futuro

Sábado, 13 de septiembre de 2003

ROPA INTELIGENTE

Pasarelas al borde de un ataque tecnológico

Por Federico Kukso

El término “inteligente” en los últimos tiempos se ha vuelto uno de los adjetivos más bastardeados del diccionario. Sin mucho decoro y corrección, se lo abrocha a cuanto nuevo engendro de la técnica aparezca: casas inteligentes, automóviles inteligentes y computadoras inteligentes. Hasta tal punto se llegó en el frenesí tecnológico que ya hay diseñadores textiles que piensan que sus productos también merecen tal pomposa denominación. Así es: en el mundillo de la moda ya se pronostica que la próxima revolución viene por el lado de la “ropa inteligente” que de la mano de nanotecnología y la miniaturización de la electrónica estrecha cada vez más las relaciones entre informática y vestimentas.

El ultimo grito de la moda
De una vez y para siempre, los diseñadores pretenden romper con la asentada concepción de cómo ha de usarse una computadora. Para ellos, las computadoras no tienen por qué estar encadenadas a un escritorio; tendrían, en cambio, que poder ser usadas todo el día, en cualquier lugar. Así, nacieron las “wearable computers” (algo así como “computadoras para llevar puestas”).
Uno de los centros que va a la cabeza en estas investigaciones es el Instituto de Tecnología de Massachusetts o MIT (Estados Unidos). En su Media Lab ya tienen casi cocinado un notable prototipo: el “MIThril”, un chaleco que, según aseguran, innovará en las interacciones hombre-máquina. Integrado por cables y sensores urdidos en su diseño, el MIThril cuenta con un software hecho en base del sistema operativo Linux. Para bautizar la nueva pieza, los científicos del MIT recurrieron a las páginas de El señor de los anillos donde los elfos le obsequian al protagonista, Frodo, una malla metálica liviana y a la vez bastante resistente llamada “mithril”. Justamente, en ese aspecto se inspiraron los investigadores del MIT: su objetivo, afirman, es crear una pieza de bajo peso, que no moleste y que ayude a mejorar la vida de quien la porta.
De momento, al chaleco se lo puede adornar con toda clase de diminutos dispositivos electrónicos (tan pequeños como poderosos) como cámaras, micrófonos y otros sensores que proporcionan información en tiempo real basada en el contexto físico y virtual del individuo. De manera que por sólo llevarlo puesto, el MIThril enriquece su memoria, conoce lo que lo rodea y reacciona de forma adecuada para adaptarse a sus necesidades. El traje también puede conectarse a Internet y enviar y recibir e-mails.
¿Y dónde está la inteligencia de esta ropa? Los investigadores aseguran que radica en la capacidad de sus sensores de registrar lo que pasa alrededor, que le permiten decidir la activación o no de cada función.
El Instituto Alemán de Electrónica Fraunhofer IZM de Berlín es otro de los ámbitos en los que se trabaja en estos diseños. Una de sus últimas creaciones es una campera para ciclista, aparentemente común y corriente, que proporciona calefacción portátil y sistemas de comunicación y de identificación. El secreto está en su dispositivo electrónico integrado a las franjas que adornan la campera, fibras sumamente finas tejidas directamente en la tela. Hay quienes auguran que dispositivos como éstos, también desarrollados por los laboratorios de Philips en Inglaterra, pueden llegar a venderse como pan caliente entre esquiadores y alpinistas. Ocurre que ya hay una línea de camperas de ski “salvavidas” equipadas con su propio sistema electrónico. Cuando el termómetro que tiene incorporado detecta una caída drástica de la temperatura del cuerpo del esquiador, la prenda genera calor suficiente como para mantenerlo con vida hasta que los paramédicos lo localicen.
Prendas como éstas, que muchos llaman “del futuro” aunque tienen mucho de presente, están confeccionadas en base a redes de cables con forma de hilos. Además de calentar automáticamente cuando hace frío y vigilar el ritmocardíaco, ya hay camperas luminosas (ver foto) como la que desarrolló Lucy Dunne de la Universidad Cornell (Estados Unidos). En su entramado de fibras y otros filamentos se esconden sensores, hilos electroluminiscentes que hacen brillar la chaqueta de noche, y un detector fisiológico, instalado en la muñeca izquierda, que controla el pulso y el ritmo cardíaco. Cada uno de estos abrigos, que consumen tan baja energía como para que resulte imposible recibir descargas eléctricas aun cuando uno se moje, tienen 1,2 metro de cableado y pesa 145 gramos.

Un traje de película
En Volver al futuro II (1989), el personaje interpretado por Michael J. Fox, Marty McFly, tras una persecución de patinetas caía al agua y, como si nada, se secaba luego gracias a una campera que contaba con un sistema de ventilación de aire caliente. Del mismo modo, la ropa, al igual que sus zapatillas sin cordones, se ajustaba automáticamente al cuerpo del usuario. No por nada muchas de estas invenciones parecen sacadas de una película. De hecho, muchos equipos sacan de ahí sus ideas. Al parecer, así lo hicieron en la empresa japonesa Wacoal que ya ha creado un sistema mediante el cual la ropa se adapta perfectamente al cuerpo, tras estudiarlo con un sistema de scanners 3D.

Olor a limpio
Durante los últimos años, algunas empresas textiles han experimentado con fragancias y aromas para impregnar la ropa. El problema, al parecer, no está en encontrar el aroma que atrape a más consumidores, sino en lograr simplemente que duren; no muchas prendas aromatizadas conservan su peculiar distinción, luego de varios lavados. Los científicos de Quest International, un equipo de investigación química holandés, y los de la Compañía Woolmark creen que finalmente han dado con la solución: la llamada Sensory Perception Technology (Tecnología de Perecepción Sensoria o SPT) que hace uso de bolitas microscópicas hechas de compuestos similares a la melanina (esto es, la sustancia que le da a la piel su distintivo color, y resistente al agua y al calor) diseñadas para retener ciertos químicos e insertarlos como solución líquida a las fibras de la ropa en el proceso final de producción textil.
Por el momento, resulta casi imposible toparse con alguien que vista estas ropas por la calle. Es que ni siquiera están a la venta. La mayoría son apenas bosquejos y prototipos que, como muchos más inventos de los que se cree, tal vez nunca vean la luz (del mercado) ni de la pasarela.

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Una campera inteligente.
 
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