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Viernes, 26 de septiembre de 2008

TALK SHOW

Insensatez y sentimientos

 Por Moira Soto

Ha recibido varios premios al mejor drama y paralelamente a la mejor comedia con formato de serie televisiva, premios bien merecidos en los dos rubros. Porque Boston Legal (retitulada Justicia ciega para América latina) se mueve fluidamente entre el golpe al corazón y el humor más disparatado, sin dejar de incurrir en el suspenso judicial, desde luego. Y siempre tocando temas de actualidad, a menudo polémicos, relativos a la política, la ecología, los derechos humanos. Todo con el sello peculiar de David E. Kelley, un señor que ya pisa la cincuentena y que en otra vida estudió y trabajó de abogado, precisamente en Boston, antes de pasarse a la TV con muy buena estrella: salvo Soops (1999), sobre una moderna agencia de detectives, y The Wedding Bell (2007), peripecias de una organizadora de bodas, sus producciones resultaron exitosas durante varias temporadas. Boston Legal, que arranca en 2004, puede ser considerada un spin off de una serie anterior más realista de Kelley; The Practice (aquí Los practicantes), y a la vez ofrece rasgos reconocibles de otra creación suya, Ally McBeal, cuyas cinco temporadas volvieron popular a la esmirriada Calista Flockhart como abogada soltera, fantasiosa y muy romántica, rodeada de actrices con el encanto de Lucy Liu, Portia de Rossi o Jane Krakowski. A semejanza de lo que ocurría en Ally McBeal, en Boston Legal surgen en cada episodio casos insólitos, los personajes están en busca del amor o lo añoran, y se enfrentan a problemas éticos.

Pero en la serie magníficamente protagonizada por James Spader, William Shatner y Candice Bergen, las situaciones pueden ser más bizarras, delirantes, zarpadas, incorrectas. Y complementarse esos pasos de comedia lunática por los pasillos del estudio Crane, Poole & Schmidt, con las escenas más tocantes o el extremo suspenso. Quizá la clave de la marca personalísima que distingue a Boston Legal (y a otras invenciones del marido de Michelle Pfeiffer) resida en que Kelley escribe personalmente todos los episodios, sigue muy de cerca según su costumbre todo lo que tiene que ver con la producción.

Si bien el trío Spader-Shatner-Bergen prosigue al frente del reparto, en la cuarta temporada que se está pasando localmente (queda una quinta y, por desdicha, última) se han alejado del bufete algunos personajes inolvidables como la enana perrísima que tuvo un romance con Denny Crane (Shatner), quien previamente había salido con la madre de la “persona de talla pequeña”. Es que los enredos amorosos o meramente sexuales de Boston Legal suelen ser intrincados y nada convencionales. Lo que no obsta para que a la hora de defender a su clientela, los abogados y las abogadas se comporten en general de acuerdo con principios humanistas y ejerzan idóneamente su profesión. Felizmente, entre los personajes que permanecen esta temporada figuran el sensible Jerry (Christian Clemenson), atacado por rarísimos tics, y Clarence-Clarice (Gary Anthony Williams), un negro alto y corpulento que supera su timidez cuando se trasviste y hace personajes. En el segundo capítulo, visto la semana pasada, Clarence estuvo brillante al enfrentar al nuevo integrante del equipo, Carl (John Larroquette), que lo sermoneó después de descubrirlo bailoteando y cantando vestido de mujer por YouTube (“Si su misión acá es convertir esto en un estudio normal, espero que fracase por el bien de todos”, le espetó al fruncido). A su vez, Jerry generó momentos de alta emoción al defender sinceramente, jugándose a fondo, al acusado de estrangular a su amante (que había confesado luego de ser torturado por la policía). En la entrega de esta semana, que repite el domingo, Alan (Spader) debe decidir si acepta el pedido de su última amante, la jueza Gloria, de tener un hijo con ella; al mismo tiempo, defiende con un alegato ejemplar a una chica de 15, contagiada de HIV en su primera relación sexual, que demanda a la escuela por haberle predicado la abstinencia, desestimando la eficacia del preservativo.

Al margen de múltiples escarceos y amoríos, hay dos historias de amor fuertes, que desafían el tiempo y la edad en Boston Legal: por un lado, la adoración que Denny sigue experimentando por Shirley Schmidt (Bergen), a quien llama “la elegida de mi corazón”, pese a que el romance se cortó hace años; por el otro, la amistad absoluta que cultivan y celebran Denny y Alan, ya discutiendo de política, ya hablando de las mujeres de sus vidas, ya midiéndose la fuerza del chorro de pis en el baño. Sin duda, la escena culminante de ese afecto profundo entre dos personas tiene lugar al final de cada capítulo, departiendo ambos –whisky mediante– relajadamente, filosóficamente en el balcón del escritorio de Denny. En el episodio 2, el ex capitán Kirk de la serie Star Trek, se enteró pesaroso de que Shirley tiene un affaire con Carl. Cosa que el público que mira la serie ya sabía, porque sobre el cierre del capítulo 1, Shirley y Carl, sesentañeros, por la noche hablaban de trabajo y se hacían arrumacos en la cama.

Justicia ciega (Boston Legal), martes a las 12 y a las 22, miércoles a las 13 y domingos a las 15 por Fox.

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