antigua en la que se llamaba “adictium” a la persona que por deudas entregaba su libertad al acreedor; pagaba sus deudas con la esclavitud. Y estas definiciones son bien esclarecedoras. Entrega de libertad, ¿no?
Ahora bien, pensando a la droga como enfermedad, diremos que hay factores predisponentes y factores desencadenantes. Lo predisponente es la personalidad de base, y lo desencadenante es la presión del entorno más la droga en sí. Los pares diciendo: “¿cómo no te animás, es que tu mamá no te deja?”, etc. El paradigma médico estudia los efectos de las drogas en el organismo. Simultáneamente a su surgimiento, empieza a penalizarse a los consumidores y se forma una mezcla médico-legal que es un sistema bastante hegemónico por ahora. Se piensa que, al igual que los psicóticos, lo mejor es tenerlos encerrados y lo más lejos posible. Y después se torna en “flagelo” y comienza el discurso militarista, de cruzados en contra de las drogas que proponen literalmente terminar con los drogadictos y ponerlos presos desde que nacen. Y el sistema legal hace que se penalice al consumidor, como en la ley que está en vigencia ahora en Argentina. En diez años de esa ley, se sacó la estadística que el 90 por ciento de las causas se iniciaron por dosis mínimas y en operativos callejeros. O sea, de los grandes peces, poco y nada. Para terminar, voy a destacar la cuestión geopolítica, a pesar de su alto grado de paranoia. Se dice que las drogas de diseño se hicieron con un fin bien específico. Según se publicó en un diario argentino, la agencia de inteligencia norteamericana CIA tenía un problema con los negros de Los Angeles, y los controló inventando el crack, una forma de genocidio que incluso hasta se autofinancia; no es que hay que ir a buscarlo al tipo y matarlo de un balazo, sino que la misma persona a matar va hasta lo de su dealer y le compra él mismo el veneno.
Me parece que es algo a tener en cuenta al momento de analizar los problemas de adicciones.

Para agendar:
Alcohólicos anónimos 4931-6666
Jugadores anónimos 4702-1525
SADA Servicio de ayuda telefónica en drogas y alcohol 4861-5586

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Jorge Ballester dirigiéndose al público del cafe científico. a la izquierda, Enri Borda.
 
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