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Viernes, 13 de noviembre de 2009

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Bordar la herida del corazón

 Por Laura Rosso

Desde hace dos meses, Cecilia Rossetto está presentando en el Teatro Nacional Cervantes Concierto Amoroso. Un espectáculo que recorre un repertorio exquisito de boleros, tangos, poesías y anécdotas de sus andanzas por las calles de La Habana o Cartagena de Indias. Un concierto plagado de canciones que emocionan y que son interpretadas a flor de piel. Boleros de Bola de Nieve, poemas de Nicolás Guillén, alguna canción de Roberto Carlos, temas de Eladia Blázquez y tangos de Piazzolla y de Homero y Virgilio Expósito. “He tenido una vida repartida y me gusta desentrañar los códigos particulares de cada lugar”, subraya Rossetto. Confiesa ser bastante exagerada para presentarse frente al público y dice practicar una “ceremonia minuciosa”. “El día que actúo dedico todo el día a eso, por eso generalmente no hago doblete en los trabajos. Siempre me apasionó –en todos los ámbitos de la vida– la entrega absoluta a lo que estoy haciendo, a lo que estoy amando en el momento. Es simplemente una elección, no es ni mejor ni peor; es nada más que una elección. Yo necesito vivir las cosas así. Incluso a veces lo lamento porque no puedo sostener esa profundidad de sentimientos en cientos de personas, no da el cuerpo.”

Con una vida repartida entre varios puertos –como le gusta llamar a Barcelona, Buenos Aires y La Habana–, Rossetto debió entrenarse para poder vivir un poco aquí y otro poco en otros sitios: “Cuando subo a un avión dejo mis afectos profundos en el corazón y tengo 14 o 16 horas para ir lentamente cambiando el chip, de manera que cuando llego a destino solamente tengo en la cabeza la necesidad de reencontrarme con los afectos de allá. Y se puede. El corazón es muy flexible por suerte, no es cuadrado. Yo siempre sentí al corazón como un panal, y hay sitio siempre. Lo único que una tiene que tener es cierta conducta en ese sentido. Igual que cuando actuás, se acomoda la adrenalina y el cuerpo empieza a funcionar. Creo que tengo el cuerpo educado. Tengo una especie de labilidad, de generosidad corporal que se adapta. Mi cuerpo ha sido muy consecuente conmigo, le tengo mucho respeto. Ha sido siempre un cuerpo muy unido a la intuición, a ese sexto sentido. Ha estado siempre muy disponible a mi intuición. Y la intuición, la verdad, me ha fallado muy poco”.

Durante los últimos ocho años, Cecilia Rossetto vivió en Barcelona. “Estuve instalada todo el tiempo allá. Ahora levanté mi casa e hice una mudanza por primera vez en mi vida en barco. Me cuesta desprenderme de las cosas. No es melancolía, es que cada una significa para mí de todo. Yo me acuerdo exactamente, como si viera imágenes de una película, dónde compré cada una de mis esculturas cubanas. A quién, cómo era la vendedora... Cada cosa me carga de mundo, de paisaje, de diversidad. Todo el tiempo está la diversidad, la diversidad cultural, de razas, de idiomas. Esto es algo que produce una apertura muy grande. Es como incorporar mundo y más mundos adentro, desde el lugar de la vitalidad, de la belleza.”

Rossetto decidió volver a Buenos Aires y dejar de tener dos casas. Trajo sus objetos, sus libros, sus discos nuevamente a estas orillas. “Muchas veces me he preguntado qué fue lo que provocó ese flechazo en todos los puertos en los que viví, qué es lo que hace que un artista reciba determinadas muestras de cariño, porque yo no he sentido que he trabajado desde el narcisismo. Soy alguien de perfil muy bajo, nunca me interesaron los aspectos faranduleros, jamás. Ni cuando tenía 14 años y empecé a estudiar teatro. Y sigue sin interesarme ese mundillo. Lo que sí me parece apasionante es el mundo que la creación artística te acerca. Gente maravillosa en todo el mundo, gente de una sensibilidad especial. Yo siento que ese es el único capital. Ahora creo que lo que abrió la puerta de determinados lugares, considerando también a Buenos Aires, es algo irresistible. Y es el amor. El amor es irresistible. Si vos estás dando caricias a distintas zonas; a la inteligencia, a la poesía, a la pasión, a la belleza; si vos enviás mensajitos a esas zonas, eso es lo irresistible. ¿Cómo te vas a resistir a algo que son caricias y que te muestra instantes burbujeantes, instantes plenos de vida, sangre a borbotones? ¿No? Eso es irresistible.”

Concierto Amoroso, Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815, Viernes y sábado a las 21 hs. Domingo 15 a las 20, última función. Entradas $ 25.

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