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Sábado, 4 de enero de 2003

NOVEDADES EN CIENCIA

Novedades en ciencia

ULTIMOS SUSURROS DE LA GALILEO
Las últimas palabras son (casi siempre) importantes. Y más si se tratan de los valiosos testimonios recogidos por la sonda espacial Galileo, lanzada en octubre de 1989 y que desde diciembre de 1995 orbita Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar (casi 318 veces el tamaño de la Tierra). Sin embargo, la tarea de saber a la distancia precisamente qué está viendo en sus últimos viajes es todo un desafío para los científicos de la NASA pues la grabadora magnetofónica de la ya famosa –y resistente- navecita ha sido dañada como consecuencia de la intensa radiación a la que fue expuesta durante su paso, el 5 de noviembre, por el vecindario de Amaltea, una de las 39 lunas jovianas conocidas.
Por suerte, los ingenieros del Jet Propulsion Laboratory, en California, Estados Unidos, lograron en las últimas semanas hacer hablar a la Galileo, pocos días antes de que se apague definitivamente. Un más que afortunado logro si se tiene en cuenta que la sonda ya tiene sus días contados: en septiembre, Galileo, casi sin combustible, empezará a caer sobre Júpiter y se desvanecerá en su atmósfera. Habrá sido el fin de una misión llena de éxitos.
Su prontuario es impresionante: en su camino a Júpiter, Galileo tomó imágenes de la Luna, Venus, los asteroides Gaspra, Ida y Dactyl. Una vez en órbita, el 7 de diciembre de 1995, recogió información de la atmósfera de Júpiter, a 150 kilómetros por debajo de las nubes de mayor altitud, aportando la primera evidencia directa del interior del gigante gaseoso. Pero el espectáculo más impresionante del que la Galileo fue testigo (y pudo retransmitir a la Tierra) fue cuando el cometa Shoemaker-Levy 9, en julio de 1994, chocó con Júpiter.
Ahora, en su paso por Amaltea, descubierta por Edward Bernard en 1892 y por cierto, el objeto más rojizo del Sistema Solar, la Galileo recogió nuevos datos sobre el campo magnético de Júpiter, acercándose como nunca al gran planeta. Otro pequeño –pero valioso– éxito, de la gran navecita que funcionó cinco años más de lo originalmente planeado y que supo hacer más que buen honor a su nombre.

FABRICA DE HERRAMIENTAS DE 2,3 MILLONES DE AÑOS
Un grupo internacional de arqueólogos acaba de anunciar el hallazgo de una gran colección de herramientas de piedra en Kenia. Las piezas superan holgadamente los dos millones de años de antigüedad y sus características revelan que los primitivos homínidos que las fabricaron eran más listos y hábiles de lo que se creía. El hallazgo, recientemente publicado en la revista Nature, ocurrió en el norte de Kenia, donde un equipo de investigadores de distintos países viene realizando diferentes excavaciones. Y es verdaderamente importante: los científicos encontraron más de dos mil fragmentos de piedra a partir de los cuales han logrado reconstruir, hasta ahora, sesenta filosas cuchillas. Y no muy lejos de ellas, las rocas a partir de las cuales fueron construidas. Las primeras dataciones indican que esas herramientas tienen 2,34 millones de años. Y según estos expertos, es muy probable que hayan sido producidas por un grupo de Homo habilis. “Son más elaboradas y sofisticadas de lo que habíamos visto hasta ahora en piezas de semejante antigüedad”, afirmó Helene Rocha, de la Universidad de París, quien participó del descubrimiento. Y eso revela que aquellos lejanos ancestros del hombre tenían una mayor habilidad mental y técnica de lo que se creía. Algo más: mezclados con los restos de las herramientas también aparecieron montones de huesos de animales y peces, lo que sugiere que, probablemente, aquellos Homo habilis las usaron para cortar su carne.

EL CAFE Y LAS ABEJAS ASESINAS
¿Qué pueden tener en común las abejas asesinas africanas y un humeante y siempre bienvenido pocillo de café? A primera vista, la relación parece absurda, pero existe: un ecologista descubrió que estos peligrosos insectos tienen un rol importantísimo en la polinización de las plantas de café. Hasta ahora, la mayoría de los especialistas creía que, al igual que otras plantas, la Coffea arabica se apoyaba principalmente en la autopolinización. Pero tal como cuenta la revista norteamericana Discover, David Roubik, un ecologista del Smithsonian Tropical Research Institute, realizó una interesante investigación que sugiere otra cosa. Roubik cubrió las ramas de varias plantas de café con una fina malla para mantenerlas fuera del alcance de los posibles insectos polinizadores. Pero también dejó unas cuantas plantas sin cubrir para ver qué pasaba en uno y otro caso. Ocho meses más tarde, los frutos de todas las plantas habían madurado, pero los resultados fueron claramente distintos: las que habían quedado al descubierto –y por lo tanto al alcance de los insectos polinizadores, y muy especialmente de las abejas asesinas– dieron un 50 por ciento más de granos de café que aquellas que habían quedado tapadas (y que dependían exclusivamente de la autopolinización). Más allá de los interesantes resultados de la experiencia, Roubik dice que la conexión entre la Coffea arabica y estos temibles insectos voladores se refuerza por otro hecho: “el origen geográfico de las abejas asesinas y el café es el mismo: el centro y el sur de Africa”.

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