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Sábado, 13 de septiembre de 2003

NOVEDADES EN CIENCIA

Novedades en ciencia

la estrella achatada

ASTRONOMY Achernar no es una estrella cualquiera. Por empezar, es una de las diez más brillantes del cielo. Y el análisis de su espectro electromagnético indica que es mucho más caliente que el Sol (tiene una temperatura superficial de unos 20.000C), y varias veces más masiva. Pero hay algo más: tal como cuenta la revista Astronomy, un grupo de astrónomos acaba de descubrir que Achernar es una estrella extremadamente achatada. En realidad, ninguna estrella es perfectamente esférica, y eso se debe, fundamentalmente, a su veloz movimiento de rotación, que las ensancha ecuatorialmente. El Sol, por ejemplo, tiene un diámetro ecuatorial 42 kilómetros mayor que su diámetro polar. La diferencia es ínfima si tenemos en cuenta que nuestra estrella mide casi 1,4 millón de kilómetros. Sin embargo, el caso de Achernar, ubicada a una distancia de 145 años luz, es muy distinto.
Utilizando diferentes telescopios del famoso VLT, el súper complejo astronómico europeo instalado en el norte de Chile, el astrónomo francés Armando Domiciano de Souza y sus colegas midieron el tamaño aparente de este verdadero faro austral. Y, para su sorpresa, notaron que la estrella mostraba una forma bastante ovalada: tiene un diámetro mínimo de 0,00162 segundos de arco, y un diámetro máximo de 0,00253. Teniendo en cuenta la distancia de Achernar, eso significa que sus medidas reales son 16,8 por 10,8 millones de kilómetros. O sea, su diámetro ecuatorial es un 56% mayor que el polar. Más allá de la curiosidad, el extremo achatamiento de la estrella es un dolor de cabeza para los astrofísicos, algo que ningún modelo teórico predecía.

hipopótamos en peligro

NewScientist Al igual que tantísimas otras especies, los hipopótamos están en la cuerda floja. Y la causa principal de su lenta agonía es la caza descontrolada. Esa es la triste realidad que se está viviendo en el Parque Nacional Virunga, en Congo, donde alguna vez residió la población de hipopótamos más grande del mundo. A mediados de la década del `70, la reserva africana albergaba casi 30 mil ejemplares que deambulaban en sus ríos y bosques tropicales. En 1990, sólo había 10 mil, y cinco años más tarde, 4 mil. Ahora, un censo realizado por el Instituto para la Conservación de la Naturaleza de Congo reveló que, ahora, apenas quedan 1300. O dicho de otro modo: en menos de tres décadas, la cantidad de hipopótamos se redujo en un 95%. El panorama también es muy sombrío en la vecina nación de Burundi, donde, durante los últimos cinco años, han desaparecido 200 de los 300 animales que allí vivían.
¿Qué está pasando? Según distintas organizaciones conservacionistas, la causa principal de esta catástrofe biológica es la caza indiscrimada, alentada por dos motivos: por un lado, la carne de hipopótamo se ha convertido en un apreciado plato en Africa central, y por el otro, y a raíz de la bienvenida prohibición mundial para el comercio de marfil de elefantes, los cazadores se han lanzado sobre los hipopótamos para arrancarles sus enormes y gruesos dientes, de hasta medio metro de longitud. Un lamentable mecanismo de sustitución.

cada geólogo con su tabla

nature Los geólogos ya no tienen por qué envidiar a los químicos. Luego de casi 140 años de lidiar con la ya clásica distribución de elementos químicos diseñada por Dimitri Mendeleiev en 1869, por fin pueden vanagloriarse de tener una tabla solamente de ellos. Y todo se lo deben a Bruce Railsback, del Departamento de Geología de la Universidad de Georgia (Estados Unidos), quien se cansó de chocar una y otra vez contra la inadecuada información (para sus trabajos) que vertía la tablita. Por eso, sin muchos rodeos, tomó cartas en el asunto: en vez de seguir el patrón de organización según las propiedades y características de los elementos (básicamente átomos neutros), Railsback reacomodó las casillas y se concentró en los iones, o sea, en aquellos elementos que arrastran cargas eléctricas y que componen en su mayoría los minerales de la Tierra. Los geólogos saben que las propiedades de un mineral –su punto de fusión o el tiempo que tarda en disolverse en agua– depende ni más ni menos que del tamaño, carga y estructura de sus iones.
Siguiendo ese criterio, Railsback agrupó los iones de carga similar de acuerdo con el lugar donde se los puede encontrar en la naturaleza, y no según el número atómico (es decir, el número de protones que contiene el núcleo del átomo). Lo cual permite que algunos elementos aparezcan más de una vez en la tabla pues pueden tener cargas diferentes en lugares distintos.
En la nueva distribución, los iones se acomodan en familias con ciertos comportamientos en común, y que aparecen en los mismos ambientes naturales. La tabla de Railsback (que se puede bajar en http://www.gly.uga.edu/railsback/PT.htm) cuenta con cinco clanes químicos que representan los minerales del suelo, del manto y corteza terrestres, los disueltos en agua, y aquellos que flotan en la atmósfera. Ya hay geólogos que rebosan de felicidad. Como Stephen Elphick de la Universidad de Edimburgo (Escocia), quien sin tapujos afirmó: “Por su obsesiva atención a los detalles, me recuerda a los trabajos de pintores miniaturistas; es, simplemente, una obra de arte”.

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