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Viernes, 27 de diciembre de 2002

ESPECTÁCULOS

El beso del hombre araña

Acaba de cumplir 20 años, pero Kirsten Dunst encanta y sorprende al público desde los doce, cuando fue aquella perturbadora niña vampira en la famosa Entrevista.... Ahora, después de haber sido comparada en Estados Unidos con lo que fue en su momento Jodie Foster, es la novia del hombre araña.

 Por Moira Soto

Cuando sobresaltó al público, a los 12, como una lolita chupasangre que se besaba con el bonito Brad Pitt en Entrevista con un vampiro (1994), Kirsten Dunst fue asociada a la Jodie Foster que causara un impacto semejante al hacer de niña prostituta en Taxi Driver, y también a la endemoniada Linda Blair de El Exorcista. Pero mientras que Blair se deterioró entre vahos alcohólicos y frustrados intentos de explotar ese primer suceso, Dunst –más cerca por el momento de Foster, a quien también la une el haber hecho mucha publicidad de chiquita– se mantuvo pasablemente a flote, demostrando que la perturbadora actuación en Entrevista... no debía atribuirse –como hicieron algunos críticos– al pretencioso director Neil Jordan sino al talento natural de la adolescente.
De Mujercitas (1994), grata versión del clásico de Louise Alcott, a Las vírgenes suicidas (1999), otra trasposición literaria, en este caso de la novela de Jeffrey Eugenides exquisitamente realizada por Sofia Coppola, la rubia de cara redondeada, nariz ligeramente achatada y ojos clarísimos no se privó de hacer de porrista exitosa en Bring It On (2000) o de chica rebelde, curda y drogadicta en Crazy/Beautiful (Hermosa locura, 2001). En 1998 leyó el guión de American Beauty –más tarde reconoció que no lo había entendido del todo– y se negó a hacer el papel que aceptó Mena Suvari: “No quería besar a Kevin Spacey y mucho menos aparecer desnuda con todos esos pétalos...”. Esto de no querer desvestirse del todo es algo que refrendó en el 2001, cuando John Stockwell le dio a leer el libro cinematográfico de Crazy/Beautiful: “Vi que había una escena en que mi personaje andaba desnudo por la casa y le dije el director que ni soñando, que si estaba decidido a hacer el film sin quitar ese detalle, ya podía ir consiguiendo a otra actriz, porque yo no estaba dispuesta a quitarme toda la ropa. Además no era una escena que pesara en el desarrollo del film. Hubiera sido sólo una explotación de mi cuerpo”. Así hablaba el año pasado K. D. y veremos hasta cuándo sostiene esta temprana decisión de no desnudarse nunca en pantalla. Entretanto, la actriz que cumplió 20 el pasado 30 de abril no tiene inconveniente en salir fotografiada (por los mejores profesionales) con transparencias y escotes, en poses inequívocamente insinuantes que por cierto sacan partido de su espigado físico, de sus largas piernas torneadas, de sus suaves curvas y de su expresivo rostro de rasgos germanos (heredados de su padre), tan adaptable a diversos personajes y edades.

La estrella más joven de la constelación
A mediados de 2002, Dunst fue tapa de Vanity Fair y protagonizó una nota de varias páginas con ese despliegue de producción fotográfica que se reserva a las estrellas indiscutidas. Antes, en abril, había aparecido en la portada de la misma revista, pero junto a otras chicas en el candelero como Kate Beckinsale, Rachel Weisz, la revitalizada Jennifer Connelli, Selma Blair, Rosario Dawson, Christina Applegate y la impresionante revelación de El camino de los sueños, Naomi Wattsl.
Además de las figuras citadas en ese número de Vanity Fair como representantes de la primavera en Hollywood, las girls stars del momento, Kirsten Dunst (la menor del grupo), con sus actuaciones en The Cat’s Meow y El hombre araña, se ha colocado a la par de las chicas mejor aspectadas para 2003, a saber: Halle Berry (ascenso imparable a partir del Oscar, ahora heroína de acción en el ultimísimo Bond); la inevitable Jennifer Lopez (mujer golpeada que se vuelve golpeadora en defensa propia en Enough, novia ultrapromocionada del insulso Ben Afleck, devenido sexy acausa de este romance); Charlize Theron (tan linda como buena actriz –recordar Las normas de la vida–, todavía a la espera de un protagónico a su altura); Heather Graham (auténtico tesoro de encanto, belleza y talento, como bien lo sabe el agente Austin Powers); Angelina Jolie (quien ha sufrido tanta inflación publicitaria como labial); la siempre adorable e inteligente Cameron Diaz; la ascendente por méritos propios Kate Hudson (Casi famosos; disputada por directores importantes); la ya promovida a top Reese Witherspoon (que regresa en 2003 con la segunda parte de Legalmente Rubia –Red, White & Blond–, protagonizando un caso en Washington sobre los tests en animales) y, sin que esta selección signifique un censo de figuras juveniles prometedoras (algunas cumplidoras), la apenas veinteañera Alison Lohman (White Oleander), Léele Sobiesky (The Glass House), Julia Stiles (The Bourne Identity) y la galáctica Natalie Portman.
Como puede notarse, en el firmamento de Hollywood –e incluso saliéndose en algunos casos de sus lindes para coquetear con el espíritu indie– titilan estrellas estables (Julia Roberts a la cabeza, aunque meta la pata, su carisma sigue casi intacto) y fugaces, asteroides y luceros, anche constelaciones circunstanciales. Obviamente, tocar este cielo con las manos, encontrar un buen sitio y mantenerlo en medio de tanta y tan atractiva oferta es como sacarse la lotería de Navidad y saber invertir. No siempre las que empiezan con buen pie, como Juliette Lewis, logran sostenerse y avanzar.
De momento, sin embargo, Kirsten Dunst parece pertenecer a la categoría de las stars duraderas, sino inextinguibles. A la chica apodada Kiki, de 1,71 y 55 kilos (sin dietas y comiendo dulces a piacere), las cosas le han salido maravillosamente en lo profesional: hizo montones de avisos desde los 3 años, a los 7 obtuvo un papelito en el episodio de Woody Allen de Historias de Nueva York, a los 8 fue la hija de Tom Hanks en La hoguera de las vanidades y cumpliendo los 12 se aseguró el futuro con el memorable coprotagónico de Entrevista con un vampiro, poniéndose a la par, casi robándoles cámara, de los divos del momento, Tom Cruise y Brad Pitt. Enseguida enganchó con Mujercitas, de Gillian Armstrong, junto a Winona Ryder (ahora en descenso), Claire Danes (otra joven brillante) y la inoxidable Susan Sarandon. A partir de entonces, al tiempo que se le afinaban los mofletes dejando aflorar sus pómulos germanos, Kirsten Dunst lidió con tableros de Jumanji plagados de amenazas, con pequeños pero violentos guerreros de juguete, paso divertida por comedias juveniles y desembocó a los 18 en el etéreo rol de Lux, la mayor de las hermanas Lisbon en Las vírgenes suicidas (sólo editada localmente en video).
Dunst, que paralelamente había hechos trabajos para TV como el muy interesante The Devil’s Arithmetic (1999), no se prestó a promocionar sus contados romances –con Jake Hoffman, el hijo de Dustin; con Tobey Maguire...– ni a pasarle datos de su intimidad al periodismo, alcanzó entre el año pasado y éste su consagración como actriz y su chapa estelar. Sin escándalos y sin alardes, haciendo honor a su educación católica californiana (aunque nació en New Jersey), la rubia juiciosa se fue para arriba. Todavía vive la mayor parte del tiempo en casa de mamá Inez, con su hermanito menor Christian, y se sabe que a veces le dan ataques (controlados) de consumismo, y a veces se pone a limpiar como loca todo a fondo. Se lleva tan bien con su madre y su abuela que ha montado con ella su propia productora, Wooden Spoon Productions (Producciones Cuchara de Madera), nombre que para Kiki simboliza la cultura y la creatividad femeninas.

Entre un pulpo y
un arácnido
Entre 2001 y 2002, pues, Kirsten Dunst tuvo oportunidad de estar en un film del prestigioso Peter Bognanovich, The Cat’s Meow, interpretando el comprometido papel de una seudoestrella de los anos 20, Marion Davies, de 27 años, cuando transcurre el relato del crimen en el crucero organizado por el pulpo William Randolph Hearst. Y luego en una superproducción que batió todos los records de taquilla en los primeros días de exhibición, El hombre araña, en este caso como M.J., la novia del legendario héroe de historieta, totalmente actualizado.
Para el papel de The Cat’s Meaow, postergado estreno local, Kirsten no fue elegida de buenas a primeras. Sugerida su inclusión en el reparto por el productor, Bogdanovich mostró su desconfianza hacia esa adolescente, de aspecto tan saludable y trasparente, nada sofisticada en su opinión. Terminó aceptándola a regañadientes y tratándola con reticencia. Fue duro para ella, pero Dunst se la bancó, rindió una excelente labor como la amante del viejo y perverso magnate de la prensa Hearst (que intentó vanamente convertir en estrella a Marion Davies), y cuando empezaron a llover los elogios, Bogdanovich se sumó al coro (“ella puede hacer cualquier cosa”, llegó a decir), provocando la ironía de la actriz: “Me causa cierta gracia que me alabe ahora, después de haber descreído tanto sin conocer mis actuaciones previas. Y de haberme tratado de forma despectiva hasta bien avanzado el rodaje...”
Tampoco el coprotagónico de El hombre araña le llegó directamente: el director Sam Raimi probó a muchas y muy buenas actrices antes de decantarse por K.D. y pedirle que se tiñera el pelo de rojo. Por su lado, la actriz confiesa que quería trabajar con Tobey Maguire desde hacía mucho: “Siempre me pareció muy atractivo y presentía que podíamos tener mucha química en pantalla”. Según los rumores, que Kirsten no se molestó en negar ni en confirmar, la química se extendió a la vida real por un tiempito. Lo que sí reconoce Dunst es que el beso del Hombre Araña, colgado de su tela boca abajo, después de salvarla a ella –con el vestidito empapado– de unos patoteros, fue un momento decisivo para acrecentar su popularidad y en consecuencia su cotización... Buenas razones para tomarse un lapso sabático, escuchar al equipo de apoyo de su productora que le aconseja huir de los esterotipos y encarar el rodaje de The Amazing Spiderman. Fecha de estreno: mayo de 2004, justo después de cumplir los 22.

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