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Viernes, 3 de enero de 2003

CURIOSIDADES

¡zurditas!

No, no son las clásicas chicas de izquierda sino las zurdas de la primera acepción de la palabra (persona que se sirve de la mano izquierda), que a su vez han sido señaladas y menospreciadas por los de la (mano) derecha durante siglos. Minoría creciente, que cuenta en sus filas a genios como Juana de Arco y Madame Curie, las zurdas se merecen una reivindicación. O, al menos, tijeras, pelapapas y otros tantos objetos que puedan usar comodamente.

 Por Moira Soto

Ellas no tienen (ellos tampoco) una marcha del Orgullo Zurdo ni un movimiento internacional que reivindique sus derechos específicos y denuncie la discriminación de la que han sido objeto a través de los siglos. Apenas existe alguna liga nacional en países como Estados Unidos, y un día –nada promocionado localmente– que celebra su condición, el 13 de agosto... Sin embargo, las zurdas (también los zurdos) han sufrido largamente por causa de su diversidad, por no formar parte de lo que se consideraba la normalidad, por romper la parejura con esto de darle primacía a la mano izquierda, al pie izquierdo, para escribir, patear la pelota o cualquier otra actividad física.
Si pensamos que las zurdas (y los zurdos) conforman una minoría tan importante en número como la de las lesbianas y los gays (alrededor de un 10 por ciento, en aumento), habrá que convenir que las personas torpemente, injustamente, dañinamente reprimidas por el simple hecho de nacer con la lateralidad cambiada (con respecto a la mayoría) se bancaron demasiado tiempo esa situación sin rebelarse (salvo en casos individuales). Acaso sobrellevando la zurdera como una cruz porque, desde hace muchísimo y en diferentes culturas, esta característica ha sido considerada una forma de discapacidad, una falla vergonzosa que había que corregir doblegando, contrariando a las zurdas para que usaran la prestigiosa derecha.
Entre la ignorancia de las razones de la zurdera y el rechazo de la diferencia, las pobres zurdas (y los pobres zurdos) llegaron a ser tenidos por emisarios de Satán, y su tendencia a la izquierda (así como los lunares en ciertas zonas), un motivo para achicharrarlas en las hogueras de la Inquisición. Es que ya la Biblia venía cargada de alusiones despectivas a la gente zurda, y en las oraciones católicas más antiguas, en la propia ceremonia de la misa, Jesús aparece sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra, etcétera.

La izquierda calumniada
La discriminación hacia la zurdera se refleja en el lenguaje de muchos países de Occidente, empezando por el español que identifica a las zurdas, a lo izquierdo con lo torcido, lo siniestro, también lo flojo o lo débil. A su vez, los sinónimos del adjetivo siniestro son: aciago, funesto, avieso, espantoso, espeluznante; en tanto que el sustantivo siniestro equivale a desgracia, catástrofe, hecatombe, incendio, daño. Todos los plácemes van hacia la derecha, que es como decir: recta, justa, equitativa, sana, honesta, franca... Según se sabe, la palabra destreza (habilidad, maestría, maña) viene de diestra/o, y el conjunto de leyes y reglas que rigen las conductas en una sociedad se denominan Derecho. Desdeluego, no hace falta aclarar qué simboliza la expresión “hacer algo por derecha o por izquierda”.
En francés, las connotaciones de derecha/o e izquierda/o, diestra/o o zurda/o son muy semejantes, con el disvalor agregado de “hipócritas” para ya saben quiénes. Hacia 1791, la derecha (droite) y la izquierda (gauche) empezaron a tener otro significado paralelo, cuando luego de la Revolución Francesa, en las asambleas políticas, a la diestra del presidente se empezaron a sentar los diputados conservadores, tradicionalistas, mientras que a la izquierda se instalaron los de ideas avanzadas, progresistas, igualitarias (que no se ocuparon precisamente de la problemática de las zurdas).
Para completar sucintamente este rubro –que refleja la mentalidad imperante durante tanto tiempo–, digamos que en italiano, mancina, además de su primera acepción –zurda– significa mentirosa, tramposa, malvada, perversa. No por casualidad deriva del verbo mancare (faltar, carecer, necesitar), del que proviene manco (el lado izquierdo) y manca (la mismísima mano izquierda). En alemán, zurdo es linkish, vocablo que también quiere decir desagradable; en el slang británico, cack (caca) se aplica a la izquierda, y por su lado los no menos prejuiciosos australianos llaman mollydooker (mano de mujer) a los zurdos. Finalmente, la palabra inglesa left procede del anglosajón lyft, a su vez surgida del holandés antiguo que así designaba lo débil, lo quebrado.
“Costumbres de mal maestro, sacan hijo siniestro”, dice un refrán español con el que habría estado muy de acuerdo Cesare Lombroso, que llamó a la zurdería “estigma de degeneración”. En la Edad Media, el favorito del rey se sentaba a su diestra (y se convertía en su mano derecha) mientras que a la izquierda se colocaba el hijo bastardo. Y hay más, mucho más para poner en evidencia el prejuicio hacia la zurda: izquierdo es el ojo del mal de ojo; en la brujería, los hechizos negativos se practican tomando los elementos con la siniestra; en la ceremonia de la boda se unen las manos derechas, pero el anillo va en la izquierda para que el poder del oro aleje la magia negra...

Vamos a ver cómo es
el mundo del revés
Para darnos una vaga idea del mundo en contra (hablamos de la vida práctica, cotidiana) con que tienen que lidiar las zurdas, podemos hacer la siguiente prueba (las lectoras que están sosteniendo este suple con la izquierda, abstenerse): intentar abrir las puertas más cercanas, tratar de escribir con lapicera o marcador en un cuaderno de espiral, hacer sonar las cuerdas de una guitarra común, usar el abrelatas o la tijera... Todo únicamente con la mano izquierda. Acaso no lo advirtieron nunca, pero es así: éste es un planeta de diestros, por eso los cambios del auto están a la derecha y se avanza por la mano ídem. De este modo se sintió la Alicia de Lewis Carroll (otro zurdito, además matemático como muchos/as de su condición): la niña pasó a través del espejo en el libro más zurdo que jamás se haya escrito (según Jack Fincher, en su ensayo Lefties, editado por Barnes & Noble). El mundo detrás de; cristal azogado es opuesto, en cada cosa, al real de Alicia, que es diestra, desde el sacacorchos que gira a la inversa a la reina que se ubica en el sitio del rey. Un lugar en el que bien podría sonar el concierto número 4 de Prokofiev o el concierto en re mayor de Ravel, ambos para la mano izquierda. Y en el que funcionaría de maravilla un boliche como “De dreta a ezquerra”, fundado por una enfermera que trabajó durante un tiempo con chicos que padecían problemas psicomotrices (en mucho casos, debidos a ser zurdos contrariados). En ese sitio de Barcelona es posible encontrar diversos objetos para personas de lateralidad izquierda: utensilios de cocina, útiles para el colegio, la carpintería, la arquitectura, e incluso relojescon la numeración invertida. Algo que sucedía con anterioridad en países como Inglaterra y Japón, fabricantes en serie de artículos destinados exclusivamente a las zurdas (y a los zurdos).

El derecho a la izquierda
Después de lo dicho, se explica la tendencia a los accidentes por parte de las personas zurdas, especialmente los ocurridos con herramientas y coches diseñados para la diestra. Por otra parte, hasta el presente, las estadísticas siempre han dado un número más alto de zurdos varones, lo que podría explicarse por la mayor autonomía adjudicada al género masculino. De todos modos, la zurdería todavía presenta aspectos misteriosos para la ciencia que no termina de dilucidar porque unas nacen con lateralidad izquierda –la minoría– y otras con la derecha –la mayoría–. Lo que se sabe es que la cosa viene así: los hemisferios cerebrales cumplen distintas funciones, e intercomunicados ejercen el control de los movimientos corporales en forma cruzada. En la gente diestra, el izquierdo corresponde al habla, la lectura, la escritura, el pensamiento. En la zurda esta dominación corresponde al hemisferio derecho. Es decir que, aunque cada hemisferio domina ambas partes, se “especializa” en la contrapuesta, con variaciones: hay zurdas ciento por ciento zurdas, zurdas a medias, ambidiestras, chicas con la lateralidad cruzada (zurdas de mano, diestras de pie). Y aunque ya es archisabido que los niños, desde la cuna, tienen derecho a usar la mano que espontáneamente responde mejor, en el jardín de infantes o en la primaria no suele faltar alguna maestra obsesiva de la prolijidad que sufre porque la zurdita borronea lo que dibuja o escribe. Porque lo natural para quienes tienen esta lateralidad es escribir de derecha a izquierda (como la hacía Leonardo Da Vinci en sus anotaciones personales), y claro, al hacerlo al revés, la mano, hasta que se entrena bien, va borroneando lo que escribe.
La lateralidad izquierda tiene sus propios rasgos de género: dentro de la mayoría diestra, las chicas tienen mayor habilidad verbal que los varones, y ellos se defienden mejor en lo espacial. Pero entre los de la zurda, los tests demuestran que ellas se lucen en lo espacial y ellos en lo verbal.
¿Era Eva, la tentadora, una zurda a la italiana, una mancina? Según Miguel Angel y otros varios grandes artistas, la primera dama bíblica le entregó la manzana al primer caballero con la izquierda. De acuerdo con pinturas de la época, Juana de Arco luchaba con la zurda y según las fotografías y testimonios, Marie Curie era del mismo bando. En el deporte, las zurdas rinden, por habilidad y porque suelen tomar por sorpresa a las diestras, en particular las esgrimistas, o las tenistas como Monica Seles y Martina Navratilova. Sin duda, el mundo del espectáculo tiene su Olimpo de zurdas famosas: de Greta Garbo a Angelina Jolie, de Judy Garland a Celine Dion, de Marilyn Monroe a Sarah Jessica Parker, de Whoopi Goldberg a Ophra Winfrey, de Emma Thompson a Nicole Kidman...

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Greta Garbo, Angelina Jolie, Anne Heche
 
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