Viernes, 22 de abril de 2016 | Hoy
ESCENAS
Una joven que decide interrumpir sola su embarazo de pocas semanas. Una madre que insiste con un discurso nostálgico y una voz –o varias– que no cesa de condenar hacen de Descansa un espacio de discusión.
Por Carolina Selicki Acevedo
Lucrecia es una joven –más cercana a la adultez– que decide defender sus decisiones en torno a su cuerpo y a la mujer en la que ha devenido, lejos de cualquier juicio moral o social. Decidir parece ser lo más difícil para este personaje desdoblado en dos actrices: la protagonista (Romina Oslé) y su conciencia –o la voz molesta del afuera, de los otrxs– que intenta dominar su sentir y pensar, llenarla de miedos, frenarla, con una destacada composición de Verónica Cognioul Hanicq (quien protagoniza otra obra de Ruiz, En el fondo, sobre la trata de personas, repuesta este mes). Detener un embarazo de pocas semanas, producto de una relación problemática no es el único conflicto que plantea Descansa si tenemos en cuenta el vínculo que intenta generar entre el presente decisivo de Lucrecia y lxs espectadores. Se parte de la cuenta regresiva y nos coloca en una intimidad que se aleja de lo aparente. Ella está encerrada en el pequeño baño de su departamento, con las últimas pastillas en la mano. Mientras, del otro lado de la puerta es interrogada por su madre, quien llega sin avisar. Así, el clímax va in crescendo a la par que la ironía y el humor pasan por debajo de esa puerta como los avisos en papel de una madre que aún guarda las muñecas y ropitas de una niña que rompió el molde, que siempre fue un poco rebelde y llegará a preguntarse: “¿Por qué no tuve una hija normal?”.
El aborto en Argentina no tiene aún una ley que permita que sea legal, seguro y gratuito aunque admite dicha intervención siempre que la continuidad del embarazo ponga en riesgo la salud –física o psíquica –de la mujer. El debate, pese a la lucha imparable de organizaciones sociales y colectivos de mujeres, sigue abierto y “afortunadamente” no sólo en el plano judicial, también desde el arte como espacio discursivo. “El teatro es un lenguaje cargado de poética y de sensibilidad pero además es un arte del encuentro, de cuerpos que comparten un espacio, que respiran juntos y se contagian emociones; que codifican y generan pensamiento sobre lo que acontece”, afirma la dramaturga, docente y directora Pilar Ruiz y agrega: “pienso que si la obra logra abrir la mirada sobre el tema y con-mover, es decir mover del lugar cómodo al espectador, el objetivo está más que cumplido”. Pensarse como mujer en la sociedad actual la ha llevado a una mirada diferente a la que el sistema impone y a investigar sobre la temática, sobre el método de interrupción del embarazo de forma segura e indagar al máximo a los personajes. Por ello, no parece casual que la obra plantee cuánto desconocimiento hay aún hoy sobre prácticas seguras y pone en el ojo de la tormenta al misoprostol, sobre el que se asegura desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) que es “eficaz y seguro para el aborto hasta la semana 12 de embarazo”, texto que difunden al finalizar la obra. Por fuera del planteo quedan los riesgos que aún hoy se siguen analizando debido a su uso en la marginalidad, sin un acompañamiento médico o post-abortivo pero resuenan en el aire: “la falta de una ley es una hipocresía y le quita a la mujer el derecho a elegir libremente sobre su cuerpo y proyecto de vida, y peor aún, pone en riesgo su vida. Muchas mujeres, en situación de vulnerabilidad, mueren por abortos clandestinos y el Estado no hace nada el respecto”, apunta Ruiz.
Descansa no es un título menor. Es la madre quien intentará acompañar a su hija pese a no coincidir en su accionar. Pero no es el único descanso. También parece cesar el martilleo externo y a su vez, habla de un deseo, como aclara la autora: “que la mujer pueda descansar en sus decisiones, sin ese “deber ser” construido bajo la mirada machista y patriarcal y en relación a la maternidad, disminuir la cantidad de supuestos. Que la mujer pueda descansar siendo lo que quiera, libremente”.
Descansa. Domingos a las 20.30 en La pausa teatral, Corrientes 4521. Entradas: $120.
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