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Viernes, 5 de febrero de 2016

COSAS VEREDES

Bang, bang

En Ciudad de México, un grupo de jóvenes feministas ha encontrado gozosa manera de hacer frente al acoso callejero: disparar papel picado al agresor y cantarle una canción rabiosa que, además de visibilizar la violencia, busca fogonear la reflexión.

 Por Guadalupe Treibel

Están armadas y son peligrosas. Para el patriarcado, valga la aclaración. Sus proyectiles, sin embargo, no son balas de metal, goma o, por caso, plata: es desfachatada actitud punk rock y un himno en símil nota. Además de sus pistolas de confeti, que abren “fuego” (o papel, en honor al noble material) cuando padecen o presencian acoso, a modo de autodefensa contra las agresiones machistas. Jóvenes y feministas, las Hijas de Violencia –tal es el nom de guerre de este colectivo artístico y militante de Ciudad de México– están en franca contienda, reclamando espacios públicos libres de violencia sexual al son de un grito rabioso, devenido en canción de protesta. Léase, el track Sexista Punk, disponible vía SoundCloud, donde las muchachas entonan: Si hoy me callo, tú te callas, nos callamos / De un pedazo de carne no bajamos. / O sea que no es normal que me trates de tocar, / que me hables como si me fueras a violar. / Imagino el día en que pueda ir a caminar / sin cuidarme, sin tener mi cuerpo que ocultar. / Yo no soy, pendejo, la que tanto te provoca, / eres tú quien no respeta y me vuelves loca. / Sexista, machista, ¿qué es lo que tú quieres? / ¿Mostrar tu hombría? ¡A la mierda de mi vista!

“Cuando un varón nos acosa de cualquier manera, corremos hacia él, tomamos nuestras pistolas de confeti, damos un disparo, se encienden las bocinas y cantamos Sexista Punk, explica Ana Karen –una de las integrantes– en un mini-docu recientemente lanzado por la comunidad global de noticias Al Jazeera Plus. Video que, desde que fuera publicado el pasado 27 de enero, ya ha sido visualizado más de 9 millones de veces, dando alcance global a esta acción de resistencia y visibilización contra el acoso, donde se observa cómo las mentadas señoritas cantan Eso que tú hiciste hacía mí se llama acoso. Si tú me haces esto, de esta forma yo respondo… a varones que les dispensan “piropos” desde camiones en marcha o puestos callejeros. “Les tenemos que responder; y si con nuestra respuesta, incitamos a que más mujeres respondan, la meta está alcanzada”, ofrece Ana Beatriz, otra de las activas participantes del grupo.

Grupo con fecha de inicio en 2014, evidentemente inspirado en las anarco-punk Pussy Riot que, a diferencia de las rusas, cambia pasamontañas por caretas de animales. Y que, a decir de sus miembros, “nace como un proyecto paralelo a una investigación escénica sobre la violencia de género”. “Buscamos, a través del arte performático, el punk y el video, abordar las agresiones machistas legitimadas socialmente. Como actrices y mujeres, nos sentimos directamente afectadas, y consideramos urgente afrontar la verdadera causa del problema: su naturaleza ideológica”, explicitan en su cuenta de Facebook, donde además de pasar aviso sobre venideras acciones, talleres (de, por ejemplo, “cachangueo feminista”) y fiestas (“para cumbianchar con todo el poder”), comparten inspiraciones eclécticas, varias. Siendo una de las principales, muy curiosamente, la irascible Violencia Rivas pergeñada por Peter Capusotto para Peter Capusotto y sus videos, archiconocido personaje arrebatado –como pocos– que asegura haber anticipado al punk, amén de pegadizas canciones sesenteras que ardían de crítica social contra instituciones todas (entre ellas, Educarse es una mierda, Metete tu cariño en el culo, Llegó el verano, la puta que te parió). “Nuestra mamá hermosa e histérica, Violencia Rivas”, se jactan las citadas damiselas (autodefinidas nietas “de las brujas que no lograron quemar”), sacudiendo cualquier dejo de solemnidad, promoviendo junto a la acción, el humor. O, por caso, el visionado de los clips de la sevillana Alicia Murillo Ruiz, artista multidisciplinar y feminista activista, responsable de El cazador cazado (proyecto web donde la española iba al cruce de acosadores y los filmaba con su celular mientras ellos esgrimían excusas, se violentaban o –buena parte de las veces– huían con el rabo entre las patas, poco habituados a la confrontación).

Y porque saber es poder, las mexicanas tampoco se aminoran al momento de compartir recetas caseras para fabricar gas pimienta (#Autodefensa). En celebrar la flamante nominación al Nobel de Química de la científica mexicana, pionera en uso de nanopartículas para aplicaciones médicas, Tessy María López Goerne. En compartir estudios que, por ejemplo, sitúan a México en el segundo lugar entre las ciudades con los sistemas de transporte más peligrosos para las mujeres a nivel mundial (a Bogotá le cabe el puesto number one). Finalmente, como recoge el Huffington Post (aunque tristemente, sea harto conocido), “la violencia contra las mujeres en México es un problema recurrente desde hace mucho tiempo. De hecho, en un informe de 2010 de Naciones Unidas, el país alcanzó la primera posición en violencia sexual, con casi la mitad de todas las mujeres del país declarando haber sufrido alguna de sus manifestaciones, desde manoseo hasta violación. Casi 4 mil mujeres fueron asesinadas en la nación entre 2012 y 2013, acorde al Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio”.

“Nosotras somos las prietas, las chaparras, las pobres, las putas. Las que tienen que sonreír, pero no tanto, las que menstrúan sin que nadie se entere. Las que manchan, las que gritan, las que rabian. Las histéricas, las locas. Las exageradas que quieren retomar el control de sus cuerpos. Las peludas. Las abortistas, las feminazis, las que no asumen ningún rol o género porque nos movemos en el que se nos antoja. Las que te van a disparar... la próxima vez que nos toques”, trinan las jovenzuelas, acaso emulando el recuento primero del párrafo primero de Teoría King Kong, de la excepcional escritora y realizadora francesa Virginie Despentes. A quien, como no podía ser de otro modo, también mencionan en los posteos “de este proyecto artístico que además de buscar una propuesta estética, es un grito público que invita a la reflexión”. “Ninguna agresión sin respuesta”, banderean las Hijas de Violencia. Mientras Ana Beatriz, una de ellas, reivindica afablemente su militancia: “Definitivamente no creemos que vamos a cambiar el mundo, pero con toda certeza sabemos que ha cambiado el nuestro”.

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