Viernes, 1 de noviembre de 2013 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
La noticia de la designación del diseñador Jeremy Scott como nuevo director creativo de la firma Moschino suena sensata si se revisita el manual de estilo de la casa de modas fundada por el italiano Franco Moschino y el CV del norteamericano. Creador de un estilo provocador y crítico hacia la moda, Moschino (1950-1994) prefirió definir su labor de diseñador como la de “un artista al servicio de la moda”, y en sus desfiles considerados happenings no vaciló en invitar a los espectadores a que arrojasen prendas a las modelos que no fueran de su agrado. El gesto punk se enfatizó cuando presentó el corto paródico Los desfiles pueden ser peligrosos para tu salud, y se acentuó cuando en 1990 lanzó una campaña llamada Stop the Fashion System, que alertaba sobre los efectos colaterales de convertirse en víctima de la moda.
Desde 1983, el año de su debut en la moda, cimentó un estilo tan pop como surrealista: un vestido cuyo corsé culminaba en una corona de flores naturales y los hombros de la modelo se abrigaban con una capa de celofán, o bien citas textuales del atuendo de geishas, patchworks pictóricos ornamentando un vestido tejido y tributos a los hitos de la historia de la moda y el textil representados por Sonia Delaunay o Elsa Schiaparelli. También sumaría vestidos con polka dots emulando a Minnie Mouse, camisas con botones con forma de molinos de viento y de canillas y tuxedos provistos de estampas de cubiertos. En 1986 sumaría una colección masculina (acostumbró ser modelo de sus campañas, adornado de una peluca) y también una segunda línea, más accesible y encantadora, llamada Cheap & Chic. Su última colección, llamada Ecotoure, vaticinó las prédicas ecologistas vinculadas con la moda.
Luego de su muerte, como consecuencia del VIH, la firma tuvo como directora de diseño a Rossella Jardini, cuya colección más reciente remitió a representaciones de monjas, conejitas de Playboy y seguidores del rock, sin omitir el logo y las cadenas doradas que popularizó el creador de la firma.
Jeremy Scott, diseñador nacido en Kansas hace 39 años y habitué de las pasarelas de París y Los Angeles, suele afirmar que su primera vinculación con la moda fue una campera roja comprada en la popular cadena KMart. Cuando promediaba 1990 y se produjeron los primeros cambios de lenguaje en las casas de alta costura, Jeremy desembarcó en París con una colección inspirada en las víctimas de accidentes de automóviles y “prédicas vanguardistas”. Una de sus colecciones más revolucionarias consistió en atuendos, peinados, zapatos y maquillaje que representaban por partes iguales lo femenino y lo masculino: una modelo que llevaba un taco alto y otro bajo, vestía una prenda mitad falda y mitad pantalón. En París, Scott pasó del circuito underground a deslizarse entre la corte de amigos de Karl Lagerfeld, el diseñador de Chanel; pero, en 2002, Jeremy volvió a su lugar de procedencia y se afianzó en las semanas de la moda de Los Angeles y de Nueva York. Además de constantes colaboraciones con Adidas (la presentación de una de ellas lo trajo en 2011 a Buenos Aires), vestuarios para divas del rock y el pop (Madonna se vistió de Scott en 2008 filmada por Steven Klein; Britney Spears lució un traje de azafata en Toxic y Björk, varios atuendos para la presentación del disco Homogeneous). La actual casa de modas de Scott tiene su base de operaciones en Los Angeles y una tienda virtual con precios democráticos. Una de sus colecciones más recientes se llamó Adolescentes Marcianos y se caracterizó por el uso de estampas con stencils, coloridas rayas horizontales, animal print, faldas cortas y corsets de vinilo: las delgadas modelos llevaban peluquitas morenas con deliberadas puntas hacia arriba y que, al deslizarse en la pasarela, emulaban los contoneos de Lisa Marie en el film de Tim Burton, Mars Attacks! Entrevistado por la periodista Nicole Phelps, la experta del sitio Style.com, y consultado acerca de si Moschino fue una influencia en la construcción de su estilo y su mirada, Jeremy Scott no vaciló en responder que en su último año de estudios de moda hizo una pasantía en la oficina de prensa de Moschino, “y si ahora pienso en ellos, me siento como la Cenicienta, de pasante a director creativo de la casa de modas”. Agregó que durante noviembre va a instalarse en Milán para interiorizarse de la modalidad de trabajo imperante en esa firma, acceder al archivo y conocer al equipo. Pero, sin abandonar el tono de granjero, no dudó en afirmar que al fin va a tener la posibilidad de conocer Venecia.
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