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Viernes, 26 de junio de 2009

LA ALDEA BLOGAL

De tranquilidad provinciana, nada. Un lugar para el mundo

 Por Paula Carri

Que Argentina queda lejos ya es casi un lugar común a la hora de emprender, y con el agravante de que, en el mundo de la tecnología, Latinoamérica está alejada de los lugares de privilegio. Pero el pero salvador viene esta vez de las cifras que dicen que las carreras tecnológicas en el país siguen en alza en un mundo donde la mano de obra para el sector tics (tecnología de la información y las comunicaciones) resulta insuficiente. Y donde las mujeres muestran un incremento sostenido en su elección hacia el sector. En la UTN (Universidad Tecnológica Nacional) el porcentaje de alumnas mujeres alcanza el 35 por ciento (al año último). En tanto el Ministerio de Educación informó que las carreras de Ingeniería alcanzaron un alza de alrededor de 30 por ciento en promedio. Así y todo, resulta difícil que una mujer que trabaje en el área de tecnología consiga mantenerse en su lugar de origen. Si además la pretensión es aspirar a una empresa internacional e innovadora, más complicado aún. Y si se quiere lograr sin romper el molde tradicional familiar de permanecer en el medio de la pampa, cerca de sus casas, sin emigrar a las grandes ciudades del país y si, además, estas mujeres son chicas tech, usted va a creer que es imposible. Pero no. El lugar se llama Tandil, el emprendedor que apuesta al proyecto de producir tecnología desde el medio de la provincia de Buenos Aires (bueno, desde un costado, para ser precisos) se llama Dídac Lee (http://www.didaclee.com) y las mujeres se llaman Paola, Neila, Anahí, Maggie y la lista sigue. En medio de las alternativas que se vienen planteando a nivel mundial para conectar a mujeres de zonas rurales –al respecto hay un plan recién lanzado en España por Igualdad en red (http://www.igualdadenred.com) y el blog de Leire Pajín en el post del 16 de junio (http://www.leirepajin.com)–, estas argentinas trabajan en red para empresas de primera línea, sin abandonar sus ciudades: “Vivo en Tandil y estoy casada hace dos años. Tengo un bebé de seis meses que nació aquí. Mi trabajo comenzó en forma independiente y hace dos años que estoy en relación de dependencia. Nunca fue un problema trabajar desde un lugar lejano a donde estaba la empresa principal. Si bien no estamos conectados personalmente, al hablar todos los días se planteó una relación de cotidianidad. Con responsabilidad de ambas partes se pueden lograr muy buenos trabajos”, resume. “Aunque también es gratificante poder reunirnos personalmente de vez en cuando”, acota. Y se muestra entusiasmada con el lanzamiento a nivel mundial desde Tandil, de Zyncro (http://www.zyncro.com), un sistema híbrido que permite compartir archivos de diferentes formatos, en tiempo real. Y aunque ellas están dignificadas laboralmente sin romper en apariencia los cánones familiares, el señor Lee (http://www.didaclee.com) –un catalán chino de 35 años– sabe de la gratificación sin virtualidad intermedia. El sí aprendió a fuerza de golpes cómo es eso de romper modelos predeterminados, y un padre que emigró de China a Cataluña, una carrera de informática abandonada repentinamente, su negación a formar parte del clásico restaurante chino de la empresa familiar, más tres meses viviendo en los fondos del almacén del comercio (hasta que sus emprendimientos dieron algo de cash) hablan mucho de él y resulta más entendible entonces que se haya dejado enamorar por este país y precisamente por Tandil y su eficaz incubadora de tecnología. En una de esas empresas trabaja Anahí, diseñadora web: “Los sistemas y medios de comunicación actuales hacen posible tener estructuras como la nuestra, donde no todo está centralizado en un solo lugar. La distancia realmente no es un problema, porque está compensada con un buen sistema de comunicación e información. Yo, por ejemplo, remito informes a España semanalmente. En ese sentido, la verdad es que nosotras fuimos las primeras interesadas en que Zyncro funcione bien”. ¿Y ninguna de ustedes tiene blog?, le pregunta esta cronista –ingenuamente– a Neila: “Leemos muchísimos, pero ninguna se creó aún el propio. Es que –se ríe– ¡no tenemos tiempo!”.

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