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Viernes, 19 de agosto de 2005

MONDO FISHON

Guerreras

De tanto en tanto, alguna pasarela hace de cuenta que la presión de un mundo global en el que la violencia se estetiza y las muertes se rebautizan como daños colaterales tiene que llegar al mundo de la moda. Le da, bah, por el lado de la mala conciencia, y entonces llueven los borceguíes haute couture, la fajina como estampado de vestidos de corte neto y caritas pintadas que en el Primer Mundo serán exóticas, pero acá remiten demasiado a la historia reciente. Como sea: con diseño de luces premeditado y música cool, cualquiera. Guerreras, lo que se dice guerreras, chicas bravas en serio, son estas otras: las integrantes de las Fuerzas Nuevas de la Costa de Marfil, el ejército de rebeldes que desde septiembre del 2002 tomó el control del norte del país en el intento de derrocar al presidente Laurent Gbagbo. Son, aseguran los registros, mil chicas sobre un total de 42.500 hombres, y las fotos que aquí pueden verse fueron tomadas (y publicadas por el diario francés Libération) en Bouaké, la capital rebelde (a la sazón, la segunda ciudad en importancia de Costa de Marfil). Enfundadas con naturalidad en el uniforme, llevando el arma con la displicencia de quien carga con los elementos habituales de su vida cotidiana, acostumbradas a alternar la vida familiar con la rutina militar(izada), dicen cosas como que no han sido enroladas por la fuerza sino más bien por convicción y a despecho de las opiniones de los hombres de sus vidas (padres, maridos), que es un empleo capaz de asegurarles sustento en tiempos difíciles. Que su mundo se divide entre “patriotas” (que forman parte del mismo ejército que ellas) y “los peores” (que dominan el sur). Quieren recuperar derechos que creen perdidos desde hace años, elegir a su presidente en octubre; ven venir el desarme. Patrullan su ciudad, entrenan, realizan prácticas de tiro. Las hay madres: una de ellas, viuda, ocho hijos, vende fruta en el mercado cuando no la requiere el servicio; otra, de unos 30 años, se enroló “porque el padre de mis hijos no se ocupaba de mí”. Su vida está lejos del glam war. Una de ellas, Cissé (anteojos, 50 años, una de las primeras en sumarse a la rebelión), dice: “Cuando te enrolás, pensás que va a durar tres, cuatro semanas. Pero hace ya dos años que resistimos, y resistiremos el tiempo que haga falta”.

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