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Viernes, 10 de septiembre de 2004

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Razones de sobra para no tropezar, otra vez, con la misma piedra

Es así, queridos/as amiguitas/os, no hay por qué avergonzarse. Todas y todos –digámoslo sin barras– caemos en la tentación de creer que es posible volver sobre los propios pasos, recuperar antiguos ardores, tomar venganza en el peor de los casos o quitarse viejas espinas. Error. Espantoso e infantil error. Jamás, nada, nunca es como una/o lo recuerda, mucho menos como una/o lo vuelve a hacer. Y las consecuencias suelen ser funestas: que corazones destrozados, que súbita conciencia del paso del tiempo, que horror por lo que podría haber pasado si. Dejad las espinas donde están, amiguitos/tas/etes, que sacarlas sólo produce sangrado. ¿Por qué?
1. Usted ya no es la/lo/el que era: ¿y entonces para qué arriesgarse a que alguien más se lo recuerde?
2. El/ella/ello también ha visto pasar otras primaveras: ¿y entonces a mentas de qué mirarse en ese cruel espejo?, ¿no le duele el dedo gordo de tanto dárselo con el mismo palo de la cama?
3. Ella/el/ello es el mismo/a de siempre: ¿acaso creyó que iba a cambiar al único efecto de la reconquista?, ¿por qué piensa que ha vuelto a tropezar con Ud.?
4. El/ella/ello ya conoce sus artimañas: ¿y entonces por qué insiste en hacer ese mohín tan suyo?, ¿es necesario recordar que sobre el final ya quedaba ridículo? Si necesita nostalgia para alimentar su ánimo creativo ¿por qué no buscar un nuevo desengaño en lugar de caer en el mismo?
Es en vano, mis queriditos, mis amiguitas, mis amiguetes, segundas partes no hacen más que confirmar la última parte de la primera. Y esa, ya sabemos, es siempre la parte para olvidar. Sed fuertes y bebed vodka, que no tiene nada que ver pero ayuda.

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