futuro

Sábado, 22 de marzo de 2003

El sexo y una polemica paradigmatica

La tensión latente entre los paradigmas (para usar la polifacética palabra kuhneana) opuestos se hizo ostensible al momento de las preguntasdel público del Café Científico, y fue notable cómo la virulencia de las posiciones fue mayor entre los asistentes que entre los especialistas que estaban en la mesa, quienes instaban a la tolerancia y a acotar sus puntos de vista para que la sangre no llegara al río.
–Quería saber la opinión del primer panelista (Fabián Gabelli) acerca de la acusación de que la teoría darwinista es aplicable tal cual la enunció Darwin a las estructuras del sistema capitalista actual.
Gabelli: –Como lo planteó Meler es como acusar a un oncólogo que trata de entender cómo funciona el cáncer de ser culpable del cáncer. Una cosa es estudiar los fenómenos tal como son desde el punto de vista biológico y otra es afirmar que está bien que sean así. Está claro que nadie nos va a sacar esos 300.000 años de historia que tenemos: y por eso nos gustan el azúcar, las grasas, y a pesar de las enfermedades sexuales seguimos practicándolo. Describir eso no implica justificar nada. Si hay alguien que no está de acuerdo con el sistema capitalista, ése soy yo. No estoy hablando para convencer a nadie de nada. Lo que digo es que existe una teoría general que nos permite entender la evolución del comportamiento humano, no sólo el sexual, sino cualquier otro aspecto. Esa es la teoría evolutiva, que no implica que pueda explicar todo; pero no podemos aceptar que nuestro cerebro es una masa uniforme de células que nace como un papel blanco que se va escribiendo. No es así: nadie dice que esté bien que unas personas exploten a otras. Ni siquiera Darwin, quien –es más– dijo que si la humanidad no podía revertir la tendencia natural de los animales ciertamente iba por muy mal camino. Pero él pudo identificar cuál era esa tendencia natural de los animales, tendencia al dominio y a la explotación del otro. En ningún momento Darwin quiso justificarlo. Está bien que existan otros ángulos explicativos: ningún biólogo evolutivo puede explicar problemas de disfunción sexual que son otro producto de las sociedades modernas, y reconozco que el poder puede cumplir una función crucial en la distribución de actividad sexual en las comunidades actuales. Pero no se pueden descartar los productos y las predicciones de esta teoría general que se aplica a numerosos casos particulares.
En ese momento toma el micrófono una señora que dice:
–Me niego profundamente a esta postura de Gabelli, que habla del macho y de la hembra como si fuéramos estrictamente animales. Tenemos la capacidad de la comunicación y vivimos en una sociedad construida por el hombre. Eso es una justificación de las pautas culturales que hacen que el hombre sea más infiel. Ninguna ciencia tiene la verdad, es sólo desde un punto de vista. Esa actitud yo la rechazo...
Otros asistentes al Café la interrumpen y la instan a formular una pregunta, no lo hace, y después toma la palabra otra mujer, más joven, del público. Irene Meler concilia: “A ver si queda clara mi posición. Provengo de una disciplina crítica, que tiende a deconstruir los discursos elaborados de otra disciplina, pero quisiera desmontar la violencia de la oposición, no fue mi intención...”

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