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Sábado, 25 de enero de 2003

NOVEDADES EN CIENCIA

NOVEDADES EN CIENCIA

LOS ULTIMOS DIAS DE LA BANANA
Aunque muchos piensan que crece de un árbol, la banana es, en realidad, una hierba. Y puede crecer hasta 15 metros de alto: en efecto, es la hierba más grande del mundo cuyas hojas se cubren unas a otras sobre un seudotronco, que puede parecer un tronco de árbol, pero no contiene madera como lo haría uno verdadero. La planta de la banana crece en regiones cálidas y húmedas, y está compuesta casi en un 80 por ciento por agua. Dicho sea de paso, hay más de 1000 variedades de esta fruta que procede originalmente del sudeste de Asia y cuyo nombre deriva de la palabra árabe “banan” (dedo). Es más: los registros escritos más antiguos que hacen referencia a esta fruta (textos budistas en los que la banana representa el símbolo de la fragilidad) datan del 600 a.C.
Y esta fruta, al parecer, y de no hacerse nada al respecto, tiene sus días contados. De acuerdo con un estudio dirigido por el patólogo de plantas belga Emile Frison, director de la Red Internacional para el Perfeccionamiento de la Banana y el Plátano (Inibap), con sede en Montpellier (Francia), la banana –en su variedad más popular, la Cavendish– podría desaparecer en diez años. Aunque hablar de extinción total es un poco apresurado, lo cierto es que una de las frutas favoritas del mundo no tiene un buen panorama por delante: debido a su escasa diversidad genética está perdiendo la lucha contra las pestes y, en especial, contra dos tipos de hongos que ocasionan las llamadas “enfermedad de Panamá” y la “Sigatoka negra”, mal que pone en peligro plantaciones de Centroamérica, Africa y Asia.
Resulta que las bananas comestibles (por cierto, de alto contenido en potasio) son estériles y carecen de semillas, por lo que no resulta fácil obtener nuevas variedades mediante métodos naturales capaces de resistir a los ataques de estos hongos. La única forma de que no se extinguiera sería crear un híbrido genéticamente modificado que combata estas enfermedades que ponen en jaque a la famosa y rica fruta que alimenta a más de 500 millones de personas en Asia y Africa.
Ahora, un equipo de científicos, dirigidos por el doctor Frison, centrará sus estudios para diseñar un proyecto de modificación genética en la banana salvaje (llamada Musa Acuminata, una fruta gigante que contiene semillas muy duras que la hace prácticamente incomible) debido a que son resistentes a la “Sigatoka negra”. Quienes gusten del helado, del licuado o simplemente de la banana con dulce de leche, crucen los dedos.

OBESIDAD VS EXPECTATIVA DE VIDA
A pesar de los millones de personas que pasan hambre en el mundo, y mostrando, como si hiciera falta, la monstruosa injusticia que eso significa, la obesidad sigue creciendo en todo el mundo, y dos recientes estudios revelan cuan duro pega esta enfermedad en la expectativa de vida de una persona. Según el reporte publicado en el Journal of the American Medical Association, un joven obeso de 20 años puede vivir hasta 13 años menos que otro hombre de su misma edad pero de peso normal. Y en el caso de las mujeres, la reducción sería de hasta 8 años. Tal como cuenta la revista británica New Scientist, estos resultados surgen del meticuloso análisis de los registros de mortalidad en los Estados Unidos durante los últimos treinta años.
El otro estudio también toma como referencia a la población norteamericana, aunque en otro marco temporal. Y fue publicado en Annals of Internal Medicine. Aquí se analizaron los registros médicos de 3500 adultos que rondaban los 40 años en 1950. Y se concluye que las mujeres que eran gordas en aquel momento de su vida vivieron 7,1 años menos que las demás. Y los hombres, 5,8 años menos que sus pares delgados. Por otra parte, este trabajo reveló que el simple sobrepeso, sin llegar a la obesidad (que se define a partir de un 20 por ciento más del peso máximo saludable), puede reducir la expectativa de vida en alrededor de 3 años. Un último dato: según este mismo estudio, si una persona es obesa y además fuma, perdería otros 13 o 14 años más.

LA VIDA SIENTE EL CALOR
Desde las ranas e insectos, hasta las plantas con flores, el lento y progresivo aumento de la temperatura del planeta está afectando a una amplia variedad de formas de vida. Lejos de tratarse de eventos aislados, estos cambios –que han sido registrados en un par de investigaciones publicadas en la revista Nature– formarían parte de un fenómeno biológico mucho más amplio, vinculado al famoso calentamiento global.
Durante los últimos años, los biólogos Camille Parmesan (Universidad de Texas), Gary Yohe (Universidad Wesleyan) y un grupo de colegas estudiaron datos referidos a 1700 especies animales y vegetales de todo el mundo. Y llegaron a la conclusión que todas ellas se han ido desplazando, en promedio, unos 6 kilómetros por década hacia el norte o el sur, rumbo a áreas mas frías. Además, algunos eventos “clásicos” asociados a la llegada de la primavera, como las migraciones de aves o la puesta de huevos, están ocurriendo 2,3 días más temprano cada diez años. Por su parte, el trabajo de Terry L. Root y su equipo de la Universidad de Stanford, que compiló y analizó más de 140 estudios previamente publicados con información de casi 1500 especies, arroja resultados similares: hay un claro corrimiento geográfico y temporal vinculado al aumento de la temperatura promedio. “Todos estos estudios sugieren un impacto significativo del calentamiento global en las poblaciones animales y vegetales”, dice Root.

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